Capítulo 37. Poco a poco

1.8K 97 31
                                    

- ¿Quieres más? -le pregunté a Mimi riendo. Lo cierto es que, estaba exhausta y apenas estaba terminando de recuperar el aliento cuando respondí, ni siquiera sabía de qué me estaba hablando.

- No Ana -respondió Mimi riendo- Hablo de nosotras -dijo incorporándose a la cama- ¿Ahora qué? -me volvió a preguntar. Mimi cogió un mechón de mi pelo y lo empezó a enredar entre sus dedos, al principio odiaba que hiciese eso, porque me dejaba toda despeinada, pero con el tiempo me acostumbré, y que lo hiciese de nuevo, después de tanto tiempo me hizo feliz. Aún así, sabía perfectamente qué significaba eso, era un gesto de nerviosismo, así que pensé que lo que me estaba diciendo iba a en serio. La miré dese abajo, aún estirada encima de la cama y decidí incorporarme, quedando sentada justo a su lado. Mimi cogió la sabana y cubrió nuestros cuerpos con ella, cosa que agradecí, porque después de ese momento de euforia, ya empezaba a tener algo de frío y estaba segura que ella debía estar helada. Le cogí la mano a Mimi y empecé a enredar mis dedos con los suyos, esta era una manía que tenía para lidiar con los nervios, al igual que la suya, y sabía que ella la detestaba, pero jamás me retiraba la mano porque sabía que la necesitaba.

- Yo quiero, ¿tú? -pregunte asustada y sin saber si realmente quería conocer la respuesta. Sabía que era una persona complicada, con unas circunstancias difíciles, y no sé hasta que punto yo misma hubiese querido estar con una persona como yo. Había sido feliz durante este tiempo viviendo en la ignorancia y sin dar el paso, pero ahora que Mimi se había puesto seria y había puesto las cartas sobre la mesa sentía terror de tener una negativa por su parte.

- ¿Acaso tienes alguna duda? -me respondió a modo de afirmación.

- ¿Entonces? -pregunté ilusionada pero nerviosa, de hecho, sin entender nada. Mimi me sonrió, me cogió la mano, para qué parase de enredar mis dedos y la subió a la altura de sus labios para darme un beso.

- Juntas -susurró. Mi corazón empezó a latir más rápido al escuchar esa palabra, estaba nerviosa y ya que Mimi me había dado una segunda oportunidad no quería cagarla de nuevo.

- Creo que lo mejor es que vayamos poco a poco -le propuse a Mimi. Tenía miedo de hacer las cosas demasiado rápido, llevadas por la emoción de empezar una nueva relación y la cosa terminase mal y pronto.

- Claro, como quieras mi amor. No tenemos ninguna prisa, ¿no? -respondió dulce y comprensiva aún agarrándome de la mano, gesto que me transmitía mucha paz.

- Esto es nuevo para mí -continué- Quiero decir... -dije buscando las palabras de nuevo- Con Mía todo es diferente... -le expliqué a Mimi. Pues si había una persona que quería más que a Mimi era ella, mi niña y no quería que lo que pudiese pasar entre Mimi y yo le afectase de algún modo a ella.

- Ana -me cortó Mimi- Lo sé, no pasa nada -siguió sin parar de acariciarme la mano- Entiendo que no se lo quieras decir, aunque tarde o temprano se terminará por dar cuenta, pero por mi parte no hay problema, lo tengo claro y por mucho que quiera a Mía, por que adoro a tu niña, no pretendo ocupar un lugar que no es mío -dijo Mimi muy convencida.

- Tarde o temprano -dije riendo- Creo que ya se dio cuenta ¿no?, antes incluso qué nosotras mismas -respondí bromeando. Lo cierto es que, aunque quisiese negarlo Mía no era tonta y si yo la conocía bien a ella, ella también me conocía a la perfección, y ya había notado que algo había cambiado en mi, de hecho ya había verbalizado lo que pensaba entorno a mi y a Mimi, aunque eso, prefiero no recordarlo- Pero sí, prefiero esperar un poco para contárselo. Ahora no es un buen momento por todo lo que está pasando con su padre y creo que es mejor esperar a que las aguas estén mas calmadas -añadí.

- Sin problema Ana, de verdad -dijo Mimi riendo- No hace falta que te justifiques por todo, te entiendo -dijo Mimi tapándose un poco con el edredón.

- ¿Tienes frío?

- Sí -dijo Mimi- No sé como te lo haces, estoy helada -continuó arropándose aún más.

- De verdad... ¿Por qué no me dices nada? -dije saliendo de la cama algo mosqueada de que siempre se sacrificase- Anda -dije tirándole su ropa que acababa de recoger del suelo- Vístete que todavía te vas a resfriar -le aconsejé mientras yo, a los pies de la cama, hacía lo mismo.

- Para frío el pobre café -dijo Mimi riendo mientras se vestía apresuradamente para poder entrar en calor de nuevo.

- Es verdad. Voy a tirarlo -dije saliendo hacía el salón ya vestida. Cogí las dos tazas y tiré el liquido por el fregadero, odiaba el café, pero siempre terminaba preparándome uno para no caer rendida del sueño aunque nunca me lo terminase, pero esta vez ni siquiera le había pegado un sorbo. Enseguida apareció Mimi por la puerta del salón, ya vestida y fue a tumbarse al sofá. Fui tras de ella y me senté a su lado.

- Es raro, pero me gusta -reflexioné en voz alta mientras acariciaba el pelo de Mimi.

- ¿El qué? -dijo Mimi apoyándose encima mío y cogiéndome la mano.

- Nosotras -respondí- No pensé que esto pudiese volver a suceder, pero ahora estamos juntas de nuevo -continué mientras Mimi me escuchaba atentamente- Después de todo, la vida ha puesto a cada uno en su lugar y nosotras volvemos a estar en el mismo punto de partida, pero ahora, es diferente, es mejor. Ya no somos esas crías jugando con desventaja en un mundo que no es el suyo. Somos dos personas normales que se quieren, con sus problemas de persona normal y con sus costumbres de andar por casa. ¿No es bonito? -le pregunté a Mimi sin esperar aún una respuesta- Me gusta ser normal y querer normal -terminé.

- ¿Es esta una reflexión de las tuyas? -dijo Mimi sin poder evitar soltar una carcajada. Esta, se incorporó de nuevo para mirarme a los ojos- Por qué me encanta. Me encanta todo lo que dices y como lo dices, me encantas tú con cada una de tus cosas de persona normal y también con tus problemas, porque si, eso también me gusta, porque sin eso no serías tu, y si, echaba de menos ser normal, pero sobretodo me encanta por fin poder quererte normal -terminó Mimi acercándose a mi para dejarme un dulce beso en los labios.

- Te quiero -respondí instantáneamente al beso de Mimi- Mucho

- Yo mas -dijo Mimi besándome de nuevo. De repente, el sonido de mi telefono interrumpió nuestro momento.

- Mierda! -dije lamentándome.

- Cógelo -me dijo Mimi- Puede que sea algo importante -añadió. Me levanté y fui corriendo a descolgar la llamada antes de que se cortara.

- ¿Sí? -respondí sin ni siquiera haber mirado quién era.

- ¿Que tal? ¿Cómo ha ido Ana? Cuéntame -reconocí a la perfección la voz de Aitana al otro lado del teléfono.

- Tía te mato -respondí algo enfadada de que acabase de interrumpir ese momento por su impaciencia de cotillear lo que había sucedido y colgué el teléfono. Mimi me miraba desde el sofá con cara de no entender nada- Aitana, que es muy oportuna -le expliqué rodando los ojos mientras volvía al sofá para sentarme de nuevo a su lado.

Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora