Capitulo 2

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No dice nada, sus ojos color café oscuro se quedan fijos en los míos, causando escalofríos en todo mi cuerpo.

—¿Por qué no puedo leer tu mente?—dice de pronto, algo sofocado y fuera de lugar.

¿Qué?

Ah, seguro es un chiste.

—Jajajajaja—me río, que ocurrencias.

Se acerca lentamente hasta mi cuello.

Tiemblo.

—Tu aroma es exquisito, me fascina—susurra en tono sexy y provocador.

Un escalofrío me invade, que nervios, me sonrojo. Cuando me doy cuenta, esta nuevamente con sus ojos posicionados en los míos.

Que vergüenza, debo de estar sonrojada.

Se ríe.

—Te va bien el rojo en el rostro—dice divertido, me encojo de hombros apenada y me sonrojo un poco más. Dios mío, por que ami, que me trague la tierra y me escupa lejos, quizás en Miami, no sé, piénsalo Diosito.

—Tengo que llevar las compras—digo tartamudeando.

Él se separa un poco. Cuando abro la puerta, coge las fundas y las lleve dentro.

—Gracias—digo algo extrañada y lo sigo a la cocina.

Ya se le cogió de costumbre esto de cargar mis cosas sin permiso.

Pone las fundas en la meseta. Me mira, acerca su cuerpo al mío a una velocidad increíblemente rápida, de pronto me veo acorralada entre la pared y su cuerpo. Sus ojos no pierden de vista los míos un instante, ni siquiera parpadea, siento como si quisiera entrar dentro de ellos, leerlos. Una energía me recorre todo el cuerpo, haciendo que mi respiración se vuelva pesada y mi corazón quiera salírseme del pecho.

¿Por Dios que es esto?¿Qué estoy sintiendo?

—Quiero probar tu sangre—susurra en mi oído, esta vez de manera suave pero seductora.

Sí.

Cógela toda.

Espera ¿Qué?

—Mi sangre—digo anonadada.

Asiente.

Negó, que es lo que estoy diciendo, estaré drogada, uff, por él.

Toca mi cara y hecha algunos de mis cabellos hacia atrás con sus manos frías, que digo heladas.

—Eres muy bonita—dice y me vuelvo a sonrojar, rayos, choco mi cara con mi mano derecha, menuda idiota.

Siento como mi corazón empieza a latir mucho más rápido, por Dios, va a salirse. Esa sensación de nervios vuelve a mi cuerpo, me erizó.

¿Por qué dice cosas así?¿Por qué?

A de ser un profesional en esto de atrapar mujeres.

—Vas a ser mía—acaricia mi rostro y dice mirándome a los ojos.

No digo nada, estoy como en un trance entre la confusión y los nervios. Cada palabra que él dice hace que mi cuerpo se sienta extraño, y lo sabe, pero aun así no cede.

—Yo tengo que guardar las cosas—digo negando y volviendo a la normalidad. Si me pongo a seguirle el juego a este, acabaré cediendo más rápido de lo que imaginé ante sus encantos.

Se aleja un poco, respiro profundo y empiezo a sacar las cosas de las fundas con las manos temblando. Me subo en una silla para poner las latas y cajas en la gaveta, respiro hondo, su mirada no me deja de seguirme, sé que suena raro, pero estoy aterrada, todo dentro de mí dice cuidado, él es problemas, y yo no quiero problemas, no quiero.

CONTIGO A LA FUERZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora