Capítulo 2

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Perdón por no haber subido el capítulo el martes. Sinceramente, me olvidé. Estoy bastante atareada con el colegio por ser el último mes de clases. Prometo ser responsable de ahora en más.

Acuérdense que todos los MARTES habrá nuevo capítulo.

Disfruten.

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Los rayos de sol se filtraban por la ventana, dejando entrever que ese sería un hermoso día. Sin embargo, el viento fresco se podía sentir con fuerza, recordándonos que estábamos en otoño.

Me desperecé y me levanté de la cama con pesar. Era domingo y quería seguir durmiendo, pero el sol impedía mi actividad y, además, el olor a tostadas que provenía de la cocina me estaba abriendo el apetito.

—Buenos días, tía —la saludé con un sonoro beso en su mejilla.

—Buenos días, mi cielo. ¿Cómo dormiste?

—Genial, hacía tiempo que no descansaba tanto. Igual me gustaría seguir durmiendo, pero parece que hoy será un lindo día, así que probablemente salga a pasear.

—Pues, me alegro de que así sea. Toma, aquí tienes tu desayuno —dijo colocando una taza de café humeante y un plato con dos tostadas untadas delante de mí.

—Gracias —dije antes de comenzar a comer lo que mi tía me había preparado.

Tomé mi desayuno tranquila, disfrutando de su gusto. Cuando hube terminado, lavé lo que había ensuciado y luego me dirigí al cuarto a cambiarme. Era hora de que regrese a casa. Me acerqué a mi tía —que se encontraba leyendo un libro en el jardín— y le agradecí por haber dejado que me quede con ella por una noche, antes de saludarla y emprender el regreso a mi hogar.

Tenía un poco de miedo. No quería encontrarme con mi padre esperándome para aclarar la discusión de la noche anterior. No quería hablar de eso por el momento. Todavía seguía dolida por su comentario. Pero por suerte no se encontraba en casa. Se había ido al supermercado con mi hermano.

—¿Qué es lo que vas a hacer? —preguntó mi madre sentándose conmigo en el sofá a ver televisión.

—No sé —contesté de manera seca, sin apartar mí vista de la pantalla.

—¿Vas a dejar la situación cómo está?

—No sé.

—¿Vas a hacer algo para arreglarte con tu padre?

—No sé.

—¿Esa va a ser tu única respuesta? —en su voz se mostraba desesperación.

—¿Me puedes dejar sola? —levanté la voz, casi gritándole— Si no te contesto una respuesta concreta, es porque no quiero hablar del tema, ¿entendido? —ya estaba cansada.

—¡¿Cómo te atreves!? —preguntó alzando un dedo— ¡A mí no me hablas de esa manera!

—Lo siento —murmuré arrepentida. No podía entender cómo pude haberle hablado así a mi madre.

Ella solamente se limitó a acercarse y abrazarme, dejando que apoye mi cabeza en su hombro, permitiéndome llorar un poco.

El sonido del teléfono fue lo único que cortó la armonía del momento. Me alejé de mi madre y comencé a dirigirme a mi cuarto, cuando su voz me frenó diciendo que la llamada era para mí.

—¿Hola? —pregunté al contestar, cuando ya estaba en mi cuarto.

—Victoria, habla Harry —mi corazón comenzó a latir más fuerte de lo normal, al oír su voz. Pero, ¿qué hacía llamándome?

—Harry, ¿cómo estás? —pregunté lo más normal posible. No quería que se diera cuenta cuánto me afectaba.

—Muy bien, ¿qué hay de ti?

—Muy bien, también —se formó un silencio incómodo— ¿Necesitabas algo? —pregunté para sacar tema.

—De hecho, sí. Quería preguntarte si podrías ayudarme a estudiar para la prueba de matemática para mañana —¿Harry Styles pidiéndome ayuda para aprobar una materia? ¿Desde cuándo?

—Emm, seguro —dije luego de unos segundos—. No tengo ningún problema. ¿Dónde quieres que nos juntemos?

—¿Te parece venir hasta mi casa? No me apetece salir a ningún lado —ofreció.

—Seguro, en un rato estoy por allá.

Corté la comunicación y me quedé petrificada. No podía creer que Harry estaba pidiéndome ayuda para el colegio. Jamás se había interesado en aprobar las materias. Jamás se había interesado en hablarme. ¿Qué era lo que estaba pasando?

Cuando volví a la realidad, corrí al baño para ducharme rápido. Cuando hube terminado, volví a mi habitación a cambiarme. Pensé en ponerme algo llamativo, pero luego me caí en la realidad de que si quería que Harry se fijase en mí, tenía que ser yo misma, vistiéndome con mi propio estilo. Con ese pensamiento en la cabeza, me vestí con un jean oscuro, una remera gris manga larga y mi buzo canguro de color lila. Me puse mis Pony’s blancas y sequé mi pelo, dejando las ondas que se formaban sueltas.

Me sentía una estúpida. Por un lado, porque no podía creer que quisiera verme bien para llamar la atención de un chico. Jamás fui así, porque estaba un poco en contra de eso. Por otro, no podía entender por qué lo estaba ayudando si él nunca se interesó por las materias… O por llevarse bien conmigo.

Cuando terminé de prepararme, comencé a buscar los materiales necesarios para ayudar a Harry: cartuchera, libro y cuaderno de actividades. Metí todo dentro de mi bolso y bajé al living para tomar mi billetera, mi celular y mis llaves y salir de mi casa, no sin antes avisar a mi madre adónde iba.

Un auto había estacionado justo en el momento en que yo salía. Al instante reconocí que se trataba del auto de mi padre y, segundos más tarde, él salía junto con mi hermano con varias bolsas de las compras que habían hecho. Abrí la puerta para permitir que pasen y me di media vuelta para irme, pero la voz grave de mi progenitor se hizo presente.

—Tory, ¿adónde vas?

—A la casa de Harry, un compañero de la escuela. Vamos a estudiar para la prueba de matemática de mañana —dije lo más dulce posible.

—Espérame un minuto que te alcanzo —ofreció.

—No hace falta, pa. Puedo ir caminando.

—Insisto —no quería volver a pelear con él, por lo que acepté su propuesta. Además, lo había pedido de buena manera y, la verdad, era muy considerado de su parte.

Entré al auto, sentándome en el asiento del copiloto. Prendí la radio y esperé a que mi padre volviera. Luego de unos minutos, estábamos en camino a la casa de mi enamorado. Durante el camino estuvimos en silencio, pero no me había resultado incómodo ya que la música que estaban pasando era bastante buena y me ayudaba a calmar los nervios que sentía.

—Tory, lamento mucho la situación que te hice pasar anoche —dijo una vez que nos encontrábamos frente a la casa de Harry.

—No hay problema, pa —contesté—. Yo también dije cosas bastante feas, así que también lo lamento.

—Sin embargo tenías razón cuando dijiste que no me preocupo mucho por ustedes, al preguntarles si están bien o no…

—Papá, no te lamentes de nada. Fue una discusión que se podría haber evitado, pero si pasó, pasó por algo. Si te sirvió para darte cuenta de algunas cosas, entonces me alegro, pero dejemos todo el rencor atrás y comencemos de vuelta, ¿te parece? —propuse.

—Me encanta esa idea —me abrazó y luego salí del auto.

Me sorprendí al ver a Harry parado en el umbral de la puerta, esperándome. ¿Hacía cuánto que estaba ahí? Pero no me interesaba porque sólo podía pensar en una cosa: esa podría ser mi oportunidad de entablar algún tipo de relación con el castaño.

That Thing Called Love (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora