Querido, Caleb.
No hago nada que no sea llorar.
¿Por qué tuviste que morir?
¿Por qué tu?
Carta número cuarenta y dos.
Querido, Caleb.
No hago nada que no sea llorar.
¿Por qué tuviste que morir?
¿Por qué tu?
Querido, Caleb.
No hago nada que no sea llorar.
¿Por qué tuviste que morir?
¿Por qué tu?