14. CENA CON EL CAPITÁN

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Alex llegó a la base de S

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Alex llegó a la base de S.H.I.E.L.D. casi a la hora de cenar.

¿Para qué diantres le pidió Tony que se duchase, aquella mañana, si iba a acabar apestando a sudor tras el entrenamiento?

Necesitaba una segunda ducha, por lo que entró a su habitación y se metió en el baño.

Al salir del agua, usó una toalla limpia para secarse y abrió la puerta.

No esperaba encontrar, en la intimidad de su habitación, al mismísimo Capitán América, vestido con prendas que llevaban el logotipo de la organización.

Este, al verla completamente desnuda, soltó una exclamación y se tapó los ojos mientras se ruborizaba al máximo.

—¡Dios santo, no...! ¡Lo siento! ¡Acabo de entrar ahora mismo y...! ¡No sabía que...!

Alex retrocedió al baño para coger la toalla y enrollársela alrededor del cuerpo mientras se reía.

—Ya van unas tres veces que ves mis intimidades—le dijo—. Empiezo a pensar que lo haces a propósito.
—¡NO!—negó él, que seguía cubriéndose—. ¿Cómo podría? ¡Yo jamás...!
—Tranquilo, Steve. Estaba bromeando.

¿Tranquilo? Si tan sólo él supiera lo nerviosa que estaba ella en aquellos momentos...
No era precisamente porque le hubiera visto completamente desnuda (eso, en realidad, le daba bastante morbo). Era el Capitán América. Su héroe favorito. Le había visto tan pocas veces que no terminaba de acostumbrarse.

Y habría estado igual de nerviosa cuando despertó tras lo sucedido en el laboratorio, y más tarde con Loki, y le vio frente a la camilla, de no ser porque en aquellos momentos tenía otras preocupaciones en mente.

—Lo... lo siento de verdad, yo...
—Puedes quitarte las manos de los ojos—le aseguró—. Ya estoy cubierta.

Rogers obedeció. Al retirar las manos y verla con la toalla, volvió a sentirse avergonzado y esta vez giró la cara para mirar hacia otro lado.

—Aún no estás vestida.
—Siempre se me olvida que vienes de una época en la que enseñar el tobillo era algo inmoral—bromeó—. Steve, puedes mirar. No hay nada íntimo que quede fuera de la toalla.

El rubio volvió a hacerle caso, y miró hacia ella, quien le sonreía amablemente.

—Sólo venía a... ver si estabas y preguntarte si quieres que cenemos juntos aquí.
—¿Aquí?—preguntó ella—. ¿Qué hay del apartamento que te consiguieron?
—Me he mudado—Seguía notándole nervioso. Estaba claro que no había visto a muchas mujeres, antaño, con tan poca ropa—. ¿Te importa si te espero en el comedor y te lo cuento?
—Voy enseguida—prometió, viéndole salir.

Al hacerlo, se quitó la toalla y se llevó las manos al rostro.

¡Steve quería cenar con ella! Sentía que el corazón le iba a mil por hora. Ojalá Phil estuviese vivo para contarle que el héroe de toda su vida iba a vivir en el mismo lugar que ella.

Una vida buscándote (Marvel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora