Me sentía aturdida, mareada, sentía como el vómito subía por mi garganta lentamente, no podía ver nada, todo estaba mezclado. Lo único claro que pude ver un poco más claro fue una fuerte luz, mis brazos sujetados por dos amarres que se unían a una camilla de un hospital ya que podía ver gente corriendo por todos lados pero lo que más me llamó la atención fue un chico que permanecía a mi lado y entonces todo se borró otra vez.
Todo lo que podía ver ahora, era como un sueño, yo estaba vestida con un vestido amarillo de cinta blanca con flores y una trenza que sujetaba toda mi cabellera. Podía ver muchísimas flores y a lo muy lejos una cabaña de madera muy antigua y cada vez que me iba acercando podía reconocerla. Era la cabaña en la que me había criado con mi hermana. Desde pequeña nuestros padres tenían mucho trabajo, por lo tanto nos dejaban con mi abuela hasta que ella falleció, lo que me dolió mucho porque la consideraba mi madre. Entre en la cabaña y ahí estaba, mi hermana se encontraba mirando a través de una ventana que daba vista a las flores.
-¿qué estás haciendo aquí?, ¿qué está pasando? -Me apresure a preguntar. Tenía tantas dudas que lo único que quería es que fueran contestada. Ella rápidamente me hizo una seña para que la siguiera y así fue, me dirigió al sofá de color azul crema que tenía mi abuela desde pequeñas-
-Escucha pequeña -me acarició el cabello con sus manos tan suave que tenía- tienes que ser muy fuerte, cuando vuelvas todo será muy duro y difícil, pero yo te estaré cuidando, no dejaré que nada malo te pase, vas a salir adelante, vas a crecer, vas a madurar, tendrás a tu esposo e hijos y lo verás crecer, superarás todo por lo que pasaste, mi niña. Todo esto es un sueño, toda la vida es un sueño, lo que tú tienes no es una vida, es sólo una misión más -remarcó aquellas palabras- y cuando seas una anciana abandonada -me dijo en tono gracioso- vendrás conmigo, te lo prometo -susurró-
-Lucía, ¿de qué me estás hablando? ¿me vas a abandonar? no lo hagas por favor, deja quedarme contigo aquí.
-No puedes pequeña, todavía tienes una misión -En su mirada podía notar tristeza, no podía ver la tranquilidad que siempre llevaba Lucía, y eso me preocupaba- Es hora de volver pequeña, lo siento por no haberte protegido... haz justicia -fue lo último que susurro-
''Está volviendo, doctor'', escuche la voz de una enfermera. Luego todo se volvió a borrar.
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Abrí mis ojos lentamente y eso fue lo que más lamenté desde aquel día, haber despertado. Lo primero que pude ver fue la sala de un hospital en la que yo me encontraba acostada en una camilla. Intente moverme o hablar, pero no podía, simplemente no podía, no sentía mi cuerpo, parecía adormecido. Y entonces todo se vió con claridad, pude recordar todo, todo lo que pasó esa noche y cuanto duro, las lágrimas se acumularon en mis ojos y solo quería gritar pero es como si ya no tuviera las fuerzas para gritar. Empecé a llorar de la frustración, de la rabia, de la impotencia que tenía en mí.
-Cariño -escuche la voz suave de una mujer- despertaste -comentó- ¿cómo te sientes?
-¿dónde está mi hermana? -Me costó mucho hablar sentía mi cuerpo totalmente adormecido, pero a pesar de recordar todo con claridad, solo quería saber donde estaba mi hermana-
-Llamaré a tus familiares, ¿si? -No digo más y se apresuró a salir del cuarto-
Miré por la ventana, las lágrimas se apresuraron a salir, quería gritar, gritar con todas mis fuerzas pero no podía. Luego de 5 minutos, en los que las lágrimas corrían por mis mejillas descontroladamente, mis padres entraron al cuarto. Mi madre aparentaba muy cansada, tenía los ojos hinchados y con ojeras. Mi padre tenía arremangada la camisa y se veía en peores condiciones que mi mamá.
-Mi niña -susurró mi padre-
-¿dónde está mi hermana? -volví a hacer la misma pregunta-
-cariño -susurró mi madre- tu hermana... -Las lágrimas se apresuraron a interrumpir la frase y entonces supe lo que se venía. Mi padre tomó a mi madre y la llevó a su hombro-
-¿qué pasa? -se me quebraba la voz porque sentía lo que se venía-
-tu hermana... -habló mi padre para tomarse una pausa- está en un lugar mejor.
Me tomó un segundo analizar lo que escuchaba. Y ni siquiera me limité a llorar, sino a recordar, recordar todos los momentos que pase con ella, desde que tenía memoria. Recordar lo mucho que le gustaba acariciar mi pelo porque lo encontraba muy suave. Recordar como me contaba sus cosas, sus miedos. Recordar aquellas noches en las que nos quedamos sola y mirabamos peliculas hasta el amanecer. Recordar la primera vacación que pasamos junta, en la casa de verano junto al lago. Recordar aquella vez en la que me sentía tan mal psicologicamente, que en vez de llevarme al colegio, nos escapamos a la ciudad más cercana. Recordar al primer novio que me presentó y que a mí no me había caído nada bien. Recordar los abrazos, las risas, los llantos, recordarla a ella.
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Guerrera - (En edición)
Teen Fiction''No todos pueden super su propio pasado'', me repetía una y otra vez en mi mente mientras las lagrimas se acumulaban en mis ojos, sin poder olvidar aquella horrible noche en la que mi vida se convirtió un maldito infierno. No sabes que de un segun...