El tono del teléfono se sincronizaba con los latidos de su corazón.
Dios. ¿Por qué tenía que estar tan nervioso?
―¿Hola? ―se escuchó decir al otro lado de la llamada.
―Ho... Hola ―se obligó a recordar cómo hablar―. ¿Camila?
―¿Axel? ―inquirió ella sorprendida―. Pensé que no iba a saber más nada de ti. ¿No has tenido tiempo si quiera para enviarme un mensaje?
―No me creerías si te lo contara ―y realmente no iba a poder creerlo, y él tampoco iba a contárselo―. Ha sido una locura. Como que escuché tu mensaje la otra noche.
―Sí... Bueno, como que tuve que hacerlo ―confesó―. No conseguía la manera de que contestaras el teléfono. Disculpa si te he molestado.
―No. No lo has hecho.
―Oye, ¿pasa algo?
―¿Algo?
―No lo sé ―su voz era dubitativa, intentando encontrar las palabras―. La última vez que pasamos tanto tiempo sin hablar fue cuando tú papá... Bueno, ya sabes ―hizo una pausa―. No quiero que lo de esa noche...
―No ―la cortó de golpe, no quería tocar ese tema―. No te hagas lío. Sólo he estado muy ocupado. Y sí. Claro que podemos vernos este finde, ¿te parece bien el domingo?
―¿El domingo?
―Sí ―afirmó rápidamente―. El sábado he quedado con los chicos.
―Oh. Por. Dios. ¿Noche de fraternidad? ¿No se habían acabado ya?
―Parece que no.
Escuchó a Camila reír al otro lado del teléfono.
―Pensé que odiabas ir a esas reuniones.
―Que lo haga no significa que no quiera pasar un rato con los muchachos ―atisbó con una media sonrisa―. Son los chicos, después de todo.
―Vale, entonces. El domingo me parece bien.
―Está bien ―un silencio incómodo los envolvió―. Eh... Creo que voy a dejarte. Tengo algunas cosas que hacer para mañana. El trabajo solo crece y crece.
―Okey. Yo también tengo que seguir estudiando para un largo examen, supongo... ―calló por unos segundos―. Buenas noches. Te quiero.
―Yo también te quiero, Cami ―dijo finalmente, sabiendo el significado que esas palabras podrían tener para ella―. Buenas noches.
Y sin esperar algo más, colgó.
***
―Una nueva ronda de cervezas y snacks ―pidió León, una vez que el chico llegó hasta su mesa.
―Oigan. No quiero ser aguafiestas... ―inició Axel.
―No ―lo calló Hernando―. Simplemente no. No queremos que digas absolutamente nada. Un par de cervezas no van a emborracharte, Axel.
―Además ―atajó León―. Es noche de fraternidad. ¿Vale? Teníamos tiempo que no nos reuníamos. Hay que celebrarlo.
―Yo sólo... ―los chicos lo acribillaron con la mirada―. Vale, supongo que una ronda más estará bien.
Axel estaba en completa desventaja, y ahora que lo ponía todo en perspectiva se daba cuenta de ciertas diferencias. Allí estaban León, Hernando y Luis. Mirando de reojo un partido de fútbol en una de las grandes pantallas del local deportivo. Discutían sobre varias jugadas de las cuales él no tenía ni idea, y realmente no le importaba. Siempre se había sentido aparte de todo eso. Y si simular interés era el precio que tenía que pagar por estar con sus amigos, bien estaba dispuesto a hacerlo.
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Y Sin Quererlo, Me Enamoré
Novela Juvenil¿Qué poder tiene el Universo para conspirar a nuestra suerte y volver todo nuestro mundo cuesta arriba? Axel es el chico perfecto, sólo a pasos de terminar su carrera universitaria, perfectas calificaciones y con la oportunidad de realizar sus p...