Capítulo 12.

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A penas la luz del sol se hacía aparecer mi madre se hacía presente con 2 maletas, una de un color negro y la otro de un color púrpura. Saque la ropa con la que me sentía más cómoda y la puse en una de las maletas, el resto de la ropa la puse en una bolsa de género y se lo regalé a la sirvienta. Guardé todo lo que en realidad me iba a servir y usar. Recordé la caja que había encontrado en el cuarto de Lucía la saqué de la mochila y la puse en una de las maletas cubriendola con un poco de ropa para que no se hiciera notar. Baje en cuanto había terminado y puse las maletas en el auto de Clara, ya que habíamos quedado en que ella me vendría a buscar junto con el camión de mudanzas, este se encargaría de subir todos los muebles de mi cuarto.

Me subí al auto de Clara la cual después de todo no era tan pesada. Conversamos durante el trayecto. Pensé que no era tan cariñosa como lo estaba aparentando ahora. Ella detuvo el auto por un momento y habló.

-Bell, mi hijo no es malo -dí vuelta mi rostro- yo se que quiza no es un tema del que quieras hablar ahora, pero es así como tendrás que vivir ahora, tendrán convivir y tendrás que tolerarlo quieras o no -hizo una pausa- yo se como eduque mi hijo y te puedo afirmar que él te protegerá y que con él te sentirás mucho más segura -me miró durante unos segundos y volvió a conducir-

Nos entrometidos en la ciudad con el camión de mudanzas siguiendonos.

-Llegamos -habló de improviso haciendo que levantara mi rostro quedando completamente sorprendida-

La casa era enorme y la palabra ''enorme'' quedaba pequeña. Desde afuera se podía ver que tenía varios cuartos. A penas me baje del auto pude ver a Jake y a sus padres reír y tanto como Jake se dió cuenta de que yo estaba presente la sonrisa se borró de su rostro y paso a hacer una sonrisa de amabilidad. Clara y su esposo habían entrado a la casa para encontrar a la corredora de propiedades para que nos la enseñara dejándonos a solas con Jake sin cruzar palabra.

-Es un poco grande, ¿no crees? -Me atreví a hablar viendo la casa. Él me miró sorprendido por haber sido yo la que rompiera el silencio-

-¿un poco? por Dios aquí caben 50 personas y más -exageró provocando una sonrisa en ambos-

-Es poco creíble que tengamos que vivir aquí... nunca me imagine vivir en una casa mucho más grande que la mía.

-Yo menos, ahora entiendo porque ayer la llamaron ''mansión'' -hizo pequeñas comillas con sus dedos-

Clara apareció con la corredora de propiedades quien parecía ser una joven muchacha de no más de 20 años.

-Hola, mi nombre es Rafaela -se presentó-

-Isabelle -sonreí amablemente-

-Jake -imitó-

-bueno que les parece si les empiezo a enseñar la casa por fuera -nosotros asentimos y la seguimos, nos dirigimos a la parte trasera de la enorme casa- este es el jardín, incluye una piscina y un lugar para jugar golf al final -señaló con su dedo- y tambien como puede ver tiene una pequeña cancha de tenis -caminó hacia los adentros de la casa entrando por la puerta trasera de esta- esta es la cocina como ven, tiene bastante capacidad -y lo tenía- y esta es la parte del comedor, claro que la tienen que amoblar... en el segundo piso hay 5 habitaciones más la habitación matrimonial  -al escuchar eso mi piel se estremeció- si ven este pasillo -señaló- los habitantes anteriores los usaban para que duerman sus sirvientas -miró su libreta- hay dos cuartos y cada una de ellas tiene capacidad para dos personas.

-¿También puede servir para otras cosas, cierto? -me atreví a preguntar-

-si claro, es su caso -me miro dulcemente y nos siguió enseñando la casa por el resto de la poca tarde-

Cuando la corredora ya había terminado por mostrarnos la casa completa mi madre nos esperaba en la que sería nuestro nuevo comedor con una caja.

-Ábrela -me dijo dulcemente-  

-¿qué es? -quise saber-

-desde pequeña siempre lo pedías -Abrí la pequeña caja para encontrarme con un pequeño gato que me miraba dulcemente. Era de color naranjo con rayas blancas que apenas se hacían notar por su estatura-

Mi rostro de inmediato se llenó de felicidad. Nunca me habían gustado por completo los animales pero los gatos de alguna u otra forma provocaba dulzura en mi. Me atreví a darle un suave abrazo a mi madre y agradecerle-

-¿cómo le pondrás, Bell? -habló Clara luego de que su esposo se fuera por cuestiones de trabajos-

-Bianca -sonreí mirando a la pequeña criatura-

-¿tu segundo nombre? 

-así es.

-Bueno, traje algunas cosas para comer les parece si comemos por aquí ya que aún no hay muebles a parte de las cama.

Mi madre había traído sushi así que decidimos comer en el jardín. Luego de que termináramos de comer y de que mi madre y la de Clara hablaron algunas cosas y de ponerse de acuerdo conmigo para comprar las cosas cuanto antes, se fueron, dejándome a solar a Jake a mi entre medio de un enorme y vacío silencio.

Subimos a las que se suponían eran nuestros cuartos que solo tenían una cama y las maletas. Mi cuarto era bastante, bastante grande, tenía un gran armario para ropa y otro armario para zapatos que incluía los estante y el baño. Todo esto me parecía tan innecesario pero había que acostumbrarse. Me senté en mi cama y vi mi maleta e inmediatamente me acordé de la caja de mi hermana. Me acerqué a esta y la abrí, saqué la caja y me senté en mi cama. 

Recordé a mi hermana y rezaba por encontrar algo que de verdad me sirviera, mi hermana algo había ocultado, algo muy grave y yo tenía que descubrirlo, algo me decía que tenía que hacerlo y lo iba a hacer.

Guerrera - (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora