Capítulo 13. ¿Qué hacemos?

1.7K 88 2
                                    

Aún no sé como se nos había podido alargar tanto un café, muchísimo, tanto fue así que decidimos pedir unas pizzas en el restaurante que había debajo de mi casa para poder comer algo y seguir con nuestra conversación. Estabamos hablando sin parar, tocando un montón de temas y con unas conversaciones superinteresantes, así que ninguna de las dos tenía intención de terminar aquello.

- Con jamón, atún y piña, hay cosas que no van a cambiar nunca -dijo Mimi mientras yo pegaba el primer bocado de mi deliciosa pizza- Me pregunto que deben pensar cada vez que pides una pizza así -añadió.

- Están acostumbrados -dije riendo- la verdad que vamos bastante allí abajo. Nos conocen desde hace años...

- La verdad es que están muy ricas -dijo Mimi que ya había hincado el diente a su pizza- Me voy a guardar el nombre, por si un día a estos les apetece coger algo de cenar allí.

- También hay una hamburguesería, no sé si la habrás visto al venir, justo cruzando a la derecha, al final de la calle. Esa está aún mejor, es mi lugar favortio de por aquí -le comenté.

- Dime la verdad -dijo Mimi- Sigues sin saber cocinar -dijo riendo.

- Digamos que sólo me conozco toda la gastronomía de la zona -respondí riendo.

- Ya te vale Ana -dijo Mimi.

- ¿Para que iba a aprender a cocinar estando casada con alguien como él?

- ¿Cuántos años? ¿8? ¿Y no te enseñó a cocinar nada?

- Pues no -dije subiendo y bajando los hombros- Tampoco se lo pedí -admití.

- Que mal aprovechaste el tiempo Ana -continuó Mimi- por algo bueno que tenía ese señor -continuó- ¿Y ahora? ¿Qué? No te va a quedar otra que aprender ¿no?

- Bueno, algo hago pero la verdad tiro más de precocinados de lo que me gustaría -admití algo avergonzada, pues era plenamente consciente de que mi dieta no era para nada la más saludable.

- Dios Ana, dime que la tortilla del otro día no era de las precocinadas -dijo Mimi poniendo cara de asco.

- No, eso es de lo poco que sé cocinar, y que sepas que solo la hago en ocasiones especiales -respondí- Así que sientete afortunada -añadí.

- Pues suerte Ana -contestó Mimi.

- ¿Que quieres decir con eso? ¿No te gustó? -dije algo decepcionada y sorprendida.

- ¿La verdad? -asentí- Estaba un poquito salda.

- ¿Un poquito?

- Un poquito, mucho -respondió Mimi.

- Pues que sepas que eres tu la que me enseñó a hacerla, por si no te acuerdas -dije tirándole una pullita a Mimi. La verdad que no me importaba mucho que me dijeran que no sabía cocinar, que mi comida estaba sosa o que le sobraba sal. Nunca supé cocinar ni pretendí ser una chef, solo lo hacía por pura supervivencia y mis amigos y familia ya se encargaban de siempre dejarme claro que yo no valía para eso. Así que no le di ninguna importancia a ese comentario.

- Si tu lo dices... -respondió Mimi- en ese caso deberíamos repasar esa receta -añadió.

- Cuando quieras -contesté- Yo no tengo ningún problema con que me cocinen, ya lo sabes -añadí. La casa quedó en silenció por unas milesimas de segundo y justo entonces tanto mi móvil como el de Mimi, que reposaban encima de la mesa vibraron. Por pura inercia ambas los cogímos y miramos de que se trataba.


OT2017

Agoney

Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora