Capítulo XVIII

105 16 56
                                    

Intentó esconder el teléfono entre las sábanas, sin saber por qué lo hacía ya que lo que había sucedido no tenía ningún tipo de vuelta atrás. Su corazón palpitaba demasiado rápido, su boca se había secado de golpe, y sentía como si su estomago lo estuviera consumiendo desde dentro.

¿Cómo había sido posible que esto pasara? Demonios. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a poder solucionar esto? ¿Por qué se había vuelto tan descuidado con toda la situación?

―¿Axel? ―inquirió ella, dejando detrás la puerta y caminando cerca de donde él se encontraba, mirándolo fijamente―. Estoy esperando una respuesta.

―Mamá, yo... Yo no...

―¿Tu no, qué? ―insistió, su voz sonaba un poco molesta―. Te acabo de escuchar decir que tenías un novio. ¿Qué se supone que significa eso?

―No es lo que tú crees que... Yo... Yo no estaba hablando, no me refería...

―¿No te referías a qué? No trates de hacerme girar en círculos con esto. Necesito que me expliques qué acabo de escuchar. Axel, ¿acaso tú...? ―calló ante el pensamiento.

Él no respondió.

¿Qué iba a decirle? ¿Iba a mentirle? ¿Eso era lo que realmente quería hacer?

Quería poder mirar a la persona más importante que tenía, a la persona en la cual se había refugiado hace pocos momentos, con la que se había sentido seguro. ¿Realmente quería decirle que todo era un malentendido? ¿Realmente valía la pena esconder quién era? ¿Un minuto de paz valdría el hecho de condenarse luego?

―Mamá, yo puedo explicarte lo que está pasando. Lo que has escuchado.

―Es que realmente eso necesito, hijo ―soltó ella, con una ansiedad creciente en la voz―. ¿Cómo es eso de que tienes un novio? ¿Cómo es eso que lo amas?

Diablos. Quería hablar pero por qué era tan jodidamente difícil. Sentía que no podía pronunciar absolutamente nada más, su cara comenzó a volverse muy pesada, caliente. Podía sentir cómo todo su cuerpo reaccionaba ante la presión y la ansiedad que esto le estaba causando. No podía mirarla de frente, eso lo ponía peor. Dirigió su mirada a todos los lugares, y tomó una gran bocanada de aire mientras cerraba sus ojos.

¿Iba a hacerlo? ¿Realmente iba a hacerlo?

―Mamá... ―inició, tratando de articular tan bien cómo podía―. Es... Bueno, vale. Es... Es cierto lo que has escuchado.

―¿Cierto? ―preguntó ella, alzando un poco la voz. Él no quería verla, no podía verla―. ¿Acaso me estás diciendo? Axel... ¿Acaso me estás diciendo que te gustan los hombres? ―hizo una pausa―. Axel, ¿eres gay?

Y nuevamente estaba la preguntaba, pero sonaba tan distinta, todo era tan distinto a como había sido con los demás. Su madre se encontraba consternada, como si la noticia que estuviese escuchado la hubiese sacado completamente de órbita, como si no encontrara la forma de procesarlo. Como si realmente, no estuviese en sintonía con ello.

―Yo... No... Yo no lo sé.

―¿No lo sabes? ―inquirió nuevamente, ésta vez él vio cómo se levantaba y comenzaba a dar vueltas sobre sí misma llevándose las manos a la cabeza, tratando de encontrar un punto de control ante el momento―. ¿Cómo que no lo sabes? Hijo, pero... ¿Te gustan los hombres? ¿Tienes un novio? ¿Cómo que no lo sabes?

―Y sí... Tengo un... novio ―no había sido tan difícil pronunciar esa palabra hasta ese momento―. Y sí. Estoy... Vale, mamá. Sé cómo se escucha pero no quiero etiquetarme, solamente sé lo que siento y es eso...

Y Sin Quererlo, Me EnamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora