No podía dejar de pensar en ello.
Había dormido muy poco. Mejor dicho, no había dormido absolutamente nada. Y justamente hoy, domingo, su día de descanso; no había podido concebirse ni un segundo más en la cama. Salió de ella corriendo, necesitando espabilarse y sacarse de la cabeza el cúmulo de pensamientos que lo atormentaban.
Después de un baño de agua helada ―no una de sus mejores ideas―; bajaba con cuidado las escaleras. El olor a desayuno inundaba todo el lugar. Podía oír ruidos provenientes de la cocina. Su madre debía de haberse levantado temprano y de muy buen humor. Por lo menos, ella podía darse ese lujo.
Se encontró con su imagen, sus cabellos castaños con reflejos rubios. Su ropa de dormir aún puesta, debajo de su delantal favorito; uno que tenía un estampado de animal print. Sonrió ante esa imagen. Su madre tenía una seria ―clínica― obsesión con ello.
―Buenos días ―dijo, abriéndose paso hasta la barra que separaba la cocina de la sala de estar.
―Buenos días, cariño ―le respondió sonriendo, dándole una rápida mirada―. ¿Dura noche?
¿Dura noche? ¿A qué estaba haciendo referencia con ello?
―¿Cómo dices? ―había quedado fuera de sí.
Ella giró uno de los panqueques que estaba cocinando.
―Te pregunto si pasaste una dura noche ―le repitió, su tono se mantenía demasiado calmado. Concentrada en lo que estaba haciendo―. Tienes cara de estar realmente cansado. Además, ¿levantarte tan temprano un domingo? Inclusive para ti, es raro.
Sintió un leve alivio.
―No es taaaaan temprano ―intentaba matizar su voz, se había colocado muy ansioso―. Son casi las ocho de la mañana.
―Claro. Ocho de la mañana ―bufó ella―. Te estoy escuchando andar en tu cuarto desde un poco antes de las seis.
Mierda.
―¿Tienes algún problema, cariño? ―le inquirió. Colocando el panqueque sobre la cima de los que ya se encontraban listos―. ¿Va todo bien con las pasantías?
―Las pasantías van magnificas. No es eso.
―Entonces, ¿definitivamente es algo?
―Quizás solo sea un poco de estrés. He escuchado que el estrés conlleva a crisis de insomnio.
―Entonces, deberías bajar un poco la intensidad de todo ―le aconsejó, buscando algunas frutas en la refrigerador―. Verás, tú trabajo es importante. Pero no quiero que te enfermes por ello ―hizo una pausa, su hijo hizo un ademán en comprensión―. ¿Vas a comer?
―Sí. Por favor ―le dijo, mientras ella le servía un plato―. ¿A qué debemos la ocasión especial?
―Podrías decir que ha sido una muy buena semana.
―Fuerte semana, querrás decir.
―Y pues sí. Ha sido bastante movida. Pero ha dejado muy buenos frutos. Estoy muy contenta con ello.
―Me alegra mucho, mamá.
―Me gustaría compartir este desayuno entre los tres ―soltó de golpe, como si fuera un simple comentario. Mientras se sentaba frente a su hijo y daba un bocado a su plato―. Pero tú hermana quién sabe a qué hora se levante. Te lo juro. Realmente no sé en qué punto cambió tanto.
―¿A qué te refieres?
―La noto muy alejada.
―Mamá. ¿Estamos hablando de la misma persona?
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Y Sin Quererlo, Me Enamoré
Novela Juvenil¿Qué poder tiene el Universo para conspirar a nuestra suerte y volver todo nuestro mundo cuesta arriba? Axel es el chico perfecto, sólo a pasos de terminar su carrera universitaria, perfectas calificaciones y con la oportunidad de realizar sus p...