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Harry Potter


Por las personas que amaba estaba dispuesto a hacer cualquier cosa; no importaba si eso me traía consecuencias o algo parecido, lamentablemente era un mal hábito que traía desde niño y con los años no se quito.

Siempre estuve dispuesto hasta a dar prácticamente la vida por mis amigos, eso quedó demostrado en los seis años de la escuela y creo que ahora después de los años también es igual. Siempre tuve una debilidad particular por Ronald y por Hermione, que se vió tocada en el momento en que ella se fue a prisión.

El día que me enteré se su situación no podía creerlo, no era posible que mi mejor amiga estuviera implicada en algo tan sucio y oscuro como el tráfico de niños.

—Joder, que no te digo que no fuí yo quien tuvo la idea; ni hizo la compra —mencionó molesta mientras esperaba su juicio.

Aquel delito no era de los más graves que habían en el mundo mágico, pero ella había ascendido a ministra y era inconcebible, por ende aplicaban otras causales a su condena y eso aumentaba sus años considerablemente y de igual manera iría a prisión.

—Todas las pruebas están en tu contra, Hermione.

—¡Fue Ronald, juro que no tuve nada que ver! ¡Pueden hacer la prueba del Veritaserum! Para eso es que somos magos.

Sin embargo eso no bastó, pues al parecer mi amigo había sobornado a medio tribunal con algo que debió de interesarles mucho y ninguno había abogado de manera correcta por Hermione.

—No puedo creer que le hayas hecho esto a Herms, tu esposa, nuestra amiga —le recriminé después del juicio —¡Estará en Azkaban por alto que inventaste Ronald! ¿Qué te hizo para que la odies tanto?

—Pues deberías saberlo, se perfectamente que durante años ha sido tu compañera de cama ¿No es así?  Por eso es que te duele tanto, jamás pensé que sería ella la que terminaría por romper nuestra amistad, pero así fue.

Después de eso no volví a ver a Ronald nunca más, él no quiso volver a saber de mí y honestamente tampoco yo; en efecto con Hermione habíamos mantenido una relación paralela durante bastante tiempo, eso a Ginevra no le importaba pues también tenía un montón de amantes de los que no me interesaba saber, pero al parecer Ron sabía de lo nuestro desde hace mucho y había estado esperando la oportunidad de decirlo en el momento más dramático posible.

El escándalo fue en grande, pues él acudió a todos los periódicos habidos y por haber a contar su versión de los hechos y a victimizarse de todo el mal que había sufrido a causa de ella primero y después a causa de nosotros dos con nuestro romance secreto.

Manchó mi nombre en todas las instituciones legales, si bien mi carrera como auror no se arruinó debido a que en el departamento no le daban cabida a ese tipo de chismes y a mi jefe no le interesaba con quien dormíamos, mi palabra fue puesta en tela de juicio desde aquel momento. Ya no me consideraban una persona fiable o de confianza.

Si me había metido con la esposa de mi mejor amigo, pues era capaz de cualquier cosa a los ojos del mundo mágico.

No lo decían, pues todavía pensaban que tenían una deuda de gratitud conmigo, pero lo pensaban claramente.

Las veces en las que iba a ver a Hermione se limitaban a charlas en las que intentaba hacerla sentir mejor y después en las que ella me rogaba porque la ayudara a salir de la cárcel.

—Te prometo que hago todo lo que está en mi mano.

Y así era, hacía todo lo que podía y cada vez que tenía una posibilidad de hacer algo por ella lo intentaba hacer para liberarla. Moví cielo y tierra en busca de ayuda, sin embargo al parecer a todos les causaba gracia que ella estuviera en esas condiciones, las costumbres y creencias antiguas todavía estaban muy arraigadas, muchos jueces del Wizengamot todavía creían que una impura no debía ser ministra y menos una mujer, por ende no les interesaba en nada la situación de Hermione, si se quedaba presa el resto de sus días a ellos no les iba ni les venía.

«Oscuros Secretos» [Una historia de Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora