Capítulo XVII

93 14 24
                                    

No sabía el lugar en el cual quería estar en ese preciso momento, pero seguro como el infierno que junto a Felipe en la sala de conferencias, no era.

―¿Yo? ―inquirió la voz a su lado, completamente atónita.

―Sí, Felipe ―confirmó el hombre, tratando en ese momento de evitar la mirada hacia Axel, lo cual él realmente agradecía―. Luego de una deliberada decisión has sido seleccionado para entrar al grupo de trabajo. Felicitaciones.

―Gracias. Yo... ―sus palabras no podían encontrar salida―. Realmente es una gran oportunidad. Gracias por ello.

Si Axel pudiese pedir un deseo, sería desaparecer. Más bien, si pudiera pedir una sola cosa por el resto de su vida justo ahora, pediría no tener que estar en ese lugar, un lugar que por semanas había sido su favorito y de pronto le era insoportable.

Trató de componerse tanto como pudo, mostró una sonrisa, aunque realmente dudaba que se viese aunque fuese un poco genuina. Y no quería que hubiese un malentendido, no es que Felipe no se lo mereciera, no es que él no hubiese sopesado esa posibilidad, no es que no hubiese tratado de hacer las paces con eso antes... Es que simplemente, en ese momento todo eran suposiciones y en este momento era real.

No lo habían elegido a él.

―Felipe... ―dijo en un hilo de voz, el cual trató de controlar―. Felicidades. Realmente lo tienes bien merecido.

―Muchas gracias, Axel. De verdad que sí.

―Axel ―atajó su atención el ingeniero―. Créeme cuando te digo que nos hubiese encantado tenerlos a ambos aquí. Hiciste un trabajo impecable, simplemente es algo que se nos escapa de las manos.

―No, no pasa nada ―dijo rápidamente, tratando de mostrar el mejor semblante―. Lo entiendo. Perfectamente. Por el contrario, estoy muy feliz por haber formado parte de esta oportunidad.

―De cualquier manera ―indicó ahora la mujer morena―. Aún les quedan un par de días como pasantes. Ya la próxima esperamos que te incorpores completamente en tus funciones Felipe ―hizo una pausa, mientras que le sonreía de nuevo―. Por tu parte, Axel. Un gusto haberte tenido aquí. De verdad una pena no poder tenerlos a ambos.

―Al contrario, gracias a ustedes.

―Vale ―le sonrió, sin embargo no sabría decir si había sido sincera o simplemente por cortesía―. Ahora sí, tengo... Tenemos que irnos. Vamos fuera de reloj para nuestra reunión.

―Cierto ―comentó el hombre una vez que checó la hora―. Vale, espero entonces que todo esté realmente bien. De nuevo felicidades a los dos, han hecho un trabajo excelente.

―Gracias, muchas gracias ―se apresuró en decir Felipe―. No voy a decepcionarlos.

―Eso esperamos, chico ―dijo finalmente ella, una vez que salió del recinto.

La puerta se cerró tras de ellos, y aunque Axel no lo hubiese pensado, había algo mucho más incómodo que estar ellos cuatro en un mismo lugar luego de escuchar lo que había escuchado; y era estar solo con Felipe.

―¡Santo Cielo! ―dijo de pronto, sin poder creerlo―. No puedo... Vale, realmente pensé que el puesto sería para... ¡Oh, por Dios! No puedo creer que haya pasado eso.

―Felicitaciones ―le dijo Axel de nuevo, mientras un remolino de sentimientos lo azotaba―. De verdad que te mereces ésta oportunidad. Simplemente no la desaproveches, ¿vale?

―Me hubiese gustado que ambos pudiéramos seguir, ¿lo sabes?

―No... ―lo calló rápidamente―. No vayamos a eso. Esperábamos que fuese así, pero sabíamos cómo serían las cosas desde hace tiempo. Y esto es lo que ha pasado, todo bien.

Y Sin Quererlo, Me EnamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora