Capítulo 21. Vuelta a casa

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Volver a casa siempre era un buen motivo para sonreír, por poco tiempo que hubiese estado fuera. Esa mañana amanecí pronto y con algo de nervios, estaba deseando bajar a desayunar, despedirme de todos y volver a casa. No es que no me lo pasara bien en el reencuentro, pero para que mentir, yo estaba muy feliz en mi casa y echaba mucho de menos a mi niña. Cuando abrí los ojos Mimi aún dormía como un tronco así que decidí vestirme sin hacer ruido y bajar a desayunar. Tenía hambre, mucha hambre.

- ¡Buenos días! -dije al llegar al comedor, donde para mi sorpresa había más gente que la que esperaba. Cogí un plato y me dirigí a una de las mesas que estaba a rebosar de comida, así que cogí un poco de todo y me fui directa a la mesa donde estaban los chicos para empezar a saborearlo. Me senté al lado de Ricky ya que este llamó mi atención para que lo hiciera.

- ¡Buenos días! ¿Qué tal anoche? -me preguntó en voz baja para que solo yo lo oyera.

- Ricky -dije mirándole a la cara- No -continué. Sabía perfectamente lo que significaba esa pregunta, desde el primer momento sabía que Aitana y Ricky habían provocado la incomoda situación de anoche porque para ellos era solo un juego. Y sí, anoche besé a Mimi y que más daría, era solo un beso y eso no significaba absolutamente nada.

- Bueno... -dijo Ricky no muy convencido- ¿has hablado con Lucas?

- Sí, ayer por la noche me mando esta foto, mira -dije enseñándole mi móvil.

- Que monos -dijo al ver a su chico y a Mía en la foto.

- ¿No se animan?

- ¿A que?

- A tener un hijo -le aclaré- ¿ustedes? -añadí.

- Ay Ana, si fuera tan fácil... Además que con el bar es completamente incompatible.

- Con la ilusión que me hacía tener un sobrinito.

- Pues mira, hay 14 personas más que te pueden hacer tía de nuevo.

- ¡Buenos días! -dijo Mimi que justo entraba por la puerta del comedor. Cogió su plato, se sirvió su desayuno y vino a sentarse junto a nosotros.

- ¿Y esto? -dijo Mimi al ver mi aguacate- Allí no habían.

- Ah -respondí- Haber madrugado.

- Jo tía -se quejó- dame un poco -me pidió.

- Sin chuparlo antes, porfavor -dijo Ricky bromeando.

- Que cabrón eres -respondí- Toma -dije dandole la mitad del aguacate a Mimi.

- Gracias -dijo Mimi cogiendo el aguacate.

Fue una mañana tranquila, y a pesar de las ganas que tenía de irme para casa, se me pasó bastante rápido. Estuvimos casi 1 hora desayunando y hablando, luego hicimos las maletas y bajamos al patio donde estuvimos hablando y nos grabaron algunas planos. Hacía las 12 de la mañana llegó el momento de despedirnos y que cada uno de los grupos que habíamos formado para llegar hasta allí cogiese su coche para su ciudad. Bajar de la sierra hasta el centro de Madrid fue toda una aventura, había un montón de curvas y se hacían notar, fue algo que nos sorprendió a todos, sobretodo a Mimi, que fue la más perjudicada por aquello, porque cuando subimos, el día anterior, no nos habíamos ni percatado de ellas. Es por eso que tuvimos que parar un par de veces porque Mimi se estaba mareando y obviamente no queríamos que potase allí dentro, así que la vuelta se nos alargó algo más de la cuenta. Aún así, conseguimos llegar a casa sobre lo previsto, a la hora de comer y tras dejar a Aitana en su piso. Salté del coche de un brinco nada más llegamos al portal y subí corriendo las escaleras, olvidando mi equipaje en el coche, para darle un abrazo gigante a Mía. Cuando nos separamos, porque Mía se estaba quejando diciéndome que la estaba ahogado, Mimi y Ricky ya habían subido con mi maleta.

Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora