capitulo 13

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Había pasado un mes desde que Albert y Archie dejaron instalada a Candy en Washington. Había reiniciado sus estudios así como su trabajo de enfermera en el hospital.

Los días pasaban a veces, en ocasiones sin tener posibilidades de pensar en Albert. El trabajo era agotador aun cuando la guerra había concluido en el 1918, quedaban muchos heridos que regresaban para ser atendidos por secuelas de las operaciones, por rehabilitación o por enfermedades derivadas de la misma guerra, de la hambruna y otros motivos de salud, inundando los pasillos del hospital a raudales, ello aunado a sus exigentes estudios de enfermería, no le daba tiempo de aburrirse.

Los fines de semana, salía con alguna colega a tomar café o a pasear por las calles de la ciudad. Aprovechaba para comprar sus viveres, y los domingos asear el apartamento y seguir estudiando. Ya no era la niña del Real Colegio San Pablo que rehuía de los deberes escolares, había conseguido su pasión, y le daba gusto aprender cada día los aspectos tan fascinantes de la enfermería, incluso le pasó por la cabeza la idea de formarse como enfermera instrumentista, para apoyar a los médicos en las cirugías, esa fase de su carrera sin duda mucho más interesante que atender con primeros auxilios las heridas a los pacientes.

Recordaba los tres días que pasaron juntos recorriendo la Capital, el monumento a Washington, el Capitolio, disfrutando de los excelentes momentos que le brindaba la primavera, las tardes que pasaban en los cafés, comiendo dulces. Archie los acompañaba solo a los sitios de interés, por las tardes los dejaba solos, para que disfrutaran juntos su propia compañía, algo había intuido ya en Albert con respecto a los sentimientos frente a Candy.

En la misma tarde que los chicos la dejaron para partir a Londres, le envió una carta a Albert:

¿Querido tío William? (Primavera 1921), "¿En qué cielo está viajando en este momento? (...) todavía me parece estar viviendo un sueño. ¿Cómo podría alguna vez imaginar que el Príncipe de la Colina... fuera el señor Albert? En otras palabras usted el tío abuelo William, ¡es el Príncipe de la Colina! ¡Aún tiemblo por la sorpresa y la emoción! (...).

(Página 177. Epílogo. Tomo2. CCFS. Traducción del Foro Andrew del italiano al español)


Para hacerlo molestar y como parte de su juego había decidido que lo llamaría de Usted y le escribiría respetuosamente "Señor" en sus misivas. Imaginaba su cara cuando la leyera. Reía para sus adentros.

Un mes después, recibió respuesta:

Para la señorita Candy White Andrew (Primavera 1921) "Es normal que estés enojada. En efecto continúe ocultándote mi identidad como tío abuelo y mi verdadero nombre: William Albert Andrew. No quiero justificarme, pero quiero que sepas que yo también me preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Todo lo que quería era solamente cuidar de ti con discreción. En cambio "¿Quién habría dicho lo mucho que tú cuidarías precisamente a ese "señor Albert"? ¡Casi parece la trama de una novela barata! Por esto, soporto sin protestar el hecho de que tú me llames formalmente "tío abuelo", o que a veces me trates como si fuera un hombre demasiado mayor. Sabía que te volvería a sorprender, pero había una última verdad que confesarte. Sin embargo, quería encontrar el momento adecuado y, de ser posible, deseaba decírtelo en la misma estación que nos encontramos la primera vez, sobre la Colina de Pony. De esa manera tenía la impresión de ser el chico de antes."


"Candy, espero con ansias una carta tuya.".


(Página 178. Epílogo. Tomo2. CCFS. Traducción del Foro Andrew del italiano al español).

Candy leía la respuesta de Albert, y casi se imaginaba su expresión al redactarla.

Candy aun tenia mil dudas sobre su encuentro con el príncipe de la Colina, y de la identidad oculta de Albert, por eso aprovechó el hecho de poder escribir, para indagar sobre eso, dándole oportunidad a él también de expresarse de esa forma.

Candy, mi historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora