XV. COINCIDENCIAS

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Dicen que si escuchas el movimiento del césped como si estuvieras al lado de él, un ángel cayó a protegerte.

—Eso es mentira, los ángeles no existen —Dijo el pequeño en un aparente puchero, el cual su madre logró interpretar debido a la manera en la que su voz salió de sus tiernos labios. Una suave risa fue lo que logró formular ante la tierna actitud de su hijo, era inevitable que las ganas de acariciar cada hebra en su suave cabello negro se hicieran presentes.

—Eso lo dices porque no has visto uno —Defendió aún con una tranquilizadora sonrisa en su rostro, agachando un poco la mirada para lograr conectar lo que podía de miradas con su pequeño, el cual se encontraba de espaldas en su pecho, sentado en medio de las piernas abiertas de su madre sobre la cama. Poco a poco el menor fue olvidando la razón por la que se había levantado a mitad de la noche en un grito. La oscuridad ahora siendo opacada por un pequeño rayo de luna colándose por la ventana hizo que el azabache soltara un ligero suspiro.

Para el menor, era inexplicable la manera en la que la sonrisa de su madre lo hacía sentir, a pesar de que su cara no fuera completamente visible en el momento, él sabía que estaba ahí.

Él sabía que su madre estaba para él.

—El día en que vea uno, entonces puedes decirme te lo dije —Regañó a su progenitora, girándose poco a poco en sus rodillas, sentándose sobre ellas al final, quedando frente a su madre. —Pero yo sé que lo que escuché no fue uno.

—¿Y cómo lo sabes, Jungkook? —Preguntó, acomodando a su niño sobre su pecho, el cual cómodamente se acopló en él, cómo si el pecho de su madre estuviera destinado solamente para su resguardo. Sus pequeñas manitos echas puño entre su pecho y el de su mamá, siendo la única distancia que los dividía.

—Porque los ángeles no tienen grietas.





—¡Jungkook!

Un chasquido frente a la mirada perdida del menor, exactamente dirigida hacia el césped, hizo que en un parpadeo girara la mirada hacia el causante a su lado.

—Van 3 veces en el día que tienes esa misma mirada perdida —Dijo el mayor entre quejidos, el peso del balde de agua siendo lo suficientemente grande como para lograr sacarle un poco de aire.

Instintivamente su mirada fue a parar a las largas y obscuras grietas en el cuello de Taehyung.

Jungkook solo se limitó a fruncir el ceño y sacudir la cabeza en un intento de acomodar sus ideas.

—Lo siento.

—¿Te has dado cuenta de que la mayoría de veces que hablas es solo para pedir perdón? —Anunció el ondulado en un intento de regaño que se vió opacado por una ligera sonrisa de lado.

—L-

—No lo hagas, ¿Quieres?

¿En serio lo hacía? Tal vez como dueño de su persona era difícil a veces darse cuenta de las veces que cometía acciones que para él resultaban inconscientes, pero, ¿Era así de grave?

—Me analizas demasiado —Respondió el menor en un intento de defensa, cargando con aún más fuerza que la de Taehyung su balde de agua, pasando por su lado derecho, una mirada de reojo siendo señal suficiente para el ondulado de lo superior que se quería hacer sentir Jungkook de la nada.

—¿Eso que quiere decir? —Preguntó indignado, finalmente.

—Nada, es solo que nadie me había dicho algo así.

—No hace falta analizarte, es notorio —Contestó Taehyung, adaptando su caminar finalmente al del otro, ambos con una aparente sofocación provocada por el peso del balde, pero que su orgullo no dejaba sacar a flote.

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