Capitulo 8

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Gretchen

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Gretchen

Todo a mi alrededor se siente extraño, han pasado ya varios días desde que me secuestraron y dejaron ir, mis sueños están ahogándome en recuerdos, en pesadillas donde esos hombres y la extraña chica me vuelven a atrapar, solo que esta vez no me dejan ir y cumplen con las amenazas que me recitó y mostró el hombre con el que estuve encerrada horas.

Cuando cierro los ojos veo una vez más los videos de otras personas que les han quitado libertad, siendo torturadas.

Pero sigo pensando, que en todos esos videos y relatos para amenazarme de lo que podría pasarme si hablaba o se les daba la gana, siempre los interrogaban, buscaban información y verdades.

¿Qué quieren de mí?

Dudo que lo que busquen que cuente las conversaciones en desayunos que acompaño a mi tía con sus amigas y cuentan chismes de cada cosa que respire, mucho menos sobre famosos, tal como me entero yo, pueden ellos, hay algo raro aquí.

Pienso y pienso y no encuentro razones para lo que me ocurrió o para que me dejaran ir sin más, puedo perfectamente ir a contar lo que me paso en la policía.

Vi cara a cara y converse con uno de ellos, no se me hará difícil describir a la chica rubia que estuvo a mi lado, no sabré donde me tuvieron porque llegue y me fui desmayada, pero con su descripción algo puedo hacer.

¿Acaso no lo pensaron? Ya está no entiendo nada.

El miedo me ahoga cada día, persiguiendome, temo salir, convivir, todo y no sé qué hacer.

Salgo de mi conflicto mental cuando siento que me lanzan algo a la cabeza, frunzo el ceño tocando donde sentí el leve golpe encontrando una papa frita, ruedo los ojos levantando la mirada a mi amigo.

—Estabas distraída y no te invite para que me ignores —se defiende Jaden encogiéndome de hombros.

—Son los exámenes, me tienen ahogándome en estrés, solo pienso en eso.

—Estamos de vacaciones listilla —me apunta acusatoriamente con una papa que termina llevándose a la boca —siempre has sido horrenda mintiendo, así que habla. Llevas días así.

—Hablar con la boca llena es de mala educación —lo regaño y el abre la boca enseñando su comida masticada y sin tragar— no seas asqueroso.

—Ya mamá —se burla lanzándome otra papa.

—Deja de desperdiciar comida —me la saco del cabello devolviéndosela golpeando su mejilla.

—No me cambies el tema, estabas por contarme porque andas tan distraída y preocupada.

—No, no es cierto.

—Sí, si lo es.

—Que no.

—Que... —se interrumpe solo sacudiendo la cabeza levemente— deja de distraerme y habla.

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