Siempre me he sentido frustrada cuando no puedo plasmar en los lienzos lo que tengo en mi mente.
Era una de las razones de que no volviera a la pintura, ya que era algo que me sucedía muy seguidoLo había olvidado; y hoy por desgracia es uno de esos días.
Por más que tengo la imagen en la cabeza, simplemente mi mano no conecta la idea con mi mente.
Hace 10 minutos que estoy sentada, con el lápiz en la mano y sin poder dibujar más que unos rayones sin formas que ni siquiera pueden ser considerados bocetos.Siento una sensación de ira recorrerme el cuerpo.
Tiro el lápiz con exceso de fuerza en el suelo y luego me pongo en pie, tomando el lienzo y partiéndolo con mi pierna para después pisotear los pedazos con frustración.- Bonita rabieta.
Mónica aparece el cuarto con Samantha tomada de su mano.
Me arreglo el pelo y les sonrío con naturalidad, como si nada hubiera sucedido aunque estoy sintiendo la sangre hervir en mi interior.- ¡Hola pequeña!
Samantha corre hacia mí, extiendo mis brazos y la abrazo con fuerza mientras le doy besos en su cabeza.
Ella rodea mi cuello con sus bracitos y me permito suspirar con alivio, pues siento como poco a poco mis malos sentimientos se desvanecen.Mónica está mirando el desastre en el piso y luego mira hacia mí, con expresión preocupada.
Odio cuando me ve de ésa forma.- ¿Te divertiste con tu tía? - Le pregunto a mi pequeña.
- ¡Sí!
- Muy bien, ahora ve a jugar - Le digo al bajarla en el suelo. - Ya casi te preparo algo para comer.Sam sale corriendo hacia la sala, donde están sus juguetes y libros para colorear regados por todo el piso desde hace días.
De inmediato me agacho, y con un suspiro, recojo poco a poco los trozos de mi frustrado intento de pintar algo decente.
- ¿Qué fue todo eso? - Me pregunta Mónica al agacharse junto a mi y ayudarme a recoger.
- Una rabieta como dijiste.
- Sarah...
- Estoy bien ¿Sí? Sólo estoy frustrada.
La pintura en lugar de distraerme solo me está estresando.
- Bueno, no debería ser así...
- No me digas.
- Tú nunca dejas de ser sarcástica ¿Verdad?
- No.Entre las dos recogemos todo más rápido.
Salgo a la cocina, con Mónica tras de mi; busco una bolsa para basura, y echamos los destrozos del lienzo que ya no logré usar como es debido.- Si la estás pasando tan mal ¿Porque no te vas a vivir conmigo por unos días?
Dejo la bolsa a un costado y miro a Mónica a los ojos.
- Estoy bien... Esta es mi casa. Yo puedo hacerlo sola.
- No tienes que hacerlo todo sola, ¿Sabes? ¿Porqué no buscas ayuda?
- ¿Ayuda? - Pregunto - ¿Te refieres a un psicólogo?No sé porqué, pero no puedo evitar reírme en voz alta.
- ¿Qué tiene de divertido? - Me mira con evidente molestia. - Estoy hablando en serio Sarah. Tatiana y yo estuvimos hablando sobre ello.
- ¿De verdad? ¿Y qué? ¿Ahora se llevan super bien?
- Aveces.Samantha se acerca a nosotras y me ofrece su mano para que la acompañe a la sala.
La tomo entre la mía y dejo que me guíe hacia donde tiene otro de sus dibujos: un gato hecho con crayones de diferentes colores.- Oh pequeña, pero mira que talento. - Le sonrío. - ¿Es para mi?
- Sí, mamá.Le doy un beso en la cabecita en forma de agradecimiento. Ella me sonríe y luego se echa en el suelo para volver a dibujar.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra historia
RomanceSarah Wexler es una mujer que enfrenta el divorcio inminente de la mujer que ama, y con su problema de alcoholismo, no sabe como sobrellevar la vida que ha dado un giro de 360°. Para encontrar cierto consuelo, plasma su historia de amor en una libre...