Capítulo X

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―¡Oye! ―lo llamó su hermana, mientras él estaba hecho un lío con todas las cosas que tenía que cargar―. ¿Crees que puedas darme el aventón hasta la Facultad?

―¿Es en serio? ―inquirió con cierto desconcierto.

―Vamos ―animó ella, con un tono de desdén―. Te queda en el camino, no seas tan...

―No. No ―la calló él―. Está bien. Es sólo que... Pensé que no te gustaba que yo fuese contigo a... Veamos, ¿ningún lugar?

―Tengo un súper examen importante, ¿vale? ―soltó ella―. Todos parecen estar ocupados, además, mamá salió muy temprano al trabajo.

―Ya lo creo que sí.

―¿Entonces...?

―Me parece bien ―dijo él, al tiempo que comprobaba todo―. ¿Estás lista? Voy de salida, tengo unas cosas que hacer antes de llegar a la Multinacional.

―Busco mi bolso y salimos.

―Rápido, Amanda.

Y sin decir más ella dio camino por las escaleras, mientras que Axel sentía los minutos como horas. Tomó su teléfono y chequeó los mensajes. No había nada. Nada de su mamá. Nada de Jordi. Nada de Camila.

De ellos tres, la más preocupante era la última. Habían pasado casi dos semanas desde que había tenido esa molesta conversación con ella. De verdad hubiese querido que las cosas resultaran diferentes, pero nada lo iba a cambiar. Habían conversado un tanto luego de ese día, pero aún habían demasiadas cosas que no habían sanado, y aunque para él fuese un poco más sencillo pensar en pasar la página ―una que nunca debió haber sido escrita―, para ella era todo era mucho más complicado y él debía respetar eso.

―Pensé que ya estarías en el auto ―admitió su hermana, cuando vio a Axel mirando pensativo su móvil.

―Te estaba esperando, vamos.

Y sin decir más salieron de la casa.

***

―¿Podrías bajarle un poco a la música? ―pidió él con cierta molestia, a lo que paraba en un semáforo―. Es un tanto alto para las siete de la mañana.

―Dejé mis audífonos en casa ―se quejó ella―. Me hiciste salir demasiado rápido.

―¿Querías el aventón?

―Como sea.

Él sonrió un segundo, era en cierto modo gracioso. Amanda sin sus audífonos era algo impensable, y la forma en cómo trataba de compensarlo con una emisora bastante mala, era un poema.

―¿Estás molesto con Camila o algo?

―¿Cómo dices? ―inquirió de golpe, mientras que la luz cambiaba a verde.

―Tengo semanas que no escucho de ella. Y que no la veo por la casa. O que mencionas que van a salir. ¿Pasó algo?

―¿Por qué debería de pasar algo? Simplemente, estamos muy ocupados.

―Sí, claro... Han estado ocupados antes y eso no ha pasado.

―Vale ―cortó él―. ¿Y desde cuándo te has vuelto tan observadora de mi vida y mis amistades?

―Sólo quería sacar un poco de conversación, ¿está bien? ―volvió su mirada hacia la ventana―. Es sólo que, si no tengo mis audífonos y no puedo colocar buena música, podría al menos conversar contigo...

―¿Te pasa algo?

―¿A mí? ¿Por qué debería de pasarme algo?

―No suenas mucho como Amanda ―calló por unos segundos, mientras miró la expresión de obstinación de su compañera―. ¿Quién eres? ¿Y qué has hecho como mi hermana?

Y Sin Quererlo, Me EnamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora