Carta número cinco.

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Querido, Caleb.

Saliste al pasillo.

Lo has hecho.

Con un sobre en tus manos.

¿Acaso era mi carta?

Me gusta pensar que si.

Aunque no me notarás, estuve observándote toda la tarde.

Me pareció raro que no hayas notado mi mirada.

¿Has escuchado que nuestras pupilas se hacen más grandes cuando vemos algo que nos gusta?

Es extraño que las mías no hayan explotado.

Letters To CalebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora