El vestido

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Din rebuscó en el fondo de su armario hasta encontrar una ropa más cómoda, una que si Madame Giry supiera que tenía...mejor no imaginarlo.

Lo cosió ella misma basándose en un una guía-patrón que había sido llevado por el viento desde la ciudad hasta su jardín

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Lo cosió ella misma basándose en un una guía-patrón que había sido llevado por el viento desde la ciudad hasta su jardín.

Se escabulló por la puerta trasera y se encaminó al circo abandonado.
No estaría ahí más de una hora porque existían gases tóxicos que podían causar daños si permanecían allí más del ya mencionado tiempo.

Le gustaba pasear entre las ruinas, descubrir dibujos y partituras de los números de danza y canto que allí se realizaban hacía 16 años.
Y 16 años era su edad. Aquella casualidad me llamaba la atención. ¿Cuando era un bebé, habría visitado algún día el circo? ¿Trabajaba su madre allí?
Preguntas de las que nunca conocería la respuesta.

Mister Y era el director de aquel circo.
¿Por qué lo había dejado? Se notaba que era una atracción muy próspera, que atraía a todo aquel que escuchase hablar de ella. La razón no podía ser económica.

Tras el incendio de la Ópera Popular, su padre se mudó a Coney Island junto a Gustave. Se dedicó a lo mismo a lo que se dedica actualmente: crear maravillas. Alguna vez arregló o construyó algo en concreto para el circo, pero nunca trabajó en él directamente.
A Geraldine esto la extrañaba muchísimo. Cualquiera que conociera a su padre, con tan solo pasear por las ruinas enseguida le recordaba todo tanto a él.

Por mucho que intentase guardar el secreto, su padre era el que creaba y diseñaba todas las estructuras, eran hermosas, ¿por qué le mentía? ¿Por qué no se enorgullecía de tan bellas obras? ¿Acaso le traían malos recuerdos?
Tantas preguntas que la joven no se atrevía a formular en voz alta.
Algún día.
Algún día.
Cierto, la ópera, algún día vería sus partituras. No le preocupaba tanto en verdad, seguramente su padre no se la mostraba porque contendría alguna palabra o acto indecente para una joven de 16 años. Ya no era tan niña, pero respetaba la decisión.

La noche caía y el tiempo pasaba, Geraldine exploraba y encontraba partituras y bocetos que iba amontonando bajo un brazo.
Solo caminaba en las zonas no techadas, porque el peligro de que un techo ruinoso se le cayera encima la aterraba. Puede que, en algún lugar de su mente, todavía conservase el recuerdo de estar atrapada rodeada por el fuego bajo los escombros de la que era su casa.
No obstante, esta vez entró a una de las habitaciones que se conservaban más intactas, que conservaba el techo. Un precioso vestido blanco con bordados por todo él. No parecía para una boda, era sencillo para serlo.
Lo dobló cuidadosamente y volvió a su casa.
Entró tan silenciosamente como salió y se deslizó adentro de su habitación.
Se cambió y miró frente al espejo.
Era su talla.
Se sentía tan hermosa. Sonrió a su reflejo y danzó un poco por la habitación. Increíblemente el vestido se había mantenido en muy buen estado, nada más estaba un poco sucio. Si lo limpiaba y se aseguraba de que no tenía ningún roto, podría utilizarlo.

 Si lo limpiaba y se aseguraba de que no tenía ningún roto, podría utilizarlo

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Al día siguiente se puso manos a la obra. Revisó todo el vestido y arregló hasta el más mínimo fallo, después lo limpió y planchó cuidadosamente.
Luego se lo puso y volvió a admirarse al espejo. Le había tomado casi todo el día arreglarlo...y había merecido la pena.
Se le había pasado el tiempo volando y ya era la hora de la cena.
Bajó con prisa las escaleras, quería enseñárselo al resto.
Cuando llegó abajo también su padre había ido a cenar y Madame Giry estaba sirviendo los platos.

-¡Buenas noches!- saludó nerviosa Din-.

El fantasma se la quedó mirando, aterrado y apenado al mismo tiempo que Gustave y Madame Giry.

-¿Dónde encontraste ese vestido?- preguntó Gustave, casi en un susurro-.
-En las ruinas del circo, ya sabéis que me gusta visitarlas de vez en cuando...¿No te gusta?
-Es precioso...te queda precioso.
-¿Y por qué tenéis todos esa no cara?
-Estamos...asombrados ante tu hermosura- sonrió-.
-G-Gracias. ¿Qué hay de cenar?-Geraldine cambió de tema porque el ambiente se estaba volviendo incómodo-.

Tuvieron una cena normal, en silencio.
Madame Giry cenaba antes que ellos, en la cocina, porque era una empleada, más tarde recogía la mesa y limpiaba.

Tras la cena cada uno se fue por su lado, uno a la sala de música, otro a la biblioteca y Din a su dormitorio.
Lo ocurrido en la cena la asustó, el miedo en los ojos de todos los allí presentes era obvio.

Se quitó el vestido y se puso el camisón. Mientras lo hacía, al dejar el vestido sobre la cama, vio una etiqueta con algo escrito: Christine Daaé.
Aquel vestido pertenecía a Christine Daaé. Acababa de llevar el vestido de una muerta, y el resto sabía quién era esa muerta, por eso se habían asustado.

Los fantasmas de Coney Island (Phantom Of The Opera/Love Never Dies- fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora