13.

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Luna Lovegood

Todo comenzó cuando mamá murió.

Eso lo tenía claro, pero después comencé a pensar en qué era lo que pensaría ella de mí si estuviera viva.

¿Se sentiría mal? ¿Me odiaría? ¿Me querría igual?

Porque desde que todo comenzó no siento ni una sola pizca de amor por mí.

Tenía nueve cuando mi tortura dió inicio. Por lo general estaba sola en casa puesto que mi padre pasaba mucho tiempo en la editorial; sabía que de cierta forma lo hacía porque no quería pasar tiempo conmigo, puesto que no toleraba verme llorar o pedirle a cada momento que fuésemos a ver a mamá al cementerio.

Él prefería pelear con sus ideas, con sus pensamientos y plasmarlos en el papel que darme la contención que necesitaba en ese momento. Solía pasar donde la señora Gilbertnuestra vecina – que era quien me cuidaba cuando él estaba en el trabajo, o si ella no podía hacerse cargo, Molly Weasley, nuestra otra vecina se ofrecía a tenerme en su casa o a venir a la nuestra a mirar cómo estaba.

Mi cumpleaños número diez trajo varias cosas consigo, soledad y un cambio en mi cuerpo. Mi padre se hallaba en el trabajo y supuestamente iba a traer un pastel de crema y pudding de chocolate para que merendáramos juntos. Por lo que la señora Weasley llegó un momento a casa para ver que yo estuviese bien, además de traerme galletas.

— Querida ¿No quieres que vayamos a mi casa? No tienes que pasar este día en la soledad de esta casa. — mencionó en un tono maternal que hace un año no escuchaba — En casa están los chicos, Ginny y Ron que pueden jugar junto a tí ¿Qué te parece? Puedo avisar a Xenophilus para que no se preocupe cuando llegue a casa.

Aquel día estaba soleado y ella mencionó que podíamos refrescarnos en el lago detrás de su casa y eso consiguió convencerme; después de todo ¿Qué niña de diez años quería estar sola el día de su cumpleaños luego de haber perdido a su madre?

Pues me encantaría señora Weasley, si es que no es ninguna molestia.

— Claro que no es ninguna molestia cariño, no tengo ningún inconveniente eres una niña adorable — me halagó — vé por tus cosas para que vayamos, tengo un pie de frutas delicioso, así puedes almorzar con nosotros.

Fuí en busca de mi bañador, de una toalla para echar todo en una mochila. La perspectiva de estar acompañada me agradaba demasiado y quería de todas formas salir de mi casa, que sólo me hacía recordar a mi madre, más bien dicho, su muerte.
Acudí al baño antes de salir y recuerdo que grité asustada, mi ropa interior estaba manchada de sangre y en ese momento entré en pánico.

— ¡Querida! ¡Luna! ¡Mi niña! ¿Todo está bien? ¡Qué pasa en el baño!

Abrí la puerta asustada y temblando, sentía un dolor en mi vientre. Entre llantos y vergüenza tuve que contarle a la señora Weasley qué era lo que me sucedía. Ella sólo se limitó a sonreír y a calmarme.

— Ay mi niña, estoy segura de que tu madre te ha explicado lo que esto significa, no estás enferma — me explicó — te ha llegado tu período ¿Alguna vez tu madre te habló de ello?

En ese momento comencé a recordar; en efecto, mi madre me había explicado que llegaría mi período y que sangraría todos los meses debido a su significado, ese era el paso de convertirme de niña a mujer.

— Sí — susurré todavía algo avergonzada por estar viviendo este momento con Molly Weasley y no con mi madre.

— Mi niña, ven vamos a casa y te explicaré todo.

«Oscuros Secretos» [Una historia de Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora