4. EL CAPITÁN AMÉRICA

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—¡Pelirroja! ¿Te has enterado del notición?

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—¡Pelirroja! ¿Te has enterado del notición?

Ahí estaba otra vez. Tony Stark, con las manos metidas en los bolsillos de su impoluto traje de chaqueta.

Al pasar por su lado, Alexandra se aseguró de que su propio hombro impactaba contra el del multimillonario con malas maneras.

—No me llames así—le prohibió—. Soy Alexandra, y como mucho te permito que me llames Alex.

Siguió caminando por el pasillo, pero oyó los pasos del mayor, siguiéndola:

—¿Vas a ver a Walt Disney? Tengo curiosidad por conocerle, pero Fury y Coulson están ahora con él y por lo visto se encuentra bastante impactado con todo. No quieren que nadie les moleste.
—Nadie salvo yo.
—¿Tú?

Resopló. ¿Es que no pensaba dejar de perseguirla?

—Te recuerdo que soy hija de Phil Coulson, el agente responsable de buscar financiación para la expedición de rescate.
—Oh. Vaya—sonrió—. No sabía que te gustaba vivir a la sombra de alguien brillante.
—Ya, y lo dices tú—Le miró con desaprobación—, hijo de Howard Stark.

Su frase le dejó con la palabra en la boca, y la mujer aprovechó para avanzar y perderse al doblar una esquina.

Al llegar a la sala donde había quedado en reunirse, llamó a la puerta. Esta se abrió segundos después, y salió Fury.

—Alexandra, llegas justo a tiempo para conocer a Steve Rogers. Romanoff vendrá cuando acabe unos asuntos extraoficiales. Rogers sigue asimilando todo y necesita tener ante él un rostro que le inspire confianza—Señaló su cara—, y esto no se la da.
—No me extraña.

Nadie podía vacilar así a Nick Fury y seguir de una pieza. Nadie salvo Alexandra Fey-Coulson. Era una agente brillante y atrevida, por no hablar de que siempre le había caído en gracia a Nick.

Phil salió también al pasillo. En sus ojos brillaba la ilusión.

—Alex—le sonrió con intensidad—. Te caerá bien. Es mucho mejor que todo lo que decían sobre él.
—Enhorabuena, papá—lo felicitó—. Has conseguido traerle de vuelta.
—Jamás pensé que pudiera seguir vivo, pero a veces la vida te sorprende.
—Abandone las charlas intensas, Coulson—lo regañó Fury—. Usted y yo tenemos trabajo que hacer mientras el Capitán Rogers se habitúa a nuestro tiempo.
—¿Qué quiere que haga yo?—preguntó Alex, completamente perdida.
—Por el momento, háblale—respondió él—. Se te da bien. Romanoff vendrá enseguida para ayudar.

Antes de entrar, mientras ambos hombres se alejaban, Coulson se giró hacia su hija sin dejar de caminar. Le mostró uno de los cromos del Capitán América firmado y alzó el pulgar de la otra mano.
Su hija sonrió, devolviéndole el gesto, y tomó aire para entrar a conocer a su héroe favorito.

Una vida buscándote (Marvel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora