Querido, Caleb.
Mientras desayunaba, escuche unos gritos fuera de tu casa.
Era la chica que llevaste ayer al baile.
Me di cuenta de que también era la chica que vino a buscarte hace algunos días.Gritaba tu nombre y que abrieras la puerta.
Sin embargo tu no saliste.
Ella se dio por vencida y se marchó.
Entonces tu saliste y miraste a la chica que te daba la espalda mientras se iba.
Bajaste la mirada, pero luego la subiste.
Sonreíste.
Tengo que agradecerte eso.
Alegraste mi día completo con tan sólo una sonrisa.