Guerra de crema

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Por segunda vez Lena despertaba sin Kara a su lado. Después de lo que pasaron el día anterior, no creyó que la dejara sola de nuevo. La puerta de la habitación se abrió mostrando a su rubia cubierta por una leve capa de sudor. Cuando Kara la vio, quitó sus audífonos y se acercó a la cama.

—Buenos días, hermosa— dejó un beso en su frente para después sentarse en la cama. —Salí a correr un poco. ¿Quieres desayunar? Debes estar hambrienta. ¿Te preparo unos hotcakes? ¿Tostadas con mermelada? ¿Huevos fritos con tocineta? ¿Tal vez algo de fruta? ¿Y para tomar jugo, café o un té? O mejor aún, todo eso junto.

—Suena rico.

—Bueno, lo prepararé todo. Tú puedes quedarte a descansar un poco más, mientras todo está listo.

—Me gustaría verte preparar el desayuno, debes verte bien haciendo una de tus tantas especialidades.

—Si eso quieres— Kara la besó lento antes de emprender su camino hacia la cocina.

Antes de salir detrás de Kara, Lena fue hasta el baño a lavarse la cara, cepillar sus dientes y colocarse un poco de ropa. La habitación no estaba como la habían dejado anoche, la ropa que habían dispersado por todas partes se encontraba ordenada en una esquina de la habitación. Cuando entró a la cocina el olor de huevos y tocineta inundó su olfato.

—Pensé que habías optado por quedarte durmiendo un poco más.

—Oh, no me perdería por nada del mundo verte cocinar para mí. ¿Te ayudo en algo?

—No, todo está bien. Tú, solo disfruta del espectáculo— la rubia le ofreció un guiño junta a una taza de café.

—Yo quiero de esas— Lena señaló el pequeño plato con fresas a un lado.

—Aquí tienes, mi amor. Entonces, ¿Lara está con tu madre?

—De hecho, no. Está con Lex. Mis planes era que se quedara con ella, pero Lex se ofreció a cuidar de mi bebé.

—Deben estar pasándola bien.

—Eso espero. Lex no tiene idea de cómo cuidar de una niña de su edad, pero quiso intentarlo. Me gusta que Lex haya decidido cambiar para bien.

—Es algo que puedo confirmar. O sea mírame. Le estoy preparando el desayuno a mi chica, después de haber tenido una excelente noche.

—Sí, acerca de eso, no estoy muy contenta contigo. Yo era quien tenía el control.

—En mi defensa, anoche parecías más que contenta.

—Ese no es el punto.

[...]

—Creo que debo ir a buscar a Lara. Llamé a Lex, pero no contesta, tampoco Eve. Lex no me dejó un mensaje como ayer acordamos y estoy muy preocupada.

—Oye, están bien. Deben estar viendo televisión o algo por el estilo. Vamos, te llevaré, no quiero que estés así.

Lena no podía dejar de pensar en que algo malo había pasado para que Lex no le hubiera escrito. Los nervios comenzaban a apoderarse de ella. Era la primera vez que Lex decidía hacerse caso de su sobrina y tal vez no haya tomado la mejor decisión al haberla dejado con él.

Lena confiaba en él, pero, en definitiva, no estaba listo para estar a cargo de una niña de apenas ocho años. Kara estaba conduciendo. Cuando se detuvo en un semáforo, miró a Lena. Sus manos estaban temblando y no dejaba de escapar un suspiro cada diez segundos. La rubia descansó su mano en el muslo de su chica, que llevaba un movimiento de arriba y abajo desde hace un rato, tomó su mano y dejó un beso.

—Cariño, Lara está bien.

—No. Algo no está bien, Kara. Lara suele llamarme sin importar la hora y no he sabido nada de ella.

—Ya casi llegamos, verás que está bien.

—Espero que así sea porque si no juro que lo mataré.

En cuanto Kara estacionó el auto frente a la casa de Lex, Lena bajó del auto apresurada para tocar la puerta. Desde adentro se escuchaban gritos y carcajadas. Cuando Lena volvió a tocar, enseguida Lex abrió. Su cara estaba cubierta por una espuma blanca.

—Ah, Lena, Kara. Estamos en medio de una competencia, pasen.

—¿Y Lara? — preguntó Lena apenas entró.

—Está en la sala con Eve.

—¿Qué clase de competencia? ¿Necesitas ayuda? Porque al parecer estás perdiendo— habló Kara mientras se burlaba de Lex.

—Sí, estamos combatiendo contra Lara. Eve compró un juego de mesa que esta divertido, se llama Pastelazos. Llevamos jugando horas. Lara sigue invicta, Eve y yo no podemos contra ella.

—Bueno, acaba de llegar un verdadero contrincante— Kara se acercó a la sala, dejándome sola con Lex.

—Será la última vez que cuides de mi hija. Te dije que me mantuvieras al tanto de ella. Y a cambio no recibí ninguna llamada o mensaje. Llamé varias veces y tampoco contestaste.

—Si acerca de eso, lo siento. Me distraje mucho con Lara y Eve. Hace mucho que no me divierto tanto. Lamento no haberte llamado.

—Pensé que les había pasado algo, Lex. Estaba muy preocupada.

—Estamos bien, Lena, ella está bien. Sí, cometí un error, pero me aseguraré de que no vuelva a suceder. Vamos, pasa, no te puedes perder la pelea entre Kara y Lara— Lena dejó escapar otro suspiro antes de adentrarse más a la casa.

Había muchas cajas de juegos de mesas por toda la sala. Eve estaba sentada en el suelo, de frente a Kara y Lara, limpiando de su cara la misma espuma que Lex traía. Kara y Lara estaban golpeando frenéticamente unos botones frente a ellas, que hacía mover una mano frente a sus caras. La que menos presionara ese botón se llevaba la espuma que colgaba de la mano. Y hasta el momento, el juego iba a favor de Lara.

—El juego trae su propia crema, pero se acabó. Estamos usando crema espesa, ya se han acabado dos botellas. ¡Vamos, Kara no la dejes...! — gritó Lex mientras se acercó a la mesa para apoyar a su amiga, pero la mano golpeó la cara de la rubia llenándola de crema.

—...ganar— Lara rio, se había sumado otra victoria para ella.

—Oh no, pequeña, tú también vas a llevar— amenazó Kara.

Estiró su brazo hasta alcanzar la botella de la crema espesa, dejó un poco de crema en su mano y la arrojó hacia Lara, que cayó entre su cara y hombro. Lara la vio amenazante, quería venganza, así que repitió lo mismo que había hecho Kara, vacío lo que quedaba en una de las botellas en su mano y se la tiró a Kara. La rubia consiguió bajarse y la crema chocó con otra víctima, Lena. La pelinegra vio la crema esparcida por su ropa, dirigió su mirada hacia Kara, que rápidamente señaló a Lara, y viceversa.

—Oh, oh...— dijeron ambas rubias viendo a Lena con terror.

Lena parpadeó, claramente sorprendida por la repentina guerra de crema en la que había quedado atrapada. Por un momento, la habitación quedó en silencio, todos esperando su reacción. Entonces, Lena comenzó a reír, una carcajada contagiosa que llenó la sala y alivió la tensión.

—¡Esto es guerra! — anunció Lena, recogiendo un poco de crema del suelo y lanzándola hacia Kara.

La sala se convirtió en un campo de batalla de risas y crema. Lex y Eve se unieron al caos, todos lanzando y esquivando crema en un divertido desorden. La seriedad de la preocupación de Lena se desvaneció en medio de la diversión, y por un momento, todos olvidaron cualquier problema.

Después de lo que pareció una eternidad de risas y crema, todos se desplomaron en la sala, exhaustos pero felices.

𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝑽𝒆𝒛 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora