La vida de Alexandra Fey-Coulson fue marcada por un acontecimiento importante: el asesinato de sus padres, a manos de H.Y.D.R.A., cuando era una niña, y su salvación a manos de alguien conocido como El Soldado de Invierno, quien es controlado por la...
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El alarido rebotó en las andrajosas paredes del apartamento, fruto de la violenta pelea que había tenido lugar apenas unos segundos antes.
Observó los rostros inertes de sus padres, tirados en aquella alfombra donde tantas veces había jugado, ahora mancillada por la sangre de sus progenitores. Los ojos de su madre miraban hacia ella, pero sin un atisbo de vida en sus pupilas.
Entonces, alzó la cabeza y miró a los culpables. Ellos, agentes de H.Y.D.R.A., le habían arrebatado lo que más amaba en el mundo.
No les permitió acercarse. Jamás dejaría que hicieran lo mismo con ella. Apenas tenía ocho años, pero aquel último año había recibido un duro entrenamiento a manos de Johnny Storm.
Esos dos hombres, sin embargo, habían sido lo suficientemente buenos como para arrebatarles la vida a la pareja de agentes infiltrados más destacada de S.H.I.E.L.D. ¿Qué podrían hacer, entonces, con una niña desarmada y rota por el dolor?
Soltó otro alarido de rabia, desafiándoles con una mirada plagada de lágrimas, y se colocó en posición de ataque.
Uno de ellos, arma en mano, se lanzó contra ella.
Entonces, la explosión sacudió el edificio y todo estalló en llamas.
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—Alex... ¡Alex! Despierta.
Al abrir los ojos, se encontró con la mirada perdida de Matt Murdock, quien la había sacudido mientras la oía gritar.
Sentía la frente encharcada en sudor, y un fuerte dolor de cabeza le dio la bienvenida al nuevo día.
—Otra vez ese sueño, ¿verdad?—adivinó el abogado, junto a ella. —Ya van tres veces esta semana—Se quedó sentada en la cama mientras se frotaba las sienes, apartándose seguidamente su mata de cabello pelirrojo del rostro—. Ojalá fuera sólo una pesadilla.
Su amigo mostró su apoyo mediante una sonrisa, y le acarició suavemente la espalda por encima del pijama.
Alex estiró el brazo hacia la mesilla para recoger su teléfono móvil, y se levantó de la cama.
