IV. SECRETOS PT.1

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–¡Buenos días, dormilón! –Gritó Taehyung acompañado de una perfecta y contagiosa sonrisa cuadrada, tanto así, que Jungkook no pudo evitar devolverle una ligera sonrisa ante su animado saludo.

–Buenos días, Taehyung –Contestó el pelinegro encaminándose poco a poco hacia el par de chicos que le habían otorgado asilo por aquella noche lluviosa. Ahora solo era un hermoso día soleado, sin rastros de que una horrible tormenta hubiera pasado sin previo aviso, y Jungkook no se refería a eso necesariamente de forma literal.

A cada paso que daba, el pelicorto giraba la mirada a sus lados una y otra vez. Montones de paja perfectamente acomodados estaban a la vuelta de la casa y él ni siquiera lo había notado. Tae se encontraba amontonando otro más mientras Leena permanecía sentada a su lado intentando cortar un poco de soga para envolver el montículo que formaba su hermano.

Al percatarse de la situación de la rubia, Jungkook corrió hacia ella completamente alarmado.

–Wowowo, ¡Espera, deja te ayudo! –Se inclinó para estar a la altura de la pequeña –¿Por qué no lo hizo Taehyung? Te vas a cortar, no puedes v...–El azabache se interrumpió, no sabía si decirlo era precisamente prudente, así que solo tomó suavemente la soga y el cuchillo de las manos de la niña.

–Ver, no puedo ver –Completó Leena. Su tono no precisaba molestia, al contrario, anunció aquellas palabras acompañadas de una ligera risa, casi casi dándole a entender a Jungkook que lo que estaba a punto de decir no era ilegal. –No pasa nada, puedes decirlo, gracias por ayudarme.

–Está privada de la vista, no privada del tacto –Gritó Taehyung.

Después de esa oración, un seco y pequeño estruendo adornó la conversación. El campesino había dejado caer completamente exhausto el pedazo de paja que finalmente pudo armar. –Uff, aún no me acostumbro a es...–Se interrumpió posando sus manos en la espalda y llevándola hacia atrás, tronando sus huesos con total cansancio–...esto.

Después de su ritual se dejó caer sobre el corto pastizal, entre Leena y el nuevo chico, intentando recuperar el ritmo de su respiración tras una larga jornada de trabajo bajo la resplandeciente mañana.

Jungkook permaneció cabizbajo intentando cortar más soga para los próximos montículos, por alguna extraña razón le causaba cierta intimidación mirar a los ojos de aquel chico. No lo mal entiendan, pero la mirada del pelilargo azabache era tan profunda que podía causar maremotos en el interior de cualquiera. Kook no sabía como empezar a hablar. ¿Cómo inicias una conversación con un par de personas que apenas conoces porque acaban de darte asilo después de que tu misma comunidad te deshechó como una bolsa enorme de basura? ¿Con un...hola?

–Hola.

La inesperada primera palabra del chico hizo que Taehyung soltara un resoplido divertido, ¿A qué venía un hola tan repentino?

–¿Hola? –Contestó Tae interrogante.

–Parecen idiotas, les falta socializar –Interrumpió Leena repentinamente.

–Supongo que no podemos empezar con un simple: "Hola, ¿Cómo estás? Mi nombre es Kim Taehyung y me encanta la cerveza de raíz y comer mangos" –Soltó Taehyung burlón. –Pero sí, me encanta la cerveza de raíz y el mango.

Jungkook no pudo evitar reír ante el comentario, rompiendo la incomodidad del momento. Taehyung había logrado su cometido, si quería más información de este extraño chico, tenía que comenzar mostrándole que puede ser una persona en quién confiar, aún si eso significa actuar como un completo tonto.

–Soy Jeon Jungkook, me gusta el atardecer, los animales y pintar rocas que encuentro en el camino –Prosiguió con la divertida presentación esbozando una tierna sonrisa. Sus ojos rasgados formando medias lunas y su pequeña sonrisa, provocaron una ligera en Taehyung, tal vez este extraño era una buena persona.

EL MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora