Capítlo XV.

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(Narra Jesús)

*Llamada telefónica*

-Ya se ha acabado todo con Babi, ahora déjame en paz.

-No, ella aún te quiere. Necesito que le hagas tanto daño que cuando te vea, el único sentimiemto que se le pase por la cabeza sea el odio.

-No, esto se ha acabado David, no pienso hacerle daño a la persona que quiero.

-¿Y prefieres que se lo haga yo? Eso demuestra que eres un egoísta y que solo te peoupas por ti.

-No me vas a liar más, Babi no va a acabar el crucero, en tres días se vuelve a Sevilla.

-Pues atente a las consecuencias

*Fin de llamada telefónica*

No pude dormir en toda la noche, pensando en lo mal que estaba Babi, y en lo mal que estaba yo, y para rematar a las 7 me llamó David.

Después de esa conversación, necesitaba ver y hablar con Babi.

Necesitaba recuperarla. Recuperar su risa y sus abrazos.

La echaba de menos con tal fuerza que era imposible expresarlo. Con tal intensidad que nadie sería capaz de imaginarlo.

Me consumía por culpa de su ausencia. Estaba perdido, hundido y sin una cuerda a la que sujetarme. Le amo. Necesitaba volver a pederme en sus ojos. En sus ojos claros.

Golpeaba la pared con fuerza. Su ausencia me dolía, un vacío consumía mi pecho. Una lágrima se escapó de mis ojos, dando paso a otras mil lágrimas más.

Recordé la primera vez que la vi, en la firma de discos de Sevilla, esa estrofa de Sueño que le canté al oído. Luego recordé las miradas que intercambiamos cuando me senté a cenar frente a ella. Y la noche que pasé observando como dormía.

Escuché un llanto procedente de la habitación que pegaba a la mía. Babi. No pude imaginar a Babi llorando. No me pude contener. En pijama y a las 8 de a mañana, salí de mi habitación y toqué a la puerta de la suya.

-¿Quién es?-Dijo la voz de Babi entre sollozos.

No contesté, no me atreví. Aun así volví a tocar a la puerta. Escuché como ella se levantaba de su cama y se aproximaba a la puerta.

Abrió, me vio y se le volvió a escapar una lágrima. Ella intento disimularlo y s la secó rápidamente.

-¿Qué quieres? ¿Vienes a presentarme a la rubita esa? -Dijo borde.

-No... Babi...-El corazón me latía a mil pulsaciones por minuto. -Venía a explicártelo todo.

-No hay nada que explicar Jesús. Te vi. No intentes solucionarlo joder. No puedes.

-Babi estas totalmente equivocada, todo fue por culpa de David.

-¡No digas eso! Él se preocupó por mi cuando me vio llorando, y no como tú.

-No joder, Sandra te lo ha explicado, es lo que pasó.

-Sí, y te repito lo que le dije a Sandra. ¿David te metió la lengua en la boca de esa guarra? ¿Te puso la mano en su culo? ¿No verdad? Eso lo hiciste tú, nadie te puede obligar a hacer eso.

-No lo entiendes, no tube opción.

-Te equivocas, si tubiste, pero era mejor liarte con ella en lugar de contarme esa historieta tuya, que es mentira.

-No es mentira Babi, no supe qué hacer.

-No quisiste saber lo que hacer Jesús. Adiós.

-No joder.-Dije intentando frenarla, pero me cerró la puerta en la cara.

-¡No me moveré de aquí hasta que dejes que te explique!-Dije apoyándome a la puerta.

-Pues buena suerte.-Contestó muy enfadada.

Así hice. Media hora después ahí seguía. Pasaron 45 minutos y ni me moví.

-¿Sigues ahí? -Preguntó Babi muy bajito.

-Sí.-Contesté firme.

No contestó y pasaron otros 15 minutos, con estos ya fue una hora. Toque a la puerta.

-Ábreme por favor, tenemos que hablar.

-No.-Contestó muy seca.

-Por favor Babi.

Ella se aproximó a la puerta, la abrió por la mitad y volvió a sentarse en su cama. Yo entré.

-Sólo te he abierto para que me digas lo que quieras y te vayas. Esta conversación no cambiará nada. -Dijo mirando su móvil.

Yo estaba serio, pálido, únicamente con ganas de retroceder en el tiempo y rectificarlo todo.

-Babi perdón, me destroza que estés mal por mi, ahora mismo te diría lo que fuese para que esto cambiase, pero te digo la verdad.

-Mientes.

-Babi te amo, y te lo puedo decir más alto pero no más claro. Dime que esto está olvidado y que tú también me quieres y prometo hacer lo que sea para hacerte feliz.

-Te amo como a mi vida Jesús, no te imaginas cuánto, pero eso no cambia nada, me has fallado y de la manera más rastrera posible. Me duele de verdad decirte esto pero por favor, dejame como si fuese un recuerdo y enamorate de quien venga, sólo te pido que no te olvides de mi. En tres días vuelvo a Sevilla y siento decirlo pero ni a mi me conviene estar contigo, ni a ti conmigo. Me has jodido y no te lo voy a perdonar.

Yo salí del camarote y me encerré en el mío. No salí en todo el día ni deje a nadie que entrase, excepto a Dani que me trajo un poco de comida ya que yo me negaba a ir a por ella.

Y así, entre lágrimas y lamentos, pasó otro día.

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