Capítulo VI.

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(Narra Babi)

*A las 20:30*

Sonó mi teléfono móvil, era un número oculto y lo cogí, siendo sincera era por que estába aburrida.

*Inicio de llamada telefónica*

-¿Sí?

-¿Babi?

-¿Quién eres?

-Adivina.

-Dimelo o cuelgo.

-Eh Babi no cuelgues, soy Jesús.

-¿Y cómo has conseguido mi número?

-Ventajas de dormir cerca de tu móvil.

-Eres muy listillo tú eh, ya te vale.-Reí.

-Y que lo digas,-rió.- ¿Estás lista ya?

-¿Cómo lista? ¿Tan pronto?

-Tenemos muchas cosas que hacer,ponte guapa, a las 21:15 estoy en la puerta.

-¿Pero qué me pongo? Jesús qué vamos a hacer?

-Bailar.-Rió y acto seguido colgó el teléfono.

*Fin de llamada telefónica*

Me dirigí rápido hacia mi armario. ¿Qué me iba a poner? Desgraciadamente Sandra no estába para aconsejarme, se marchó con su queridísimo Dani a ver una película.

Me hice con un par de camisas y faldas, además de dos vestidos que me encantan. A continuación entré en la ducha y me bañé. En un abrir y cerrar de ojos ya eran las 20:55.

Mierda, en 15 minútos tengo que estar lista.

Salí a toda hostia y me cepillé el pelo tal como pude. Luego cojí la montaña de ropa que tal vez me pondría y me planté frente al espejo a probarme la ropa.

Una camisa rosa y una falda de tubo negra. Demasiado pegado.

Una camiseta blanca y una falda de vuelo roja. Muy de día.

Un vestido de vuelo negro. Perfecto.

Cojí unas sandalias doradas y me planché el pelo ya que se había secado solo.

21:15. Encontré mi eye liner y me hice una pequeña línea que perfilaba mis ojos, me eché máscara de pestañas y los labios rojos, como a mí me gustan. A las 21:20 ya estába Jesús tocando a la puerta del camerino.

Abrí la puerta y se quedó boquiabierto y empanado.

-Jesús, que se te salen los ojos.-Dije mientras salía del camarote y él se quedaba tras de mi.

-¿Qué? -Dijo una vez reaccionó.- Bueno, que estás muy guapa.-Dijo esbozando una sonrisa acompañada de una mirada seductora.

Yo me reía, no podía evitarlo.

-¿A dónde vamos?-Pregunté mirándole a los ojos.

-Sorpresa.-Dijo con una sonrisa pícara.- Sígueme, y no hagas preguntas.

-Uh, que misterioso me ha salido el niño, vale mi capitán.-Dije sontriendo a lo que él me respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

Después de algo más de 10 minutos andando Jesús me abró la puerta de un salón enorme el cual estába vacío completamente.

-¡Qué boníto! ¿Por qué no hay nadie?

-Digamos que es un salón vip.-Dijo acompañado de una carcajada. ¿Bailamos?

-No hay música Jesús.- No acabé de decir eso cuando empezó a sonar la canción A Thousand Years de Christina Perri.

Pasamos unos segundos en silencio.

-Me encanta esta canción.

Él se aproximó a mi y me posó una mano en la cadera y la otra en la mano.

-Ahora sí, bailemos.

Le correspondí y me hizo dar ua vuelta, sin separar su mano de la mía. Yo esbozaba una sonrisa y él otra igual.

El corazón se me revolucionó, me faltaba el aire así que lo aproximé a mí, aún más cerca. Preligrosamente cerca, pero no excesivamente. Noté su respiración y ambas se igualaron, nuestras narices casi se rozaban, pero no. No se lo pondría tan fácil, me separé de su cuerpo pero segí cojida de su mano justo cuando se disponía a juntar sus labios con los míos.

Yo reía y él me miró con aún más deseo. Ambos sonreíamos.

Volví a juntarme con él y bailamos, bailamos toda la canción y justo cuando acabó entró un camarero del barco con dos cajas de Pizza. Él rió y yo mássi cabía, solté una carcajada a ver las cajas de pizza que era para oírme.

Nos sentamos en una mesa cercana a donde estábamos parados. Una vez el camarero dejó las pizza's sobre la mesa salió y ambos nos retamos en silencio a una carrera para ver quién llegaba antes a la mesa.

-Te he ganado.-DIjo Jesús justo antes de sentarse.

-No vale, tú vas con depostivas, yo con sandalias.

-Por que quieres.-Rió.

Yo le acompañé con una sonrisa pero no le contesté.

Nos acabamos las pizza's y nos sentamos en el suelo escuchando la canción Chandelier de Sia mientras hablábamos sobre su amor hacia los caballos y la música.

Yo le hablé sobre mi adicción a la poesía y me suplicó que le recitase alguno de mis poemas, y así lo hice.

"Ella se mira al espejo y ve un precipicio
Tiene el vicio inconfesable se odiar ssu cuerpo
Siente que su pecho va a estallar,
Que sus lagrimáles van a estallar
Que todo su mundo va a estallar.

Tiene un grito atrapado en la garganta que no le deja gritar,
Una mirada preciosa en los ojos oculta detrás de una mentira que la ha hecho creer esta mierda de sociedad."

No pude acabar de recitarle la poesía ya que se me saltaron las lágrimas y se me quebró la voz.

-Ey, ¿qué pasa?

-Nada, nada. Sólo he recordado cosas.

-¿Qué cosas? Va, cuéntamelo.-Dijo secándome las lágrimas de las mejillas y haciéndo levantar mi barbilla.

-No quiero recordarlo, recordar ese infierno, no.

-Te respero, pero lo único que quiero que entiendas es que todas esas lágrimas derramadas son directamente proporcionales a todas las sonrisas que vas a ganar, y que no estás sola por que sé de uno que ahora mismo se partiría la cara por ti.

Más de lo que piensas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora