Capítulo 20: La leyenda del Jin y la pluma mágica

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¿Sabías que en España todo un pueblo fue excomulgado en el siglo XVI y que aún a día de hoy sigue excomulgado?

Esta historia (al igual que la Leyenda del Sacamantecas) se ambienta en ese pueblo llamado Trasmoz.

Todo empezó con un humilde monje que un siglo después de que dicho pueblo fuera excomulgado se planteó si de verdad se celebraban aquelarres en él y decidió visitarlo para investigar un poco. Al llegar al monasterio de Veruela lo encontró abandonado, todo estaba revuelto y las plantas habían conquistado gran parte del edificio.

Tras buscar durante horas encontró varios diarios de alguno de los monjes que vivían allí que hablaban sobre extrañas presencias. ¿Acaso se referían a fantasmas, a demonios o a otra clase de seres paranormales?

Mientras leía, notó que la temperatura de la habitación descendió de repente y una extraña niebla comenzó a avanzar por el suelo del lugar... Asustado, empezó a temblar de miedo y agarró con fuerza su rosario mientras rezaba pidiendo a Dios que le protegiera.

-¿Qué haces aquí? Los tuyos ya han hecho bastante daño a este pueblo. -Dijo una siniestra y grave voz que interrumpió los rezos del monje.
-¿¿Eres un siervo del maligno?? -Preguntó el monje mientras apuntaba con su cruz hacia el lugar de donde creía que provenía aquella siniestra voz.
-No soy más que un Jin que mora en este abandonado monasterio. -Contestó la extraña presencia tras volverse visible.
-¿Piensas hacerme daño? -Preguntó el asustado monje.
-Depende de tus intenciones y de la nobleza de tu corazón. -Respondió el Jin.
-Sólo he venido para investigar porqué se excomulgó a todo el pueblo. -Tartamudeó el aterrado monje.

El Jin guardó silencio durante unos segundos como si estuviere pensando si creerle o no. Finalmente, decidió ponerle a prueba dándole una extraña pluma dorada con la capacidad de hacer realidad todo lo que se escribía con ella si alguien lo leía.

El monje al principio se mostró algo escéptico pero trató de comprobarlo escribiendo en una amarillenta hoja arrancada del diario que estaba leyendo y puso que el monasterio recuperara su esplendor de antaño. En un abrir y cerrar de ojos aquel lugar estaba como si lo hubieran construido hace nada, pues no había rastro alguno de vegetación salvaje ni de polvo.

El Jin se alegró de que aquel monje pasara la prueba pero cuando le pidió que le devolviera aquella pluma el monje se negó y escribió en una hoja que aquel incorpóreo ser no pudiera hacerle nada. Furioso, el Jin le amenazó con que ya nunca podría dormir tranquilo pensando que en cualquier momento lograría vengarse de él.

Sin embargo, pese al lúgubre y siniestro tono de voz del Jin, el monje se creía todopoderoso con aquella pluma y le había cegado tanto el poder que llegó a escribir para hacer desaparecer a todas las criaturas no aceptadas por la religión católica así como al resto de religiones...

Por desgracia para él, aquella falsa ilusión de poder que le hacía sentirse intocable hizo que con los años se confiara y descuidara aquella pluma que siempre llevaba encima, de manera que un ladronzuelo se la arrebató fingiendo abrazarle para felicitarle por su repentino ascenso a pontífice.

Al cogerla, aquel hombre sintió como resonaba en su cabeza la voz del Jin susurrándole que escribiera "que se deshaga todo lo que escribió el ambicioso monje". Al hacerlo, el monje se encontró de nuevo en el monasterio de Veruela.

Nadie sabe qué fue de aquel monje... pero algunos dicen que el Jin lo castigó obligándolo a arreglar el monasterio y velar, tanto en la vida como en la muerte, porque siempre estuviese impecable la morada de aquel Jin.... también se dice que aquella pluma mágica existe desde el albor de los tiempos y le achacan todo tipo de sucesos inexplicables, pero, lo más inquietante es que cuenta la leyenda que este mismo libro que ahora lees fue escrito en su día por ella y que por tanto cualquier de las criaturas que aparecen en él pueden encontrarte algún día, pueden aparecer cuando menos te lo esperes y hacer realidad tus peores pesadillas...

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