La vida de un adolescente cambia para siempre, cuando hechos desafortunados atan su vida a un detective con serios problemas de autocontrol.
El detective Min busca justicia para los crímenes que aterrorizan la ciudad, mientras supera una traumáti...
Escuche varios toques en mi puerta, no me quería mover y mi garganta estaba lastimada de tanto llorar.
-siga- me limite a decir con voz ronca.
El detective Min entro con una bandeja de comida, no tenía antojo de nada pero el olor fue delicioso, además quede atónito con la increíble sonrisa que traía el detective, era la primera vez que la veía, tan brillante y cálida, daba la impresión de un ser dulce, amable e inocente. Me senté en la cama para recibir su bandeja, hace mucho no escuchaba música pero era un agradable sonido, alegre.
-bien! Me esforcé haciendo un estofado delicioso para ti, no suelo cocinar pero... bueno siempre estoy solo....es bueno tener compañía...traeré mi almuerzo y comemos juntos si?
Me limité a asentir aún sorprendido por la actitud del detective, tan relajada y agradable. La comida se veía y olía deliciosa, lo espere para empezar y comimos animadamente pues realmente tenía buenas dotes culinarias, hablamos de algunos gustos personales y me contó un poco de su vida.
Realmente me había distraído con el detective Min, hizo que mi día detestable cambiara al que probablemente sería mi mejor día desde la muerte de mis padres.
-levántate y arréglate, vamos a salir- me ordenó mientras recogía los trastes sucios.
-a salir, pero el Sr. Nam dijo que vendría hoy...- cuestioné algo confundido.
-el ya vino y se fue, lo veras luego ahora haz lo que te digo- salió de la habitación sin dejarme decir nada más.
Suspire resignado, tome un baño relajante busque ropa descomplicada, una sudadera blanca fue lo mejor, arregle mi cabello, el detective Min entro cuando ya estaba listo.
-vamos y no preguntes nada, eso me enoja- me advirtió mientras me guiaba hasta su carro.
Tenía curiosidad por saber cuál era la sorpresa que tenía el detective para mí.
El camino fue silencioso, en realidad era bastante incomodo, me limite a mirar por el cristal de la ventana divagando en mis pensamientos. Me intrigaba el estado de ánimo del detective Min, su buen humor era casi contagioso y extraño.
-¡bajate!- me ordeno mientras salía del carro cerrando la puerta con demasiada fuerza tras de sí. Inmediatamente me arrepentí de los elogios en mi pensamiento.
La curiosidad me estaba comiendo por dentro mientras caminaba tras el señor Min, pero preguntar no era una opción, no quería un estallido de enojo en estos momentos. Se detuvo frente a una edificación vieja, parecía abandonada, con los cristales rotos, letreros de grafitis en la pared y algo de moho. Saco unas llaves y me miro con una brillante y preciosa sonrisa, es que lo hacía ver casi tan inocente como un niño.
-estás listo?- pregunto emocionado, abriendo la puerta para hacerme pasar. Dude unos segundos, pero al ver su rostro asentí, nada malo podía pasarme con él.
Me sorprendió cuando tomo mi mano y me arrastro dentro del lugar, sentí la sangre acumularse en mi cara y hacerme sudar un poco de calor. Di gracias a Dios cuando finalmente descubrí la sorpresa, evito que me pusiera más nervioso con su mano sujetando la mía; una sonrisa se formó en mis labios involuntariamente, algunos espejos estaban rotos y sucios, había una gruesa capa de polvo en todo el lugar pero eso no importaba, el piso en madera se veía opaco pero en buen estado, camine lentamente y mire con detalle todo, estaba encantado, era un precioso salón de danza abandonado. ¿Cómo sabia el señor Min de este lugar? ¿De dónde lo había sacado y por qué? Las preguntas se empezaron a amontonar en mi cabeza.
-lo rente por un tiempo- respondió a una de mis preguntas no formulada- es una antigua academia de danza, fue abandonada hace unos años, el dueño no sabía qué hacer con esto. Lo convencí de rentármelo a bajo costo y aquí lo tienes!- explico manteniendo su sonrisa.
Me sentía nervioso y confundido, ¿porque él haría algo así por mí? ¿Yo no era acaso su dolor de cabeza? ¿Me quería sacar de su apartamento? No podía negar que me gustaba la idea de volver a bailar, era una emoción fuerte y oculta en lo profundo de mí ser.
-Pero.... ¿no es demasiado Detective? H...hace mucho deje de bailar y yo...no sé ¿por qué hace esto?- empezaba a tartamudear de nuevo, intente organizar mis pensamiento pero fue inútil.
-ya relájate niño- uso su tono displicente de nuevo- solo quiero ayudarte, Namjoon recomendó buscarte algo que te gustara, según investigue eras buen bailarín de niño, puedes intentarlo de nuevo, este lugar es todo tuyo- caminaba por el lugar pateando algunos pedazos de madera y basura- obvio hay que arreglarlo...esta cosa es un basurero- termino de hablar mirándome por el espejo.
Tenía una extraña sensación de felicidad, libertad y miedo, pensé que tras la muerte de mis padres no volvería a sentir tales emociones como estas; me aventure a dar algunos giros sobre el tablado disfrutando de ese momento, el detective Min me observaba desde una esquina con una expresión que no logre descifrar, pero seguro era buena, pues tenía su mediana sonrisa de satisfacción.
Pasamos parte de la tarde limpiando el lugar, se necesitaba días de trabajo para darle un aspecto agradable pero al menos, lo haríamos utilizable.
-¿Qué quieres de cenar?- pregunto el Señor Min con su, poco usual, tono amable.
-albóndigas ¡- respondí casi de inmediato.
-¿me dejaras verte bailar alguna vez?- cuestiono repentinamente el hombre, mientras conducía el auto viejo.
-yo...pues hace mucho que no bailo, buscare la forma de tomar ritmo y condición física, aprender muchas cosas-respondí con la guardia baja- tal vez, más adelante lo invite a verme- concluí para no ser grosero.
- que sea una promesa entre los dos- acordó.
Agotado y feliz era las palabras que mejor me describían, lo que parecía un día oscuro y lleno de lágrimas, había terminado increíblemente feliz, todo gracias al detective Min.
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