X. LA PROFECÍA

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El estruendo ocasionado por el impacto entre el recipiente de vidrio contra la madera de la barra, captó la atención momentánea de los clientes a su alrededor. Para Taehyung era lo que menos le importaba en ese momento.

—No te lo volveré a preguntar —Advirtió entre hipidos a un encogido Jungkook el cual se encontraba entre un callado Jimin y un aparentemente borracho Taehyung. —¿Quién demonios eres, niño?

La mirada desubicada del azabache mayor no hizo más que intimidar al chico, no sabiendo si lo correcto sería decirle la verdad a Taehyung en ese estado.

—Tae, no creo que sea buen momento para hablar de esto —Intentó tranquilizar el peliazul posicionando un brazo frente al menor, totalmente prevenido ante lo que su mejor amigo podía hacer en ese estado, como si no supiera de memoria el actuar de este si casi casi vivía en ese bar. —No estás en estado de procesar algo.

—¿Otra vez cuestionándome, mh? —Preguntó Taehyung apretando en un puño, el vaso casi vacío sobre la barra. —Mejor no te metas.

Cual niño pequeño en medio de una discusión de sus padres, Jungkook se encontraba en medio de ambos hundido entre sus hombros, temeroso ante cualquier cosa que pudiera decir. Un poco de valor a medias hizo acto de presencia, haciendo que el menor se incorporara, interrumpiendo la absurda discusión entre sus mayores. —Ustedes no tienen por qué pelear. Jimin-ah no tiene la culpa, Taehyung.

Jungkook sabía exactamente que pronunciar aunque sea una sílaba atraería la atención del ondulado, así que solo cerró los ojos en espera de una reacción agresiva del otro. Esta vez, esa acción sí llegó.
La mano del moreno fue a parar sobre el borde de la camisa del chico, apretando en un puño. El aliento inundado en alcohol bañando las fosas nasales de Jungkook, quien jamás en su vida había permitido que una sola gota del líquido habitara su cuerpo.

El azabache abrió sus párpados lentamente, con temor. Un par de ojos desubicados pero profundos e intensos le recibieron. Le resultó completamente extraño sentir que podía relajar su mirada ante el mayor a pesar de su molesto estado, pero aún más extraño, sentir cierta cálidez. Cálidez que le fue interrumpida en segundos con tan solo unas palabras.

—¿Tú eres el desgraciado que está ocasionando que mi hermana corra peligro? —Cuestionó ente pesados e irritados susurros al mismo tiempo que apretaba cada vez más el agarre en el menor —¡Contesta! —Gritó sacudiendo el cuerpo no tan débil de Jungkook, completamente alterado.
La quijada de Jimin se abrió en busca de palabras que pudieran controlar la situación, un brazo de este se limito a intentar alcanzar el agarre de su amigo, sin embargo, la cabeza de Jungkook asintiendo hacia el más chico de estatura, le anunció que todo estaba bien.

Kook suspiró tranquilizador, llevando una de sus manos a la muñeca del moreno, dispuesto a apartarla de sí mismo. Acción que provocó que el sonrojado azabache debido al alcohol, aflojara su puño ante la inesperada reacción.

—Tienes razón, no he dicho la verdad —Anunció. La mano de este aún posada en la muñeca del mayor. —Creéme que lo que menos vine a hacer aquí es lastimar a alguien, lo juro —La mirada aguada del chico provocó una mirada triste en Taehyung, dejando la movilidad de su agarre y su muñeca a merced de la mano del chico, quién aprovechando la vulnerabilidad de este, bajó lentamente hasta posarla en su regazo, nunca soltando el firme pero suave agarre. —Sé lo mucho que amas a Leena, jamás haría algo para lastimarla, ni a ti, a ninguno de los dos —Soltó consoladoramente.

El peliazul se sintió mal tercio ante la situación. Poco a poco se levantó de su banco, dispuesto a esperar al par en el exterior —Los espero afuera —Dijo entre inaudibles susurros hacia Jungkook. Una indicación en señal de que iba a retirarse, fue suficiente para que el menor asintiera.

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