VIII. EL INICIO DEL TODO

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–Pero es imposible –Murmuró cabizbajo al mismo tiempo que su ceño se fruncía, apretando los puños sobre la mesa cuarteada de madera.

–Casi imposible –Corrigió. –Está sucediendo –Su cuerpo dejándose caer sobre la silla, acompañado de un leve chirrido debido al contacto entre el peso y el material del asiento. Taehyung posó sus dedos a los lados de su nariz, apretando levemente el puente de esta, como si el estrés se esfumara con aquella acción. –No deberíamos preocuparnos demasiado, sabíamos que algún día pasaría, pero maldición, no puedo evitar no hacerlo –Sus ojos presionándose al compás de su presión con los dedos en su nariz. –Leena aún es muy chica.

El par de jóvenes que lo acompañaban en la mesa intercambiaron miradas, cómo si hablaran sin pronunciar una palabra, solo escuchando atentamente a un estresado Taehyung. Los 3 sabían que no era buena idea hacer enojar a su amigo, así que por el bien de todos, preferían no pronunciar alguna palabra, con el riesgo de soltar algo que alterara al pelilargo. Pero en algún momento alguien tenía que hacerlo:

–Taehyung –el peliazul se interrumpió un poco, sobándose la nuca con la palma, tratando de amortiguar sus próximas palabras –¿No crees que...Leena debería saberlo?

Taehyung detuvo la presión en su nariz y dirigió una mirada profunda a su mejor amigo.

Oh no... ahí vamos de nuevo.

–¿En serio crees que voy a arriesgarla así? –Dijo entre dientes. –¿Eres idiota, Jimin-ah?

Y el aclamado ni se inmutó.

Él sabía perfectamente la actitud que le esperaba de su alma gemela. Pff, cómo si no lo conociera como la palma de su mano, sin embargo, no podía guardarse el comentario. Su deber como mejor amigo era serle honesto y no dejar que huyera de sus responsabilidades, así fuera malo o bueno. No iba a mentirle endulzandole el oído y Taehyung lo sabía, aún así, nunca estaba listo para lo que sea que involucrara a su hermana menor.

–Tae, no queremos otra mesa agrietada a punto de romperse, no somos millonarios –Soltó Jin, quién todo el tiempo permaneció en silencio sentado en una esquina, hasta ahora. –No puedes huir de la realidad –Continuó levantándose de su lugar, aclaró su garganta para poder suavizar su voz, su mirada volviéndose aguada –Tae, sabemos cuánto amas a Leena, así como todos sabíamos que en algún momento este día llegaría...

–¡Pero tenía que ser mayor! ¡Leena aún es una niña! –Exclamó completamente alterado, poniéndose de pie y dejando caer de golpe sus manos sobre la mesa, enterrando sus dedos en ella como garras. Cientos de grietas comenzaron a formarse sobre su piel, recorriendo su cuerpo hasta llegar a sus manos, y aquí vamos, logrando que lo que quedaba de mesa se agrietara por completo, haciéndose añicos a los pies de el trío de chicos.

–Estupendo –Bufó el mayor dejando caer sus brazos de manera pesada a sus costados, en señal de rendición. –Llamaré a Nam –Anunció en un suspiro, girándose para salir por la puerta, azotándola detrás de él.

Jimin cerró sus ojos, exhaló un poco antes de tomar ligeramente del brazo a su amigo, guiandolo a tomar asiento a su lado. Taehyung cuál muñeco de trapo se dejó guiar, completamente tembloroso. El camino de grietas fue desapareciendo, yendo en reversa hasta llegar al lugar inicial en su cuello.

–TaeTae –Lo miró, a pesar de que el moreno mantenía su mirada fija hacia el frente –Si necesitas compañía, una mano, o incluso ser tu voz si no tienes, seré yo, ¿Está bien?

La suave y fina voz de Jimin siempre fueron como un calmante para Taehyung, y esta vez no fue la excepción.

El rizado lanzó un largo y pesado suspiro, cerró los ojos un momento antes de dirigir una mirada triste hacia su pequeño amigo.

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