El teléfono suena. Otra vez.
Me doy la vuelta en la cama y estiro las mano hacia la mesa de noche para cogerlo y así apagarlo; pero no lo logro y lo que hago es tirarlo al suelo.
No lo recojo y dejo que suene. Me siento demasiado agotada.Estornudo un par de veces y toso un rato que resulta bastante considerable.
Hace un día que estoy enferma, y el día anterior tuve una de las peores resacas de mi vida. Junten las dos cosas y obtienen mi sentir.El día de la borrachera le dije a mi madre que estaba enferma; cosa que ahora si es cierta, y por eso Sam está a su cuidado. Por suerte ella adora a su nieta, el cuidarla no es un problema.
Pero eso no me quita el sentimiento de ser una pésima madre y de que el karma en realidad existe.
Suspiro y miro hacia la ventana sintiéndome la mujer más desdichada del mundo.
Es el sonido de alguien en la puerta lo que me saca de mi miseriaEspero a quién quiera que sea se vaya, pero no lo hace, sigue tocando y el sonido comienza a exasperarme:
- ¿Quién es? - Grito con la voz ronca. Un ataque de tos le sigue a mi pregunta.
- Correo señora.- Señora... - Murmuro malhumorada. Me incorporo despacio para no marearme, con la cobija sobre mi cabeza y agarrando las puntas; formando así una especie de capa. - Sólo tengo 33 años...
No me pongo zapatos. Salgo descalza del cuarto sintiéndome en extremo débil, y aunque camino despacio, eso no me impide tropezar con mi bolso que dejé tirado a su suerte la noche anterior.
Maldigo en voz baja y lo pateo con enojo hacia un lado. Me acerco a la puerta y la abro.Un joven es el que está en el pasillo. Su expresión al verme no tiene precio.
Si mi apariencia es un reflejo de como me siento; estoy fatal.- No siempre me veo así - Le explico en son de broma.
El chico sonríe con incomodidad. Me arriesgo a pensar que imagina que soy una vieja chiflada. Apesar de todo tengo el impulso de reír.
- Esto es para usted - El chico me entrega un sobre amarillo. Lo tomo entre mi mano libre y sin mirarlo siquiera lo lanzo al sillón. Ya sé lo que contiene. Una copia de los papeles de divorcio.
Arthur quedó en que me los mandaría para que yo les echara un vistazo y así planear que hacer mientras él revisa los originales.
Recibo el bolígrafo que el chico me da y firmo en el papel "Entregado".- Gracias - Le digo al muchacho.
Él se despide y yo cierro la puerta de inmediato. Me quedo un rato con la cabeza echada hacia atrás.
Otro ataque de tos me obliga a tomar un poco de agua.
Saco una botella de la refri y tomo dos sorbos. Camino de vuelta a mi cama con la botella puesta en mi frente. Siento un alivio inmenso.
Soy consciente de que tengo fiebre alta y que debería ir a la farmacia, pero no me siento en condiciones de salir.
Me dejo caer en la cama.Al abrir los ojos me doy cuenta de varias cosas: Como que tengo un paño húmedo sobre la frente, que ya ha anochecido, y de que no estoy sola en el departamento.
Asustada; me siento sobre la cama y miro de lado a lado. Me arde muchísimo la cara.- Quédate acostada.
Estoy alucinando, eso debe ser. Es imposible que sea Tatiana la que ha aparecido en mi habitación. Me restriego los ojos con las manos pero al quitarlas, ella aún está ahí; de pie y mirándome. ¿Es real?
¿Es posible que ya haya perdido la cabeza?- Acuéstate Sarah. La fiebre no ha disminuido...
- ¿Cómo entraste? - Es lo que se me ocurre preguntar.
- Vine para hablar contigo sobre algo, y encontré la puerta abierta.
- ¿Abierta?
Intento pensar en si la cerré cuando llegó el mensajero pero no lo recuerdo bien. Quizás sí, quizás no.
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Nuestra historia
RomanceSarah Wexler es una mujer que enfrenta el divorcio inminente de la mujer que ama, y con su problema de alcoholismo, no sabe como sobrellevar la vida que ha dado un giro de 360°. Para encontrar cierto consuelo, plasma su historia de amor en una libre...