Es mi hija, nuestra hija

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—¿Y entonces? — preguntó Lex, soltándose del agarre de Eve para acercarse a Lena en cuánto la vio volver a la sala de espera con un sobre blanco. Solo quedaban ellos tres, los amigos de Lex se fueron en cuanto Kent dijo que ninguno había sido compatible y Lillian debió volver a L-Corp porque todo por allá era un completo caos, pero antes de irse le dijo a Lex que la mantuviera al tanto de lo que pasara.

Lena había ido al consultorio de la doctora Lance, la misma que la había asistido en todo el proceso de la inseminación. Ella era la que sabía acerca de la persona detrás del esperma, ya que fue ella quién lo eligió. En cuánto la doctora le extendió los papeles lo que vio ahí, no era algo de esperar.

—Lena, ¿sabes acerca de su paradero? — ella lo miró a los ojos y le dio el sobre para que lo confirmara el mismo.

Lex desconfío, pero quería saber. Quería saber quién era el supuesto padre de Lara. Cuando llegó a mitad de la lectura alzó la vista, sorprendido. Fue la misma reacción que tuvo Lena al haberlo leído antes que él.

—Debo decirle— dijo la pelinegra.

Le arrebató los papeles a Lex de las manos, para emprender su camino hasta la habitación 157. Cuando llegó frente a la puerta antes de entrar respiró hondo. Era un asunto algo... delicado. Del cual se moría por contarle, pero no sabía cómo podría reaccionar en cuanto se lo dijera.

Debía prepararse para lo peor. ¿Y si en cuanto le diga se aleja de ella para siempre? Volviendo a quedar con un corazón roto. Abrió la puerta y una enfermera estaba al lado de la rubia marcando algo en una tabla sujetapapeles. Cuando notó la presencia de Lena en la habitación, las dejó a solas.

—Sabes lo que dije. ¿Qué haces aquí, Lena? Por favor, ve con Lara, te necesita— Lena se sentó en la silla junto a la camilla.

—La cirugía salió bien. Eso es lo que dice el doctor, aún no he podido verla. Pero necesita una transfusión de sangre. En el banco de sangre del hospital no había suficiente, así que se necesitaba de un donante. ¿Puedes creer que de diez personas, ninguna fue compatible? Ni siquiera yo— Lena sonrió de lado o al menos eso intentó.

—No sabía nada acerca de eso. Yo-yo puedo donar, tal vez con un poco de suerte seamos compatibles y....

—El mundo es muy pequeño y ahora empiezo a creer en el destino— pensó Lena en voz alta.

—No entiendo, Lena— confesó Kara.

—El doctor me comentó que el supuesto padre de Lara podría ser el más calificado para la transfusión. Así que fui a la misma clínica de fertilidad que asistí años atrás. Y quién diría que esa persona estaría más cerca de lo que yo pensaba. Kara, estos son los documentos que contienen la información de esa persona— se levantó para dejarlos sobre la cama.

—¿Por qué me los das? No soy la persona indicada para leerlos y...

—Solo míralos, por favor— Kara estaba más que confundida, pero aun así hizo caso y los leyó.

No tardó en verse el cambio en su rostro, sabía que había llegado a esa parte. La rubia dejó descansar los papeles sobre sus rodillas, después de haberlos leído.

—Es... Es mi hija.

—Me alegré mucho, cuando me enteré. Pero Kara, no tienes que hacerte cargo de ella sino quieres, no te obligaré a hacerlo, es tu decisión. Solo te pido...

—¿Piensas que después de haber venido a enseñarme estos papeles no me haré cargo de ella? Mierda Lena, es mi hija. Tú eres su madre, la mujer con la que estoy saliendo, la mujer que amo hasta más no poder. ¿Crees que no me haré cargo de Lara? ¿Crees que te dejaré sola luego de esto?

—Sí... confieso que al haber donado mi esperma no tenía pensado hacerme cargo de un niño, pero esto es diferente. Te conocí, me enamoré, conocí a Lara e inmediatamente sentí una conexión indescriptible con ella y según estos papeles, resulta que es mi hija. Planeaba formar una familia junto a ustedes, te dejé en claro que quiero que esto vaya para largo y ahora lo deseo más que nada. Esta... esta es la mejor noticia que me han dado en la vida. Lara es mi hija. Lo que significa que soy la persona correcta como donante y le daré toda mi sangre si es necesario. Porque al fin y al cabo, ella está aquí por mi culpa.

—No es cierto, Kara esto no es tu culpa. Sino de un borracho de mierda que se interpuso en su camino. Me asusté mucho cuando ese oficial me llamó, sentí que enserio moriría de tan solo pensar que pude haber perdido a dos de las personas más importantes en mi vida. Al igual que Lara, tú eres importante para mí, Kara. Debes entenderlo y más vale que sea la última vez que digas que me aleje de ti.

[...]

Lena por fin entraba a la habitación de Lara, por fin la podía ver. Su bebé tenía la pierna derecha enyesada. El doctor dijo que pronto el efecto de la anestesia se iría y despertaría. Una enfermera colocó una vía intravenosa directo a su brazo. Un pequeño tubo de plástico en la vena, conectándose con el tubo intravenoso, que se conecta a la bolsa que contenía la sangre de Kara.

—Vendré cada 30 minutos para tomar su presión sanguínea, su temperatura y pulso.

—Gracias— la enfermera asintió antes de abandonar la habitación.

Lena se quedó viendo a Lara, su pecho bajaba y subía lento. Acarició su cabello, ahora notaba el parecido con Kara. Ambas se parecían más de lo pensado, y no tan solo físicamente sino que también por la forma en que actuaban. ¿Por qué no se dio cuenta desde el primer día?

—¿Cómo está? — sonó la voz de Kara en la habitación.

—Creí que seguirías en tu habitación.

—Pedí el alta— Kara se detuvo a su lado. Viendo las máquinas a los costados de su hija.

—¿Hace cuánto colocaron la bolsa de sangre?

—No hace mucho. La enfermera pasará de vez en cuando para verificar que todo esté bien. Esto llevará al menos dos o tres horas. Solo quiero que despierte ya— Lena cogió la mano de Kara y entrelazó sus dedos. Su cabeza descansó sobre el hombro de su amada.

—Aún no puedo creer que sea mi hija, nuestra hija— pasaron unos minutos en silencio.

—Nunca pensé que algo tan bueno podría salir de una situación tan horrible— dijo Kara, apretando la mano de Lena con más fuerza.

—No quiero que pienses ni por un segundo que esto es tu culpa. Vamos a superar esto juntas, por Lara— dijo Lena a lo que Kara asintió, sintiendo una oleada de emociones que no podía contener.

La espera continuó, pero esta vez con un poco más de alivio. Lo peor había pasado. Cada vez que la enfermera entraba para revisar a Lara, ambas mujeres observaban atentamente, esperando cualquier señal de mejoría.

Después de lo que parecieron horas, Lara empezó a moverse ligeramente, sus párpados temblando mientras intentaba abrir los ojos. Lena y Kara se acercaron más, llenas de anticipación y esperanza.

—Lara, cariño, ¿puedes oírnos?— preguntó Lena suavemente, acariciando la frente de su hija.

Lara abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz antes de enfocarse en las caras preocupadas pero aliviadas de Lena y Kara.

—Mamá... ¿Kara?— murmuró débilmente, su voz apenas audible.

—Estamos aquí, pequeña. Todo va a estar bien— dijo Kara, con lágrimas de alivio en sus ojos.

𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝑽𝒆𝒛 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora