Las celdas de La Horda son realmente aburridas. No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que la vi por última vez. ¿Qué estaba diciendo?
Envuelvo mis piernas flexionadas entre mis brazos, arrinconándome en una esquina de la celda. Coloco suavemente mi cabeza sobre el muro a mi derecha, a la par que dejo caer mi espalda sobre la pared tras ella. ¿No puede olvidarse de mí, verdad? Ese hechizo no puede funcionar con ella. ¿O quizá sí?
Dejo escapar un largo suspiro. Nunca he sido nadie. O al menos nadie a destacar. He crecido con ella. Hemos... estado juntas. Sé que significo algo para ella. No obstante, no puedo evitar pensar que quizá no sea tan fuerte como lo que yo siento. Quizá no sea suficiente para ella. Ella es... Sonrío. Exacto. Ella me hace sonreír. Pero también me hace llorar. ¿Cuántas veces he fingido ignorar las palabras de Shadow Weaver? "No distraigas a Adora", "Felicidades, Adora", "Nunca serás como Adora"... Bajo la mirada al recordar aquel día en el que clavó sus ojos en los míos diciendo: "Tan sólo te dejo quedarte porque Adora te ha cogido cariño". Me encojo aún más, envolviéndome en mí misma como si pudiera crear una burbuja protectora a mi alrededor que hiciera desaparecer todo este dolor. A pesar de todo, sólo sé que quiero volver a besarla. Cuando estamos solas todo es tan... perfecto. Nunca se lo he dicho. No suelo expresar cómo me siento muy a menudo, aunque estos últimos días me he esforzado por hacerlo. Y ha ocurrido esto.
- Quizá no sea buena idea -murmuro.
Me detengo un instante a reflexionar, y siento algo en el pecho. ¿Cómo es posible que en todo momento solo haya pensado ella? Debería haberlo deducido... estoy en una celda. Y yo sé qué les ocurre a los prisioneros de La Horda cuando comienzan a carecer de utilidad.
Los largos cabellos de Shadow Weaver son de un intenso negro carbón. Se detiene frente a mí, mas al otro lado de los barrotes. No me levanto. ¿Para qué? Ya sé lo que va a anunciarme:
- ¿Vas a mandarme a la Isla de las Bestias, verdad? -concluyo, clavando mi mirada en el suelo.
No responde. Dos soldados la acompañan. La hechicera alza ambas manos al mismo tiempo para realizar a sus guardias un gesto indicándoles que se vayan. Éstos, tras dedicarle un saludo militar, bajan la cabeza y abandonan la zona. Shadow Weaver abre la puerta, sin molestarse si quiera en cerrarla tras su paso. Una vez más, una simple actitud suya me demuestra de lo poco que me cree capaz. Lo cual me lleva a preguntarme lo mismo una y otra vez: "¿Qué es eso tan malo que hay en mí?". Recuerdo cuando le dije esas mismas palabras a Adora. Puedo sentirla tan fuerte en el pecho...
Alzo mi mirada para cruzarla con la de Shadow Weaver. El pánico se apodera de mi entendimiento al no advertir ni el más mínimo atisbo de ese sentimiento triunfal en su mirada.
- ¿Qué ha pasado? -me pongo en pie en un solo movimiento- ¿Qué le has hecho?
Silencio. Mi respiración se agita al no obtener respuesta. Podía aceptar que se olvidara de mí mientras que ella fuera feliz. Podía aceptar que me enviaran a la Isla de las Bestias, siempre y cuando ella aún tuviera un posible futuro. Un futuro sin mí. Una sensación de desgarro recorre mi interior.
- Catra -escupe, con desprecio-, ¿cómo puedes si quiera pensar que yo te haría eso? Te he criado, y, aunque sólo consigues decepcionarme, no puedo dejarte ir.
No puedo soportarlo. Ardo. Ahora mismo, soy puro fuego. Un sentimiento de ira aflora desde mi estómago para invadir hasta el último rincón de mi cuerpo.
- ¿De verdad crees que voy a tragarme eso? -ahora, la que escupe las palabras con desdén soy yo- Quiero saber qué le has hecho a Adora. Quiero saber qué vas a hacer conmigo. Quiero saber qué está pasando, ¡y quiero saberlo ya! -estallo.
Me observa, inmóvil. Su siniestro rostro sonríe. En otra ocasión me hubiera humillado por dirigirme a ella con tal osadía, mas ahora no, porque quien habla es mi dolor. Y esa agonía le encanta. Por un segundo, atisbo una idea en su mirada. Y... ahí está. Ese aire triunfal. Incluso parece erguirse, mostrándose más poderosa... mostrándose superior.
- Debí imaginarme que no sería fácil engañarte -procede-. Estás de suerte, no sé qué clase de fuerza os une, pero no he podido borrarte de la memoria de Adora.
Puedo sentir cómo mi corazón se detiene durante un ínfimo instante. No sé si estoy feliz o profundamente aterrada por lo que aquello significa. Sin embargo, lo que sí sé es que es real. Sea lo que sea esto que sentimos, es completa y absolutamente real. La imagen de la última vez que la vi se refleja en mi mente. Dijo algo. Algo que no fui capaz de escuchar. Ella creyó que esas serían las últimas palabras que me diría... ¿Qué fue lo que dijo?
- Pero, tranquila -continúa. No recordará nada de estos últimos meses.
Jamás creí que la expresión "venirse el mundo abajo" pudiera resultar tan certera. Una lágrima asoma, amenazando con resbalarse sobre mi rostro. Jamás he llorado delante de ella. Jamás he llorado delante de nadie que no fuese Adora, e incluso frente a ella me trago mis emociones. Pero cuando esa expresión se hace real, cuando verdaderamente el mundo de alguien se viene abajo, los sentimientos se hacinan en la garganta, creando una sensación de ahogo que no hace más que estrangularme. No recordará los besos, las caricias, las noches en vela combatiendo sus pesadillas... No recordará cómo me sinceré sobre mí misma. No recordará ese "¿Qué es eso tan malo que hay en mí?", al igual que no recordará su respuesta a esas palabras: "Necesito que te veas como te veo yo". Su mero recuerdo me asfixia. ¿Y cómo me ves Adora? ¿Cómo debo verme yo? Me besaste. Esa fue tu respuesta. Mis pensamientos se detienen, frenando en seco. Me besó... Quiero gritar. Quiero llorar todo lo que mis pulmones me permitan. Porque hasta ahora no lo he entendido. Ella me besó, porque así es justo como me ve, como a alguien a quien besar... Justo como yo la veo a ella.
- Por desgracia, como ella aún te recuerda, no podré enviarte a la Isla de las Bestias. Si lo descubriera, ella jamás me lo perdonaría, ¿sabes?
Alzo la mirada. Ni si quiera recordaba que ella aún seguía aquí, frente a mí, destrozándome. Ríe. ¿Cómo puede reír en un momento así? ¿No me ve? ¿No puede ver cómo me estoy sintiendo? ¿Es que acaso no ve cómo me muero por dentro...?
Su mano derecha rodea mi cuello, estrellándome contra la pared a mis espaldas. Cierra sus dedos con total precisión y sin apenas vacilar. Durante un momento, no me resisto. Pero entonces la recuerdo. Sigue viva. Sigue aquí, conmigo. Así que clavo mis garras en sus manos, enfrentándome a la idea de rendirme. Ella, por su parte, parece no inmutarse.
- Si esto vuelve a ocurrir, yo misma me desharé de ti.
Y me suelta. Caigo al suelo, siendo incapaz de evitar toser. Intento recomponerme, mostrar algo de fuerza... en vano. Tan sólo puedo vislumbrar su figura alejándose y grabando a fuego en mi cabeza sus últimas palabras:
- Nunca lo olvides, Catra: tú nunca te irás con ella.

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Hero
FanfictionEn apenas uno meses, Adora será nombrada capitana de las Fuerzas. Catra parece desear tanto ese rango... ¿Renunciaría a ello Adora por ella? ¿Es eso lo que siempre ha querido? Esa pesadilla... se repite una y otra vez. ¿Qué quiere decir? ¿Cuál es su...