Capítulo XI

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(Narra Babi)

Otro día había pasado, ya 4 en total. Esa noche no dormí con Jesús, ya que apareció Sandra, hablamos un poco los cuatro y al final cada cual se fue a su habitación.

Por la mañana bien temprano, casi a las 8:30, me desvelé y decidí ir a l piscina para despertarme del todo.

Sin hacer mucho ruido, me metí en el baño para ponerme mi bikini rosa y blanco, unos shorts de tiro alto y una camiseta negra de tirantas. Cojí una de mis toallas y me dirigí a la piscina.

Entré y solo había unos guiris tomado el sol y yo. Me quité la camiseta y la coloqué en la tumbona. Acto seguido me desabroche el pantalón y sin esfuerzo alguno calló al suelo.

Tras quitarme la ropa, me dirigí a la piscina. Probé el agua con el pie derecho. Estaba fría, como era lógico ya que no le había dado apenas el sol para que se calemtase.

Me metí poco a poco.

Una vez lo conseguí, una voz no muy lejana dijo "¡Guapa!".

"¿Quién mierda es?" Pensaba. Me giré y era el subnormal del socorrista que se le encaró a Jesús. Yo, le miré con desprecio y volví a mi agua, a nadar a lo largo y ancho de la piscina ya que no se estaba bañando nadie.

Una vez más escuché otro "¡Guapísima!" De la misma voz.

Joder que tío tan pesado.

Esta vez la voz era más cercana, mucho más. Estaba tras mi espalda. Yo me giré y le miré con una cara de asco que no era normal.

-¿Qué mierda quieres? -Le pregunté ya que me estaba mirando con una sonrisa que me daba grima.

-Nada, admirar tu belleza desde más cerca.-Dijo insistiendo con su sonrisa. Qué puto asco.

-Tío, vete por ahí anda, que no sé si me das más asco o pena.

Él se reía. Me daban ganas de rebentarle la cara, gran capullo.

Yo seguí nadando, la mejor patada es la que no se da. Pero nada, él insistía en venir tras de mi.

-Pero Daniel, o Duvan o como quiera que te llames, eres un pesado, si quieres ligar o lo que quieras te registras en eDarling y lo haces, pero aléjate de mí subnormal.

-David, y relájate guapa, tú solo dejate llevar. -Dijo agarrámdome de la cadera acercándome a él.

-¿Pero tu eres tonto o persigues coches aparcados? Suéltame joder.- Dije intentándo apartarme pero no servía de nada.

-Venga, salgamos del agua y vallamos a mi camarote. -Dijo tirando de mi.

-¿Te lo repito en chino o en Alemán? ¡Suéltame joder! -De repente apareció el supervisor debido a mis gritos.

-¿Qué está pasando aquí? David, otra vez tú, eres un pesado, suelta a la chica anda. -Acto seguido David me soltó.

-Disculpelo señorita, no se repetirá nunca más, mil perdones.

-Eso espero, que no se vuelva a repetir o contactar e con mi padre, el Señor Salcedo y esto acabará muy mal. -Al supervisor se le puso la cara como un papel, al igual que al idiota del socorrista.

-Perdónenos señorita Salcedo, esperamos que esto quede en el olvido por su parte y que no se lo comumique a su padre.

Yo no contesté, pero me dieron ganas de llorar de risa por la cara que se les había quedado a esos paletos.

Por si no lo había dicho, mi padre era el dueño de toda la cadena de barcos, además de la agencia de viajes y también era el jefe de todo el crucero. Vamos, que era el mandamás, y claramemte su hijita no iba a ser menos.

Salí del agua, me enrollé en la toalla y volví a mi camarote.

Sandra no estaba. Esta niña se esfuma en cuanto te descuidas. No le di importancia, no la tenía.

Me situé frente al armario a pesar que ropa me pondría, me puse unos jeans y una camisa de velo, pero cuando me fijé, vi un posit rosa pegado en una camiseta.

"Si quieres tu vestido verde tendrás que enfrentarte a diversos peligros, el primer lugar, encuentra un cofre del tesoro."

Yo reía a más no poder, pero, ¿donde había un cofre del tesoro? De repente me acordé, mi cajita de los pendientes tiene forma de cofre. Y ahí encontré otro pósit.

"Si encontrar tu tesoro es lo que quieres, hacerte con una espada debes"

Mi primer pensamiento fue ir a la cocina, ya que ahí había cuchillos enormes. Fui y acerté, en la mesa en la que Jesús y yo siempre nos sentabamos había otro pósit.

"Si tu ropa quieres encontrar, a un león te deberás enfrentar"

Ahí sí que me lo puso difícil. Fui a mi habitación para pensar a qué se refería, y al entrar me fijé en que en la pared había diferentes cuadros de animales, así que los seguí hasta llegar al cuadro de un león, en el que estaba el pósit con una flecha señalando al cuarto que había a la derecha.

Abrí la puerta y encontré lo que jamás me hubiese imaginado.

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