Capítulo 12. Empezar de cero

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Empezar de cero no era nada fácil, nunca lo fue. Había empezado de cero muchas veces, en China, en Los Angeles, en Miami y también en España. Pero esta vez era todo más difícil, porque aunque me intentaba convencer a mi misma de que esta podía ser una buena oportunidad para empezar una nueva vida mejor, me costaba mucho creer que eso podría ser así. Tenía una sensación extraña y algo angustiante que me decía que ya lo había hecho todo en la vida, de alguna forma no me quedaban metas ni sueños por cumplir y eso no me ayudaba. Me tenía que agarrar a lo que me gustaba, el baile y cantar, tenía que ingeniármelas para tirar adelante, reinventarme y empezar a vivir de nuevo, pero eso no sería tan fácil. Ese día me atreví a bajar y cruzar la calle para comprar el pan, parece algo estúpido pero hacía siglos que no había hecho nada igual, y la verdad, fue un gran paso para empezar a superar la fobia que me daba salir a la calle y que otras personas me pudiesen ver y decirme algo, pero por suerte fue todo bien. Me gustaba apuntarme en mi libreta nuevas metas para irme motivando: salir a correr, ir a una cafetería a tomar algo o pasear por Gran Vía. Sabía que todo esto no podría hacerlo de un día para otro, pero de momento me conformaba con ir poco a poco y celebrar cada paso que daba. Pero de vez en cuando, era inevitable ver y saber que los demás iban a otro ritmo y no me iban a esperar a mí. Me pasaba cada vez que Ricky o Lucas salían por aquella puerta y me decían adiós, era como si me dijeran "te queremos pero no vamos a parar nuestra vida por ti" y eso, aunque siempre me las hubiese dado de independiente, me dolía. También me pasó al enterarme de que ya estaban firmando los primeros contratos para el reencuentro de OT2017. No lo voy a negar, necesitaba el dinero que ofrecían y era una gran tentación para mí, pero para eso debía exponerme de nuevo a los flashes y las cámaras, que era lo que había estado evitando desde hacía semanas, incluso meses. Necesitaba meditarlo, pues no iba a ser una decisión para nada fácil. Dejé de pensar en todo aquello y me vestí para ir a casa de Ana tal y como habíamos quedado y Ricky, me acercó con el coche. Probablemente, ese era el plan más emocionante de la semana tras la cena del martes, tomar un café a las once de la mañana en casa de Ana, quien me lo hubiese dicho a mí apenas unas semanas atrás. Cuando llegamos, me bajé del coche de un salto, no sin antes despedirme de mi amigo, y llamé al interfono para subir.

- ¡Hola! -dijo Ana al verme subir por las escaleras.

- ¡Hola! -la saludé dandole un abrazo.

- Pasa pasa...

- ¡Traigo esto! Es de la panadería de debajo de la casa de Ricky.

- ¡Gracias! Pero no hacía falta... -dijo cogiendo la bandeja que llevaba entre las manos- ¿Cómo estás? -continuó mientras andábamos hacía el salón.

- Bien, por lo menos pude salir un ratito a la calle -respondí.

- Pfff ni me imagino lo que debe ser -dijo mientras nos sentábamos en la mesa.

- ¿Ya no te acuerdas cuando estuviste tres meses encerrada en la academia? -dije riendo.

- Ya bueno Mimi, pero esto es diferente, ya sabes. Toda la presión que debes sentir por la prensa y eso.

- Bueno, eso también lo viviste tú -continué quitándole importancia. No me gustaba que Ana me viese como una víctima por la situación que estaba viviendo así que intentaba mostrar indiferencia, como si todo aquello apenas me afectase.

- Lo vivimos, lo vivimos -continuó Ana sin decir nada más al respecto.

- Pues es lo que hay, no me queda otra -dije resignada.

- Claro, encima estás en una casa que no es la tuya, todo el día encerrada.

- Y con los dos tortolitos... -dije en tono de broma.

Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora