Capítulo 1

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[Las canciones que pondré al principio de algunos capítulos son de la playlist de la historia]
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El inicio de todo

[Las canciones que pondré al principio de algunos capítulos son de la playlist de la historia]——————El inicio de todo

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Bajé las escaleras hacia la cocina dónde me encontré con mamá moviéndose por toda la cocina.

—Mamá, ¿has visto mi suéter…? ¿Y qué tanto haces? — pregunté confundida al verla tan apurada

—Cocino, ¿qué no es obvio? Y si buscas el suéter que usas para tu entrenamiento, está lavándose — respondió sin despegar la mirada de la masa

—De acuerdo, y ¿por qué cocinas tan apurada?

—Bueno ya que estás tan interesada por saber… Tendremos un nuevo vecino, en la casa vacía de a lado y quiero darle la bienvenida

—Así que… ¿Haciendo la acción del día? — cuestioné con burla — Que buena samaritana madre

— Hay un Dios que todo lo ve y te seguro que te irás al infierno por burlarte de la mujer que te dio la vida

—Bueno, supongo que nos veremos allá — me mofé

—¡Ya te dije! ¡Hay un Dios! — gritó indignada

Me encogí de hombros y me dispuse a salir de la cocina cuando me detuvo.

—Madre tengo que hacer tarea, ¿qué necesitas?

—Necesito que me acompañes con el vecino

—¿Y yo para qué quiero darle la bienvenida a un anciano solitario? — pregunté con fastidio

Tenía mil cosas por hacer y darle la bienvenida al vecindario a un hombre que no es de mi interés en absoluto no me parecía una idea muy atractiva. 

—Sí no tengo otra opción… — tomé una manzana del fruto y subí a mi habitación a esperar a que mamá me llamara para ir con el vecino

Al entrar a mi habitación me dejé caer sobre mi desordenada cama y antes de poder ahogarme con la manzana me levanté nuevamente y sin nada que hacer vague por la habitación hasta terminar de pie junto a la ventana. Desde mi sitio pude ver la casa que sería habitada por “el nuevo vecino”. En el jardín delantero ya hacían hombres uniformados cargando muebles que sacaban que un camión de mudanza, seguí observando, especialmente los muebles que sinceramente me parecían lindos y para nada eran muebles que un anciano compraría.
Mi mente no se despegó ni un momento de aquel jardín y me esforcé para ver lo más claro posible lo que pasaba ya que mi ventana tenía mejor vista hacia la ventana de aquella casa y no al jardín. Observé con atención con la intención de saciar mi chismosa interna y así desaburrirme un poco antes de iniciar con la tarea. Los minutos transcurren y la manzana sé termina y yo sigo esperando algo interesante, y hasta el momento no había visto ni siquiera al nuevo vecino y cuando por fin estoy por retirarme de la ventana veo a alguien salir de la casa. Un hombre bien vestido salió para hablar con uno de los hombres de la mudanza, me daba la espalda y lo único que pude ver fue su cabello castaño claro y un poco de su barba en el momento en que giró la cabeza de perfil para apuntar a la casa. El desconocido dijo unas palabras más para luego adentrarse a la casa, asomé un poco mucho mi cuerpo por la ventana en un intento de poder tener una mejor vista, pero nada, no podía ver nada.
Aún con medio cuerpo en el aire, comienzo a sentirme frustrada por perder al susodicho de vista, o eso crecía ya que nuevamente aparece en mi campo de visión, sólo que en un escenario diferente. Para mi maravillosa suerte, a través de la ventana junto a la mía puedo ver cómo un hombre alto, bien vestido y con una linda barba castaña se adentra a la habitación, y sin reparar en mi extraña he inusual posición se pasea por la habitación llena de cajas mientras comienza a desabotonar su camisa de color vino, veo como sus dedos descienden por cada uno de los botones dejando al descubierto parte de su marcado torso, sus dedos se detienen haciéndome fruncir el ceño y cuando levanto la mirada para ver el rostro de mi nuevo vecino me encuentro con la maravillosa sorpresa de que él también me está bien.

Aviones de papel [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora