La tensión en mi trabajo se podía cortar con un cuchillo. Los murmullos y las miradas de reojo se habían vuelto una constante desde que Eliseo comenzó a esparcir rumores sobre mi familia.
Era como si cada día trajera consigo un nuevo reto, y sinceramente, ya estaba agotada y tenía miedo que me despidan de la escuela. Pero, en medio de todo ese caos, hubo una luz que intentó brillar: Ray, el profesor de música de la escuela secundaria.
Ray siempre había sido un tipo amable y atento, y aunque lo consideraba un buen amigo, nunca lo había visto como algo más. Era demasiado coqueto, casi metrosexual y muy delicado para mi gusto, yo pensaba que él era gay. Sin embargo, eso no le impidió intentar acercarse más a mí en esos momentos tan difíciles.
Una tarde, mientras recogía mis libros después de clase, Ray se acercó. Llevaba su guitarra al hombro y un bandoneón muy pesado entre sus manos.
—Meteora, ¿cómo estás? —me preguntó con genuina preocupación.
—Podría estar mejor, Ray —respondí, tratando de mantener la compostura—. Estos rumores están haciendo mi vida imposible. Ya quiero hacer algo en contra de Eliseo, estoy harta que ande comentando que yo soy espiritista.
Ray asintió, visiblemente molesto por la situación.
—No puedo creer que Eliseo esté haciendo esto. Es realmente injusto y muy deshonesto. Escuché lo que pasó con tu madre y él, y no creo que sea justo que pagues las consecuencias por ello.
Sentí un nudo en el estómago. No quería que la historia de mi madre y Eliseo se convirtiera en una payasada, aunque ya era el chisme del colegio.
—Gracias, Ray. Pero no sé qué hacer. Siento que todos me están juzgando sin conocer la verdad. Todos dicen que por culpa de los espíritus malignos que hay en mi casa, Eliseo pudo haber muerto.
Ray me miró fijamente a través de sus ojos grises.
—Déjame ayudarte. Puedo hablar nuevamente con Eliseo, intentar razonar con él. Quizás si se enfrenta a alguien más pesado, entienda el daño que está causando.
—No creo que funcione —suspiré—. Eliseo está decidido a arruinarme. No sé si seguir hablando con él cambiará algo.
Ray sonrió y, con un gesto de valentía, colocó una mano en mi hombro.
—Déjamelo a mí. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras esto pasa. Además —añadió con un tono más suave—, no puedo soportar verte tan estresada por su infantilismo.
No quería decirle que sus esfuerzos probablemente serían en vano, así que simplemente asentí, agradecida por su apoyo.
Al día siguiente, durante el almuerzo, vi a Ray dirigirse hacia Eliseo en la sala de profesores. Su mirada era firme y parecía decidido. Sabía que estaba a punto de enfrentar a Eliseo y, aunque no tenía muchas esperanzas, no pude evitar sentir una pequeña chispa de alegría porque había alguien que reconocía que el profesor de educación física estaba descontrolado.
—Eliseo, tenemos que hablar —le dijo Ray, plantándose frente a él.
Eliseo levantó la mirada, sorprendido por la confrontación.
—¿Sobre qué? —respondió con frialdad.
—Sobre los rumores que estás esparciendo sobre Meteora y su familia. Esto tiene que parar.
Eliseo se levantó, mirándolo con desdén.
—No sé de qué hablas, Ray. Solo estoy diciendo la verdad.
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METEORA y las secuelas de la muerte
Short StoryAlgunas personas juran amor y fidelidad eterna cuando se casan, pero llega un día inesperado, donde la oportunidad de tener sexo y lujuria con otra persona lo cambia todo.