Capítulo 12: La selkie y el esquimal

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Todo comenzó un día tormentoso, Anori estaba en alta mar junto al resto de la tripulación de un barco pesquero que se mecía violentamente a causa de las olas... Era tan intenso el zozobrar de dicha embarcación que Anari acabó mareándose y cayendo por la borda.

La mar estaba tan agitada que por más que lo intentaba no lograba sacar la cabeza fuera del agua, pues cada vez que lo hacía una enorme ola lo volvía a sumergir. Desesperado y angustiado por estar quedándose sin oxígeno, luchaba desesperadamente por sobrevivir pero cada vez se le nublaba más la vista y se empezaba a quedar sin fuerzas...

Cuando abrió los ojos estaba en un pequeño islote, aunque estaba muy confuso porque se daba por muerto. Junto a él había una piel de foca y una hoguera con varias sardinas ensartadas en un palo asándose en ella.

No sabía quién le había salvado ni si aquellas sardinas eran para él, pero el estómago le rugía y no pudo resistirse. Mientras comía aquellos espetos oyó los pasos de alguien que se acercaba. Aunque estaba tan hambriento que no permitió que aquello le hiciera parar de comer.

-¿Está bueno? -Preguntó una dulce voz mientras se acercaba.
-Sí, gracias por salvarme y darme de comer. -Contestó Anari mientras seguía comiéndose rápidamente aquellas sardinas asadas.
-Solo he hecho lo que hubiera hecho cualquiera. -Dijo la bella joven esbozando una sonrisa antes de sentarse frente a él.

Anari se fijó en que usaba aquella piel de foca sin curtir como prenda (pese a ser una prenda muy rudimentaria y tosca). Nunca había visto antes a una mujer tan bella y divertida, pero a la vez tan enigmática, pues a pesar del diminuto tamaño del islote por el día desaparecía y reaparecía al ocaso con algún pescado para comer y algo de leña mojada.

Pasaron semanas allí hasta que finalmente apareció un barco en el horizonte, Anari comenzó a hacerle señas entusiasmado pero pronto recordó que su salvadora no estaba en el islote e hizo a la gente del barco esperar hasta al atardecer (pues se negaba a marcharse sin ella). Mas la joven no apareció y Anari tuvo que marcharse a regañadientes (ya que quería seguir esperando pero los marineros no podían perder más tiempo allí).

Anari volvió a Groenlandia, su tierra natal, pero no podía evitar pasear todas las noches por la playa con la esperanza de volver a ver a aquella chica, pero pasaron días, semanas, meses... y nada.

Sin embargo, un año después volvió a verla caminando por su pueblo agarrada al brazo de Malik, el dueño del faro. Al parecer se habían casado hace poco.

Anari sintió cómo se le rompía el corazón al instante, sus mejillas se empaparon de saladas lágrimas y su labio inferior comenzó a temblar... No podía evitar ver aquello, así que salió corriendo de allí.

Sus amigos, preocupados por su profunda depresión, lo llevaron a una taberna para intentar animarle, más tuvieron la mala fortuna de que se diera la coincidencia de que Malik estaba allí mismo bebiendo con unos marineros y alardeando de su esposa.

Anari, cansado de oír comentarios de mal gusto, salió a tomar el aire. Deambuló sin rumbo por todo el pueblo sin percatarse de que sus pies lo estaban llevando hacia el faro. Cuando se vio frente a él, sintió un nudo en la garganta pero una difícil disyuntiva se hacía eco en su cabeza, librándose en su interior una guerra entre llamar para hablar con ella y evitar el dolor que sentiría al volver a verla... mas sus pies estaban inmóviles sintiéndose incapaz tanto de marcharse como de avanzar hasta la puerta del faro.

Sin embargo, el fuerte ruido que oyó le hizo entrar corriendo temiendo que le hubiera pasado algo a su amada. Cuando entró vio que todo estaba revuelto y desordenado, así que su cabeza se imaginó lo peor pensando que podría haber entrando algún ladrón.

Cautelosamente buscó por toda la casa hasta que encontró a aquella mujer de la que se había enamorado rebuscando entre un montón de ropa.

-¿Qué haces? -Preguntó Anari confuso.
-Estoy buscando algo. -Dijo ella sin levantar la vista del montón de ropa.
-¿Eres una ladrona? ¿No sé de qué me sorprendo si apenas sé nada de ti? y aún así como un tonto me enamoré de ti... -Comenzó a decir Anari, incapaz de disimular el dolor que sentía.
-No soy una ladrona, solo quiero recuperar lo que es mío. -Dijo Sakari tras volverse para mirarle.

Al ver sus lágrimas Anari comprendió por sus lágrimas que decía la verdad. Sin preguntar nada más, se puso inmediatamente a ayudarla a rebuscar por toda la casa.

Mas, aunque lo pusieron todo patas arriba, no encontraron nada. De repente, se escuchó que alguien dio un portazo.

-¡¿Me estás robando?! -Gritó Malik mientras apuntaba con una pistola a Anari.
-Tranquilo, solo he entrado porque vi a alguien vestido de negro saliendo de aquí. -Respondió Anari inventándose una excusa al instante.
-¿¿Dónde está?? -Preguntó Sakari frustrada y enfadada.
-¿De verdad crees que perdería de vista algo tan importante? -Dijo Malik tras sacar de su mochila la piel de foca que Anari vio en el islote.

Anari no sabía qué pasaba pero poco importó, pues Malik disparó sin decir nada más. El joven esquimal cerró los ojos creyéndose muerto, pero por suerte la gran cantidad de alcohol que Malik había consumido afectó a su puntería y erró todos los tiros.

Al oír que el cargador de su arma estaba vacío, corrió hacia el antes de que pudiera recargarla y le tiró al suelo saltando sobre él. En medio del forcejeo consiguió quitarle la pistola mientras Sakari le robaba de la bolsa la piel de foca.

Tras conseguirla miró a Anari fijamente a los ojos, sin saber qué hacer, mas pronto el joven se quitó de encima de Malik y la cogió de la mano para salir los dos corriendo de allí.

Malik les persiguió arma en mano por toda la playa hasta que finalmente alcanzó a Anari. Al verlo solo comprendió que la bella selkie había vuelto a introducirse en su piel de foca para adoptar la forma de dicho animal y poder huir nadando de allí.

Cuando Sakari le contó que verle tantas noches esperándola en la playa le había conmovido tanto que le hizo darse cuenta de que ella también le amaba pero cuando llegó a la playa para buscarle Malik le robó su piel de foca (las selkies eran criaturas mitológicas con la capacidad de cambiar de forma pero que se veían obligadas a cumplir todas las órdenes de quien tuviera su piel de foca) todo cobró sentido en la cabeza de Anari.

Malik se acercó lentamente a Anari para asegurar de no fallar esta vez. Mas, cuando estaba a punto de apretar el gatillo, una foca saltó hacia él y le mordió el brazo. Anari quedó atónito al ver cómo lo arrastraba hasta el mar y los dos desaparecían entre las olas.

La gente encontró al día siguiente el cadáver de Malik pero pensaron que había sido todo un accidente causado por querer nadar bajo los efectos del alcohol.

Según cuentan, Anari se hizo cargo del faro para vivir cerca de la playa junto Sakari, con quién se casó y vivió felizmente llegando incluso a tener varios hijos con ella.

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