"No recuerdo mucho de la infancia. Ya sabes, me conociste en esa época en la que todo no era tan bueno. Hay muchas cosas que el tiempo eliminó de mi mente; cosas que agradezco no recordar, al menos no con tanta fuerza.
Sin embargo; mis memorias, las pocas que aún conservo y las que merecen ser recordadas son contigo.
Era abril. Justo la mitad del mes. Teníamos 10 años ¿Lo recuerdas?
Yo asistía a una escuela sólo para niñas. Siempre me dijiste que era un lugar para santurronas ya que el instituto era dirigido por monjas. Nunca hubo ocasión en la que no te burlaras de mi educación cristiana. Te parecía aburrido, a mi también, así que criticabamos todo,era algo que no me molestaba, todo lo contrario; era algo que me hacía feliz.
De verdad extraño esos días... Me pregunto si tú también.
Tú por otra parte asistías a una escuela privada; mixta.
Así como tú te burlabas, yo también lo hacía de vez en cuando sobre tu instituto. Ibas a estudiar con todos esos niños y niñas adinerados que se creían lo máximo y veían a los demás como insectos que aplastar.
Por suerte eras diferente.
Comúnmente nunca nos hubiéramos conocido. Yo vivía en la parte rural de la ciudad y tú en el centro. Nuestras escuelas estaban bastante lejos la una de la otra, al igual que nuestros hogares.
Pero pasó. Te conocí un día lluvioso de abril.¿Cómo pasó? La excursión al parque botánico. Coincidimos ahí.
Fue cosa del destino, eso me dijiste.Recuerdo la zona de comida. Como no se podía salir a los jardines por la lluvia, la mayoría de turistas y excursionistas se quedaron bajo techo esperando a que cesara la repentina llovizna.
Yo me había separado de mi grupo y me acerqué al mostrador con la esperanza de comprar algo. El lugar estaba muy concurrido y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para adelantarme en la fila. Tenía mucha hambre porque esa mañana no había desayunado.
¿Que fue lo que pasó? Pues, te me adelantaste. De alguna forma te habías escabullido más rápido que yo, y ahora estabas frente a mi alzando tu mano para que fueras vista por la señora que atendía.
Me caíste mal en ese momento. Estaba muy molesta y frustrada. Por eso te empujé.
Tú te volviste hacia mi con sorpresa y me miraste de arriba hacia abajo.
- Estaba de primera - te dije.
Temí que me fueras a gritar, incluso a pegar. Me mirabas de una forma muy intensa; cómo lo hacía mi madre antes de regañarme. Pero luego sonreíste, y era una sonrisa de disculpa.
Te apartaste para darme espacio, y de pronto no supe que hacer. Fue una reacción muy adulta que no esperaba. ¿Recuerdas? Yo estaba ahí : de pie, tiesa como una estatua y mirándote fijamente.
No sé cuánto me duró el aturdimiento, pero logré dar el paso hacia adelante y al fin comprar la comida: pan y un jugo de durazno.
Te miré de reojo al recoger la compra, y fue cuando noté que mirabas mi brazo izquierdo.
Estaba amoratado, y era muy evidente.
Me sentí muy avergonzada, así que salí corriendo de ahí mientras me bajaba la manga de la blusa.
En fin.. no te ví más después de eso, hasta que la lluvia cesó horas después. Cuando los estudiantes y turistas pudimos atravesar los jardines del parque, caminando a través de los senderos, observando los diversos tipos de plantas y flores.
Me quedé atrasada cuando en uno de los jardines me distraje mirando un enorme arbusto con flores moradas y muchísimas mariposas encima. Nunca había visto tantas en un sólo lugar. Mi grupo liderado por la maestra de ciencias avanzó sin darse cuenta de mi ausencia. No me importaba que me dejaran atrás, así que no hice un gran escándalo por eso.
Así me volviste a encontrar.Hola - Me dijiste.
Me sobresalté. Era tan asustadiza. Noté que eras esa niña de la cafetería. Con la luz del exterior me dí cuenta de muchas cosas que no noté antes, como que tus ojos eran verdes, y que tu cabello era muy bonito con esos rizos castaños. Que eras un poquito más alta que yo y que parecías llevar una especie de brillo labial transparente.
Por un absurdo momento creí que me atacarías por haberte empujado en la zona de comidas, y que talvez de pronto aparecerían tus amigos y se burlarían de mi. Que me llamarían pobre y lanzarían mi bolso al suelo y patearían mis pertenencias.
Me había hecho toda la escena en la cabeza. Que absurdo, lo recuerdo y me da risa.
Por supuesto nada de eso pasó. Todo quedó en mi imaginación imperactiva.
En ese momento no podía ni imaginar lo dulce que eras.
Así que aparté mi mirada y dije tímidamente :
- Hola.
- Tu grupo te dejó atrás.
- Oh si- Dije restándole importancia - La verdad no me gusta andar con todas.
- Tampoco me gusta andar en grupo. Me les acabo de escabullir.Te escuché reír, y todo ese miedo absurdo e inseguridad que sentía desapareció. Es curioso ¿No? Pero tu risa desde siempre tuvo ese efecto en mi.
- ¿Cómo te llamas? - Preguntaste dando un paso hacia mi.
- Sarah - Respondí acomodándome el bolso en el hombro - ¿Y tú?
- Tatiana. "Dejo el lápiz a un lado pues me ha comenzado a temblar la mano. Me levanto de la silla y me acerco a la ventana. El cristal se empaña con mi respiración.
Afuera ya ha anochecido y todo parece tan normal que siento enojo.
Hace una hora que he vuelto de la casa de mi madre. Hace media que mi vecino de a lado me entregó el paquete.Sin darme cuenta me muerdo el pulgar. Un sollozo escapa de mi boca mientras me dejo caer en la cama, y ahí me quedo; con ese hábito que no tenía desde mi niñez. Me quedo mirando el techo con los ojos empañados por las lágrimas mientras intento asimilar el hecho de que hay un sobre en la mesa de la sala con papeles de divorcio. De cierta forma estaba preparada para esto. Como estaban las cosas era una gran posibilidad, pero me pregunto:
¿En que punto le pareció buena idea a Tatiana enviármelos en este momento? Cuándo aún estamos en duelo por Daniel. Cuando todo ha sido tan agotador, tan reciente. ¿En qué estaba pensando?
¿Tanto me odia?
Pudo haber esperado...Estoy tan molesta. Tan frustrada. Tan herida.
Me levanto de golpe, atravieso mi habitación y salgo a la sala. Está oscuro, así que me acerco al interruptor y enciendo la luz.
Mónica hizo milagros al ordenar el departamento hace dos días, quizás demasiado.
Me bastan unos minutos para darme cuenta de que se deshizo de mi reserva de licor.- Ay Mónica - Murmuro limpiandome las lágrimas.
Cojo mi cartera que está en la mesa, e ignoro el sobre con mi reciente y cruda realidad en el interior. Busco las llaves pero no las encuentro. Al mirar al suelo ahí están; tiradas. Las recojo y salgo del departamento dando un portazo.
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Nuestra historia
RomanceSarah Wexler es una mujer que enfrenta el divorcio inminente de la mujer que ama, y con su problema de alcoholismo, no sabe como sobrellevar la vida que ha dado un giro de 360°. Para encontrar cierto consuelo, plasma su historia de amor en una libre...