𝑳𝒂 𝒂𝒎𝒐

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HeeJin.

Me adentré a la sala de juegos que había en mi casa, con la esperanza de encontrar a HyunJin quien amaba estar ahí cada vez que venía. Para mi sorpresa, terminé encontrando a alguien más dentro de ella.

—HeeJin, te estaba buscando.

—¿Qué quieres?

—Disculparme contigo —hizo una pequeña pausa. — Por lo ocurrido. No sabía que te gustaba Jiwoo.

—No soy Sooyoung para que me guste esa estúpida chica con apariencia a un pingüino.

—¿A Sooyoung le gusta Jiwoo?

—¿Soy la única que lo notó?

—Por lo que vi en la sala principal antes de venir a buscarte, parece ser que ella está ya demasiado ocupada con otra persona, si sabes a lo que me refiero.

—Clásico. Pero bueno, no tienes por qué disculparte, no me gusta Jiwoo y tampoco hicimos nada. Las que en realidad deberían estar aquí pidiéndome disculpas de rodillas son ella y la perra de Olivia.

Ambas tomamos asiento en los sofás que habían en el lugar.

—Yo diría que tiene más semejanza con un lobo.

Buen punto.

—Pero, no entiendo. ¿Por qué se supone ellas dos deberían disculparse contigo?

—Porque Olivia fue la maldita idiota que comenzó todo esto, si no fuese por ella tú y yo no hubiéramos estado en esa habitación ni HyunJin se hubiese enojado conmigo. Y si no fuera por Jiwoo, HyunJin no hubiera besado a Jinsoul por venganza.

—Tiene sentido, pero, ¿por qué te importa demasiado lo que piense o haga tú amiga?

—Porque ella no es mi amiga, Lip. Es mi novia.

Escuché a Lip reír con un tono que parecería ser sarcástico.

—Sólo bromeaba, tonta. Era obvio que son novias, sólo quería que lo dijeses.

—Al parecer todos estaban conscientes de mis sentimientos, menos ella.

—¿Y por qué fingías ser heterosexual?

—Es una larga historia y probablemente no lo entenderías o te resultaría tan cliché que pensarías que soy estúpida por ello.

—No te preocupes, ya lo pienso. —Rió— Vamos, cuéntame, al parecer por lo que escuché en la televisión, ambas todavía tenemos demasiado tiempo juntas.

—¿Qué escuchaste?

—Que no podemos salir hasta probablemente mañana, pero no te pongas histérica por ello y cuéntame de una vez.

—De acuerdo. —Tomé un bocado de aire, sabía que lo necesitaría. Esta historia es tan confusa pero demasiado larga. — Soy la presidenta del club estudiantil en esa estúpida escuela a la que entré sólo porque mis padres son conocidos por todas las personas ahí dentro, pues hacen todo lo posible por ayudar con su economía. Mis padres también me consiguieron ese puesto, pues decían que vendría bien para mi currículum estudiantil, además de que necesitaba poner un buen ejemplo a todos los estudiantes problemas — hice comillas a eso último— como él suele llamarlos. Aquellos quienes no trabajan en clases, los que hacen desorden, los desviados, ya sabes, gays y lesbianas que se besan en cualquier parte de la escuela sin importarles que todos estemos presentes. Mis padres no tienen inconvenientes con ver a dos personas heterosexuales besarse pero al parecer tiene demasiados cuando se trata de personas de la comunidad; Una vez, iba de paso por la escuela y desde su auto observó a un par de chicas besarse en el patio delantero, bajó de él y se dirigió a la oficina del director para exigir suspendieran por un mes a una de las chicas, quien se veía más femenina y con más oportunidades de volverse hetero —bofeé— a la otra chica con apariencia un tanto masculina, la expulsó. ¿Y cómo lo sé? Adivina quién tuvo que acompañar al director a hacer todo el papeleo.

CUARENTENA | LOONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora