La música retumbaba en medio de la oscuridad y las luces.
En ese momento recordó lo que su hermana había dicho. No había forma de que unos padres, por más liberales que fueran, permitieran tal desorden. ¿Realmente sería la casa de Javi o era una mentira?
Se deshizo del pensamiento rápidamente a la vez que nadie pareció darse cuenta de su entrada. ¿Sería que debía de buscar a Amanda y salir ambos de aquí? Este no era un ambiente sano para nadie, y eso lo supo cuando un extraño olor comenzó a llegar hasta donde él se encontraba.
Buscó también por Jordi. ¿Por qué lo estaba buscando a él? Y a todas estas, ¿por qué este muchacho parecía siempre estar pendiente de cada paso que daba? No podía ser una coincidencia que dos veces en el mismo día se lo hubiese encontrado. ¿Qué era lo que estaba pasando con eso?
―Oye... ―escuchó decir a un chico que rápidamente lo señaló―. ¿Ese no es el tipo que estaba esta tarde en la plaza?
―Creo que más bien es tú hermano ―resopló otra.
―¿Qué estás dicien...? ―Amanda rápidamente volvió su mirada hasta donde Axel estaba. Ahora llevaba una chaqueta y una gorra con las cuales no había llegado.
―¿Qué demonios estás haciendo aquí, Axel? ―le reprochó cuando se encontraron frente a frente.
―Vine contigo, ¿recuerdas? ―le soltó él, casi gritando por encima de la música.
―Pensé que habías dicho que no querías entrar ―le recordó con desaire―. Supuse que estarías haciendo cualquier otra cosa en este momento, por favor, sólo vete.
―¿Pero por qué tienes que botarlo? ―interrumpió una tercera voz, recientemente conocida.
―Él tiene que irse, Jordi ―reprochó Amanda, mirando por detrás de Axel.
―¿Sabes qué creo? ―volvió a intervenir, ésta vez acercándose con un grupo de tres chicos, distintos entre sí, pero parecían muy inmiscuidos en la fiesta―. Que tú hermano es mucho más divertido de lo que tú crees.
―Cómo digas ―finiquitó ella, volviendo sus ojos contra Axel―. Mira, si te quieres quedar es tú asunto. ¿Sólo no me des problemas, vale?
―Amanda, no creo que debas...
―Cero problemas. Nada va a pasar.
Y sin hacer un nuevo comentario, volvió con el grupo de chicos con los cuales estaba. Axel se había quedado en el lugar. ¿Qué se suponía que iba a hacer? Seguro como el infierno que no iba a llamar a su madre. Elena era capaz de invadir la casa y desalojarla. No podía hacer eso.
Pensó en hacerle caso a su hermana, de cualquier manera, no sabía por qué demonios había entrado a la fiesta, no pertenecía a ninguna parte.
―¿Vas a irte? ―inquirió uno de los chicos que se había quedado a su lado, de los que venían junto con Jordi.
―Sí, creo que es lo mejor...
―No, viejo ―le atajó otro―. No puedes irte ―continuó mientras le acercaba un vaso lleno de algún licor―. ¿Quieres?
Axel negó el ofrecimiento.
―¡Aburres a morir, hermano! ―soltó el primero que le había preguntado―. Jordi, ¿vas a dejar que éste se vaya así como así?
Él sonrió.
―Los chicos quieren que te quedes ―dijo simplemente―. Las chicas quieren jugar un rato al otro lado de la sala, ¿te animas?
―Fabiola es demasiado caliente, hermano ―el que le había ofrecido la bebida parecía estar imaginándola―. En serio, no sabes qué es caliente hasta que la conoces.
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Y Sin Quererlo, Me Enamoré
Ficção Adolescente¿Qué poder tiene el Universo para conspirar a nuestra suerte y volver todo nuestro mundo cuesta arriba? Axel es el chico perfecto, sólo a pasos de terminar su carrera universitaria, perfectas calificaciones y con la oportunidad de realizar sus p...