Capítulo 7.

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-Bien, ¿qué pasa? -pregunté luego de sentarnos en la mesa- ¿por qué está Jake acá?

-¿Así que ya lo conoces? -preguntó la señora que estaba a la derecha de Jake

-Sí -hablé firmemente- ha ido un par de veces a verme a la clínica

-Yo soy su madre, Clara y el su padre, Trevor -indicó al señor que estaba a su lado-

Jake se mantenía cabeza baja, ni siquiera me había saludado ni dirigido la palabra desde que lo ví

-Cariño... 

-me pueden decir de una vez qué está pasando -hablé-

-Tu sabes que tu no puedes elegir con quien casarte y... 

-no querrás que...

-te casarás con Jake -habló firmemente-

No podía procesar lo que mi padre había acabado de decir. Me sentía confusa y todo se me nublaba haciendo que me sentara en la silla en un estado de completa confusión.

-Se tienen que casar, cariño -habló mamá intentando calmar el asunto-

-¡No hables! -la callé antes de que siguiera- ¡primero que todo, no te vuelvas a atrever a llamarme cariño ¿entendiste? ni siquiera me fuiste a ver a la clínica, ni tu, ni papá, fueron! -me tome una pequeña pausa- ¡y segundo... no me casaré con alguien a quien apenas conozco, maldita sea!

-Hija él es..-mi padre de inmediato se puso nervioso-

Jake de inmediato se paró de su asiento mirando a mi padre y cuando pretendía decir algo mi padre lo calló y lo obligó a sentarse.

Jake volvió a bajar la cabeza lo cual me estresa porque necesitaba que alguien me explicara qué estaba pasando. Luego de que sintiera mi mirada, elevó su cara mirándome con ojos de súplica y lo único que pude decir fue:

-¡No te quiero ver en mi casa, no te quiero en mi casa y mucho menos me obligar a casarme contigo! -me levanté del asiento y me acerque un poco a Jake- -¡andate! -él quedó mirando a sus padres por un momento pero aún no sabía que hacer- ¿eres estúpido o qué? quiero que te vayas -volví a gritar-

-tú no echarás a mi hijo de una casa que no es tuya -habló Clara en un tono de ofendida-

-¡no será mi casa pero vivo aquí! -Grite tomándola fuertemente del brazo, abrí la puerta de la casa la cual no quedaba muy lejos del comedor, cuando la puerta ya estaba abierta la saqué soltandola del brazo-

-¡Alfonso! -gritó el padre de Jake a mi padre, detén a tu hija-

-Usted -lo señalé- salga de mi casa, ahora -él me miró durante unos segundos y salió pero antes de irse dijo-

-de todas maneras te casarás con mi hijo -habló con resentimiento-

Jake seguía dentro de la casa. Le dedique una sola mirada de odio para que saliera de mi casa.

-y ni se les ocurra volver aquí -hablé con las últimas fuerzas que me quedaban antes de romper a llorar-

Salí lo más rápido de ahí, subí mi habitación llorando y cerré con seguro mi cuarto. Fuí al baño y también cerré con cerrojo. Me dí cuenta de que no solo estaba llorando si no que también gritando y rompiendo todas las cosas que hace poco había ordenado. Dirigí mi mirada al espejo de cuerpo que tenía, me miré unos segundos y grité, grité y con mi puño rompí el espejo. Me tire al suelo mientras seguía llorando. 

Me tome un segundo para recoger un pedazo de vidrio roto, lo puse en mi brazo y procedí a cortar. El alivio que sentí cuando salía la sangre de mi brazo no la había sentido nunca, así que procedí a seguir cortando la parte de más abajo de mi brazo. Cuando acabe solo me digne a poner un paño encima de las heridas. Me recosté en todo el vidrio roto y seguí llorando deseando y gritando estar muerta.

Desperté alborotada y mi mente de inmediato dijo ''¿una pesadilla?''.

-La pesadilla fue despertar.

Me levante con cuidado de los vidrios rotos y sacando algunos que tenía pegados a mi ropa. Me cambié rápidamente de ropa, colocando algo que me ocultara las heridas por completo. Baje a la cocina en donde estaba la sirvienta.

-Antonia -le dije a la joven llamando su atención-

-¿dígame señorita? ¿la puedo ayudar en algo?

-necesito que vayas a ordenar mi cuarto de baño y no le digas nada a nadie ¿okey?

-sí, señorita, de inmediato.

Caminé hasta el salón donde se encontraba mi madre leyendo uno de sus artículos de ropa.

-que bueno que despertaste, ya era hora -habló- luego del escándalo que hiciste anoche.

-¿y como esperabas que reaccionara?

-me da igual, Isabelle -se tomó una pausa- te casas el miércoles.

-Mamá...

-te casas el miércoles y no quiero ni una palabra más del tema -tiró la revista, se levantó del asiento y se fue- 

Subí rápidamente a mi habitación me puse un suéter plomo que me llegaba hasta el cuello y me tapaba entera. Salí lo más pronto de la casa, tomando uno de lo tantos coches de papá y me dirigí hacía la clínica, necesitaba ver a Nancy. Pasaron unas horas hasta que llegue, entre lo más rápido posible y fui al lugar de consultas.

-Hola, buenas me puede decir donde puedo encontrar a la enfermera Nancy Diaz -la señorita tecleó unas palabras el computador y dijo-

-Piso 3 en el despacho del doctor Alonso -habló amablemente-

Miré el ascensor en el cual había un hombre así que decidí tomar las escaleras. Iba subiendo lentamente por decir de una manera quería correr pero me dolía mucho

-¡Isabelle, qué sorpresa!

-Nancy -susurré-

-Mi niña...

-Me están obligando a casarme -hablé mientras la abrazaba-

-Lo hacen por tu bien.

-¿tú también lo crees?, me quieren arruinar más la vida, eso es lo que quieren, no puedo Nancy, no puedo

-¿cómo sabes que no es un buen chico he?

-no lo sé, Nancy.

Pasamos unos minutos conversando pero me dí cuenta de la hora así que pretendí irme.

-Me tengo que ir, ¿me das tu número?

-Claro. -me pasó un papel con su número-

No quería irme a casa, no por ahora así que solo conduje.


Guerrera - (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora