Carta número treinta y seis.

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Querido, Caleb.

Hoy desperté con la esperanza de que todo había sido un sueño.

Con la esperanza de que tu madre no había invitado a mi familia a darte el "último adiós".

Sin embargo, ahí estábamos.

Todos vestían de negro.

Excepto yo.

Vestí de azul.

Las personas de ahí me miraban extraño.

Pero no me importo.

Tu madre dijo que ese era tu color favorito. Y lo recordó en tu funeral.

Entonces sus miradas cambiaron.

Un señor se acerco a mi y me dijo que todo estaría bien.

Hasta una mujer se acercó y me pregunto si yo era tu hermana. Reí levemente y negué al mismo tiempo.
Ella frunció el ceño, y dijo "Oh, ¿eras su novia?"

No se cómo, pero mis labios sólo tuvieron fuerzas para responder un "Si."

Letters To CalebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora