Capítulo 02

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Minho aún no se imaginaba a sí mismo enseñándole a alguien más como tocar la guitarra, y se había convertido en su frecuente dolor de cabeza.

Ahora que lo pensaba camino a la escuela, recordó que había comenzado a tocar la guitarra cuando iba en sexto grado. Su padre se la había regalado porque él ya no la usaba, y aunque en sus comienzos realmente apestaba (y no porque él mismo lo dijera, sino porque también su hermana se lo recordaba cada cinco minutos), con el tiempo mejoró hasta convertirse en uno de los mejores guitarristas de la región. Pero al mismo tiempo sin darse cuenta, mientras más pulía su habilidad, más se atenuaba su pasión por la música.

Y ahora ahí estaba, pensando en aquel chico extraño con nombre extranjero en plena clase, dónde también recordó que cuando por primera vez se le rompió una cuerda había pensado que no tendría reparo, pero por suerte su padre estaba ahí para él cuando necesitó repararlas. Así que se sumergió en sus pensamientos, tratando de descifrar el por qué ese chico era tan misterioso y solitario, pero cuando menos lo esperaba la clase se dio por finalizada y el timbre para el recreo sonó por fin, dejándose escuchar los suspiros cansados de todos los de su salón, sacándolo de su pequeño trance.

—¡Ah! Si escucho de nuevo a la maestra de inglés diciéndome "in inglish, plis" cada vez que le pido permiso para ir al baño, le tiraré la silla a la cabeza —se quejó Jung mientras se sentaba al lado del pelinegro, siendo seguido por Choi.

—Lo dices porque apestas en inglés —se burló su amigo, el cual de nuevo recibió un golpe en la cara, pero esta vez fue la mano del mismísimo Wooyoung —. ¿Y ahora por qué me pegas?

—Porque te odio.

—Pero aún así no te alejas de mi, eh.

—Ustedes dos deberían casarse de una vez, parecen pareja cada vez que pelean —se quejó Lee por aquel escándalo.

Pensó que recibiría los gritos de sus amigos negándose a semejante idea que había comentado, pero un silencio lo recibió por sorpresa, y mirando a sus amigos con un fuerte sonrojo en sus rostros hizo que casi se cayera de su silla.

—No jodan, ¡lo sabía! Los dejo solos para que arreglen sus problemas amorosos, ¡nos vemos en la boda! —gritó mientras corría fuera del salón.

Se lo había imaginado desde el comienzo, más sin embargo no creyó que de verdad sus amigos se gustaban mutuamente. Pero eso no le molestaba, es más, hasta le alegraba porque tal vez por fin los vería juntos después de tanta tensión por ocultar sus sentimientos, así que su única opción en ese momento fue dejarlos solos, aunque no tenía ni la menor idea de donde ir.

Entonces se le vino a la cabeza la idea más alocada del mundo.

Si Bang había estado en su lugar sagrado el otro día, tal vez ese día también podría estar ahí. Así que sin dudarlo dos veces se dirigió a las escaleras.

Si era sincero, iba con paso apresurado y hasta impaciente, como si sus mismos pies lo apuraran a llegar rápidamente para volver a ver al rubio, aunque no sabía el por qué realmente quería verlo. Y antes de poder arrepentirse de aquella decisión, ya se encontraba con su mano en la perilla de la puerta que daba acceso a su lugar de siestas.

Con un poco de timidez abrió la puerta, dando a la vista a un Christopher sentado mientras sostenía con fuerza su guitarra, justo como el primer día en que lo vió.

Se acercó despacio para luego acostarse bajo la ya conocida mirada del otro, sabía lo que se venía.

—Minho, viniste —dijo tranquilamente el de cabello rizado.

Given | minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora