🔹Oportunidades🔹

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Después de descubrir la verdad sobre el espantoso pasado de mi padre y la misteriosa relación con tres mujeres diferentes, me di cuenta de que el vecino, Pocho, ya no era una opción adecuada para mi madre. Él sabía demasiado sobre nuestra situación familiar y no sería capaz de ofrecerle el tipo de apoyo financiero que precisa y estabilidad emocional que ella necesitaba para seguir adelante.

Decidí que era hora de probar suerte con alguien nuevo, alguien que fuera un soplo de aire fresco en la vida de mi madre. Y fue entonces cuando recordé a Eliseo, el apuesto profesor de educación física del colegio donde yo trabajaba.

Eliseo era un hombre soltero y atractivo de unos 39 años, sin hijos ni compromisos sentimentales conocidos.

A pesar de la diferencia de edad entre él y mi madre, pensé que podrían llevarse bien y que él podría ofrecerle el tipo de compañía y apoyo que ella necesitaba en este momento de su vida. Ciertamente, podrían llegar a ser compatibles en el amor.

Al mediodía, cuando había terminado mi jornada laboral me choqué con Eliseo y me pregunto si quería un aventón. Me subí a su auto y le expliqué la situación, él estuvo de acuerdo en venir a una cena familiar en nuestra casa para conocer a mi madre y ver si había una conexión entre ellos. Eliseo esbozó una sonrisa y aceptó, con la condición de que cocine comida Kosher, ya que él y mi madre eran judíos.

Cuando llegué a mi casa, dejé mi cartera en la mesa y noté que mamá había salido al supermercado. Estaba nerviosa por como reaccionaría mi madre ante la idea de salir con alguien tan diferente a ella en términos de edad y experiencia de vida, mi mrta era que ella esté dispuesta a darse una oportunidad a sí misma.

La noche de la cena llegó y todos estábamos nerviosos por como se desarrollaría la velada. Como no tuve tiempo de cocinar, salí corriendo a tomar un taxi para comprar comida rápida del Mc donalds Kosher que estaba a veinte minutos de casa.

Afortunadamente, llegué a tiempo, estaba sudando la gota gorda por querer llegar antes que el profesor de educación física. Por otro lado mi madre estaba radiante, vistiendo una blusa negra bastante escotada y un pantalón de jeans color rojo. Sin duda estaba muy vistosa para sentarse a comer hamburguesas con papas, pero su sonrisa en el rostro que era contagiosa.

Eliseo llegó poco después, con una caja de bombones de chocolate y dos ramos de rosas rojas en la mano y una expresión de nerviosismo en el rostro que era encantadora y muy chistosa.

Cuando abrí la puerta y lo vi con su chaqueta de jeans gastada y esas flores, se me hizo un nudo en el estómago. Me recordó las rosas rojas que Rosaura había dejado sobre la tumba de papá. Tragué seco y lo invité a pasar al comedor.

—Hola, soy Eliseo. Mucho gusto en conocerte, Cecil —dijo, extendiendo la mano hacia mi madre con cortesía.

—El gusto es mío, Eliseo —respondió mi madre, devolviéndole la sonrisa con calidez—. Gracias por venir a cenar con nosotros.

—Te traje estas flores y estos chocolates —dijo Eliseo mientras le entregaba los presentes a mamá.

A medida que la noche avanzaba, Eliseo y mi madre parecían llevarse cada vez mejor. Hablaban y reían juntos como si se conocieran de toda la vida, y yo no podía evitar sentir una oleada de esperanza y alegría al verlos interactuar.

Parecía que ni siquiera se dieron cuenta que no había cocinado nada. Después de comer su comida, Eliseo sacó su celular del bolsillo de su campera de jeans y puso música punk rock. ¡Qué estaba haciendo este loco! ¿Así la querrá conquistar a mamá? Sin embargo, parecía que mamá conocía esas canciones.

Al final de la noche, Eliseo y mi madre se despidieron con promesas de volver a verse pronto, para ir a un bar de gente bohemia a escuchar Jazz.

En un momento me sentí asustada porque la cita iba demasiado rápido y no conocía ese lado extraño de Eliseo. Él se comportaba diferente, estaba demasiado animado para mi gusto.

De pronto salieron los dos a la vereda, miré por la ventana y estaban mirando el cielo nocturno. ¿Qué estaba pasando? ¿Existiría la química perfecta entre ellos dos?

Él no sabía nada sobre ella y ella nada sobre él, sin embargo parecía que todo iba muy bien sin tener que dar explicaciones sobre el pasado. Quizás así es la forma adecuada para empezar de cero.

Llegó las 11 pm y había terminado la inusitada cita, mientras cerraba la puerta detrás de él, supe que había hecho lo correcto al darle a mi madre la oportunidad de encontrar el amor y la felicidad de nuevo.

—¿Te gustó Eliseo? —exclamé.

—Este profesor es todo un caballero, me sentí plena —dijo mientras curvaba la comisura de sus labios.

—Creo que te gusta porque es judío —murmuré.

—Pues, será diferente y sería bueno pasar las festividades del Pesaj, Rosh Hashana, el Yom kippur e incluso el Januca —dijo mi madre con los ojos brillantes por la emoción.

—Es cierto, ojalá que tengan más citas. El pelinegro vino con unas fachas que pensé que no te iba a gustar —le dije mientras limpiaba la mesa con un trapo con lavandina y agua.

—Pelinegro y ojiazul... es muy guapo, demasiado bello y jovial para mí. Pero me pareció que yo le gustaba —dijo mientras achicaba sus ojos.

—Sus ojos azules son muy bonitos. Por lo que vi, parecía estar rendido a tus pies, mamá —respondí con asombro.

—Meteora, cruzaré los dedos para tener otra buena cita, pero la próxima vez, yo cocinaré y él se enamorará de mí. A los hombres hay que tenerlos felices: Panza llena, corazón contento.

Aunque sabía que habría desafíos y obstáculos en el camino, también sabía que estábamos en el camino correcto hacia un futuro mejor y más brillante. Y con Eliseo a su lado, sabía que mi madre encontraría la felicidad y el amor que se merecía, independientemente de la diferencia de edad o cualquier otra circunstancia que se interpusiera en su camino.

 Y con Eliseo a su lado, sabía que mi madre encontraría la felicidad y el amor que se merecía, independientemente de la diferencia de edad o cualquier otra circunstancia que se interpusiera en su camino

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METEORA y las secuelas de la muerteOnde histórias criam vida. Descubra agora