Samantha tiene 3 años. Tiene el mismo color de mi cabello: negro, y lacio, cortado por los hombros. Sus ojos son azules, un azul intenso que te hace recordar el mar en un día soleado. Una nariz chiquita adorna su pequeño rostro también igual a la mía, así como el pequeño lunar bajo el labio inferior. Es como ver una versión pequeña de mi.
La observo jugar con el gato de mi madre. Un animalito de al menos 3 meses que fue abandonado sin piedad en una zanja frente a la casa. Mi madre lo rescató, y desde entonces es su consentido; cosa que sorprende ya que ella odiaba los gatos.
A mi tampoco me han gustado mucho los animales, pero admito que hasta yo he llegado a quererlo.
Samantha lo alza y lo abraza. Pienso en ir a quitárselo ya que ella no sabe como manejarlo. Lo aprieta con demasiada fuerza y casi que lo está ahorcando con sus bracitos.- Sam, cielo, deja el pobrecito animal en el suelo.
- Mío - Me dice ella entre risas.
- Sí, es tuyo, pero bájalo ¿Si? Ven acá con mamá.Es muy obediente. Deja al animal caer, y como si no quisiera la cosa; el gato echa a correr hacia la casa pasando a mi lado.
Samantha corre tras él, pero al llegar cerca de mi la atrapo entre mis brazos. Ella comienza a reír a carcajadas, mientras le doy besos en su cara y su cabello.
Siento su pequeño cuerpo entre mis brazos, lo frágil que es. Cierro mis ojos cuando sus manitas me tocan la cara.
El miedo a perderla es algo terrible; me inunda la mente con pensamientos catastróficos. Sé que no puedo permitirme pensar así, pero no lo puedo evitar.- Dany - Escuchar el nombre en voz de Sam me saca de esos pensamientos. Un nudo se me forma en la garganta.
Lentamente dejo a Sam sobre el césped. Le acaricio el cabello despacio sin saber que hacer a continuación.- ¿Dany?
- Dany no puede venir a jugar linda.Es todo lo que digo cada vez que pregunta.
Ella ya no me está poniendo mucha atención. ¿Qué puede entender una niña de 3 años de que su hermanito no volverá a jugar con ella? De que su hermanito no volverá nunca...
La observo correr hacia el columpio. Intenta subir pero no lo logra. El nudo en mi garganta se convierte en lágrimas en mis ojos. Camino hacia ella para ayudarla a subirse, cuando a lo lejos diviso el auto. Su auto.
Lo observo, estática en mi lugar. Ahí de pie en el patio de la casa de mi madre, dónde muchas veces estuvimos las dos jugando y hablando. Los recuerdos me llegan en dolorosas oleadas.
Suspiro, y me agacho junto a Sam. Ella ya ha perdido interés en el columpio y ahora está agachada arrancando hojas del césped.- Sam. Mira el carro de mami.
- ¿Mami? - Pregunta siguiendo con la mirada mi dedo índice.
Se pone de pie en un salto. La atrapo antes de que salga a correr hacia la calle.
El corazón me empieza a latir muy rápido. Me incorporo justo al tiempo de que el automóvil color negro de Tatiana se detiene en la entrada.
Samantha al divisarla comienza a retorcerse en mis brazos y a llamarla a gritos.- Tranquila cielo - Murmuro. Pero, ¿A quién engaño? Hasta yo quiero lanzarme corriendo a sus brazos. Quisiera abrazarla y jamás soltarla.
Ansío sentir su calor, su presencia. Llorar juntas por la pérdida de nuestro hijo y apoyarnos como debimos hacerlo. Olvidar todo lo pasado y volver a nuestra casa. Ser esposas una vez más. Quisiera dejar de fingir aunque sé que no tengo el derecho. ¿Es mucho pedir?-¿Samy?
Tatiana baja del auto. Una mujer de estatura mediana, cabello rizado color café, ojos verdes, labios esbeltos.
Lo primero que noto es que parece haber bajado de peso; o quizás es el vestido negro que trae puesto lo que me da esa impresión.
Camina despacio, pero la conozco lo suficiente para saber que ansía acercarse a Samantha.
Libero a mi pequeña del agarre y con una mezcla de tristeza, nostalgia y alegría la observo correr a trompicones hacia Tatiana. Ella la toma entre sus brazos y la atrae hacia su pecho con un enorme abrazo.
Quisiera acercarme y abrazarlas también, incluso doy un paso hacia adelante, pero me detengo y solo me limito a observar la escena: el bolso de Tat cayendo al suelo, las pulseras sonando por el contacto con las manitas de Sam. Ella ríe mientras Tat le dice que se las va a reventar. No es la primera vez que hacen ese acto.
Siento una punzada dolorosa en el pecho.
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Nuestra historia
RomanceSarah Wexler es una mujer que enfrenta el divorcio inminente de la mujer que ama, y con su problema de alcoholismo, no sabe como sobrellevar la vida que ha dado un giro de 360°. Para encontrar cierto consuelo, plasma su historia de amor en una libre...