Un nuevo comienzo

4.8K 542 15
                                    

POV Kara

Llegué al hotel junto a Lara, y vi a Lena frente a recepción, tal vez estaría hablando con Alex. Cuando dimos unos cuantos pasos, me di cuenta de que no era Alex con quien hablaba. Era la inversionista, Samantha Arias. Lara corrió hacia Lena en cuanto la vio, así que la seguí de cerca.

—Saqué un nueve en historia y Kara me llevo a comer Big Belly Burger— dijo Lara, no podía cargar con tanta emoción.

—Sí, pero no te preocupes pensamos en ti— contesté alzando las bolsas de comida, dejándole saber que había traído comida para ella también.

—Señora Arias, pensaba que ya se había ido.

— Fuimos a ver el terreno, pero tuve que volver, había dejado mi teléfono en su oficina. Iba de salida cuando vi a Lena y pensé en saludarla. Hace mucho que no la veía — no sé por qué, pero me recorrió una tormenta de celos, solo faltaban los rayos y que cayeran sobre ella.

—Bueno, acompañaré a Lara arriba para que... puedan hablar— dije, no quería seguir allí.

—Sí, así puedes ver She-ra conmigo. A mami no le gusta.

—Eso no es cierto, Lara, siempre la veo contigo— respondió Lena en defensa.

—Cuando empieza ya estás dormida.

—Ella no sabe de lo que se pierde.

—¡Por el poder de Grayskull! — gritó Lara y corrió hasta el ascensor. Miré a Lena y le sonreí. Quería dejarle entendido de que no se preocupara, que todo estaría bien.

Lara apenas duró un episodio porque rápido cayó dormida. La cargué hasta la cama para que descansara mejor. Ahora solo debía esperar por Lena, ahí fue cuando escuché la puerta cerrarse de golpe. Era ella, estaba recostada de la puerta, llorando.

—Lena, ¿estás bien? — cuando me oyó se limpió la cara lo más rápido que pudo.

—Sí, estoy bien, ¿y Lara?

— No te preocupes por ella, está descansando. Ahora dime, ¿por qué estás así? ¿Pasó algo? — pregunté. Era la primera vez que la veía de esa forma. Podía ver en sus ojos que necesitaba de alguien en estos momentos. Y yo estaba dispuesta a ser ese alguien.

—Ven, siéntate. ¿Quieres contarme que pasó? Tal vez te pueda ayudar en algo, sabes que puedes confiar en mí— no dudé en tomar su mano, en una forma de darle fuerzas. Luego de que nos sentamos, ella con más calma comenzó a hablar.

—Decidí volver... a Ciudad Nacional, porque no quería seguir huyéndole a mi pasado que tanto...— decía, pero los sollozos apenas la dejaban hablar claramente. Coloqué mi otra mano en su espalda haciendo un movimiento de arriba abajo, haciéndola sentir más relajada.

—Samantha Arias, la mujer con la que estuve casada hace algún tiempo ahora estaba aquí, dentro de este mismo hotel— mientras que Lena continuó hablando, en mí cabeza se repetía una palabra, bueno dos: Samantha Arias.

—Lo siento, Kara— la oí decir.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices? — estaba confundida. ¿De qué hablaba? ¿Por qué pedía perdón? Ella no había hecho nada.

—Debes tener cosas más importantes que hacer, y yo solo estoy llorando y fastidiándote, hablando de un amor que tuve en el pasado.

—Oye no lo haces, para nada. Si quieres desahogarte estoy para ti, estaré para ti cuando más lo necesites. Puedo ser tu paño de lágrimas si quieres.

—¿Por qué haces esto?

—Perdón yo... Pensé que era lo mejor, una forma de consolación o....— creo que le había incomodado. Bien Kara, acabas de arruinar el momento. Ahora te pedirá que te largues por pasarte de lanza. Aparté ambas manos de ella y las coloqué donde no estorbaran.

—No, me refiero a que sigues aquí, escuchándome, consolándome... no muchos suelen hacerlo.

Entonces no era lo que pensaba. Puedo seguir tocándola, continuar con las caricias. Que hasta ahora han funcionado, ya está más tranquila.

—Bueno, dicen que es mi mayor don, además de embriagarme, claro está— escuché una pequeña risita escaparse de sus labios —Supongo que es lo que hacen las amigas, ¿no? Pero tú no eres cualquier amiga— no habló, solo continuó mirándome. Queriendo saber porque había dicho eso.

—Digo, nunca he tenido una amiga que tenga una hija maravillosa, pero ahora tengo una y es una excelente madre. Todo un ejemplo para seguir. Que, a pesar de las circunstancias, no le importa por lo que tenga que pasar para que su hija esté bien. Veo que eres fuerte, no solo por Lara, si no por ti también. No sé por cuanto hayas pasado antes de conocernos— junté sus manos con las mías.

—Pero tienes mi palabra, de que voy a estar a tu lado, no importa por lo que estés pasando, no me importa que tan malo sea, estaré para ti y para Lara. Prometo, que las molestare hasta que no puedan soportarme más y deban envolverme en una bolsa y tirarme a la basura— que esperaba que no lo hicieran al final. Bien, otro punto para mí, la hice reír de nuevo.

—Sé que es fácil decirlo, eso lo podría decir cualquiera. Pero te demostraré de que hablo en serio— no hablé más porque Lena se abalanzó hacía mí y me besó.

Por la sorpresa no le seguí el beso, pero cuando sentí que se iba a separar reaccioné y la agarré del cuello para atraerla a mí. Para haber empezado algo brusco no estuvo mal. Luego con el pasar de los segundos se volvió más tranquilo. Nuestros labios siguieron danzando, en una perfecta sincronía. Solo me limité a explorar su boca, que me estaba embriagando. Pero desafortunadamente no duró mucho, por la falta de aire.

—Gracias— susurró cerca de mi rostro en cuanto nos separamos.

No sabía que decir, todo había sido tan rápido. Apenas y estaba pensando. Sentía un cosquilleo en toda mi cara, aun sentía la presión de su cuerpo contra el mío, devorando mis labios.

—¿En dónde nos deja esto? — preguntó.

Buena pregunta. Luego de lo que acaba de suceder. ¿Qué pasaría entre nosotras?

—Lo sabremos más adelante— dije, sonrió y volvió a besarme.

El beso fue un torbellino de emociones, un encuentro apasionado que nos dejó sin aliento. Sentí el calor de su cuerpo fundiéndose con el mío, una sensación eléctrica que recorría cada centímetro de mi piel. ¿Qué significaba esto?

Nos separamos lentamente, nuestras respiraciones entrecortadas y nuestros labios aún húmedos por el beso. Una sonrisa se formó en los labios de Lena, y volvió a besarme con pasión, como si quisiera sellar nuestro acuerdo con cada roce de nuestros labios. Esta vez, se sentó sobre mí, intensificando aún más nuestra conexión física y emocional.

Me dejé llevar por el momento, por la dulce sensación de tener a Lena tan cerca, tan dispuesta a explorar este nuevo territorio entre nosotras. ¿Qué importaba el mañana cuando el presente se sentía tan perfecto?

Cada beso, cada caricia, parecía encender una chispa en mi interior, una llama ardiente que me consumía con intensidad. El tiempo se desvaneció a nuestro alrededor, dejándonos atrapadas en un mundo propio, donde solo existíamos nosotras. Nos exploramos mutuamente con una pasión desbordante, como si estuviéramos descubriendo el mapa de un territorio desconocido, ansiosas por conocer cada secreto que se escondía entre nuestras pieles.

Las palabras se habían convertido en susurros y gemidos. En ese instante, éramos una sola entidad, fusionadas en un abrazo ardiente que nos llevaba más allá de los límites de la realidad.

𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝑽𝒆𝒛 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora